“Protestantes madrileños”, por Gabino Fernández

¡El alma del protestantismo español tampoco ha sido vencida, a pesar de contrarreformas, inquisiciones, persecuciones, intolerancias y desprecios!

16 DE MARZO DE 2018 · 08:05

Gabino Fernández Campos,
Gabino Fernández Campos

“Protestantes madrileños” por Gabino Fernández. Edita el Consejo Evangélico de Madrid, 425 páginas.

Entre iglesias y sermones Gabino Fernández Campos descubrió la Historia. Y en la Historia se quedó. El mil veces aplaudido Cicerón, orador y literato latino que vivió en el primer siglo antes de Cristo dice en su obra “De Oratore” que “la historia es el testimonio de los tiempos, la luz de la verdad, la vida de la memoria, la maestra de la vida y nuncio de la antigüedad”.

Gabino pronto asimiló el pensamiento de Cicerón y desde 1964, más de medio siglo, viene alternando sus preocupaciones por la Historia, la Bibliografía y la Biblia. Según cuenta Máximo García en uno de los tres prólogos que abren las páginas del libro, “los títulos, premios y reconocimientos de que ha sido objeto por su dilatada labor no alcanzan a reflejar en todo su alcance el hecho incuestionable de que Gabino es el más conspicuo e insigne investigador y divulgador de la historia protestante de España”. Lo afirmo y lo confirmo. Estoy con él y él conmigo desde hace medio siglo.

He hablado de tres prólogos: uno es de Ramón Ubillos, otro de Manuel Cerezo, quien aparece en amplia fotografía con Cristina Cifuentes. No entiendo qué tiene que ilustrar esa fotografía en un libro de historia protestante, a no ser congraciarse con la presidenta de la comunidad madrileña por la limosna de dinero que da cada año al Consejo Evangélico de Madrid, del que Cerezo es Secretario Ejecutivo.

El prólogo del teólogo Máximo García Ruiz es acertado, profundo, analítico.

Los editores dicen en la portada que el libro de Gabino es un “legado literario, educativo, social, arquitectónico y espiritual”. La frase no falta ni en una pizca a la verdad. Todo lo que ahí se dice es auténtico.

El libro de Gabino se estructura en once capítulos, en los que analiza quinientos años de historia protestante en España y más concretamente en Madrid.

 

Portada del libro. / CEM

Arranca con un repaso al cristianismo primitivo en España. Niega que Pedro o Santiago pisaran tierra española. Se inclina por Pablo. Dice: “Nos atrevemos a señalar a San Pablo como el que introdujo el cristianismo en España”.

Al tratar de los orígenes del protestantismo en nuestra tierra, antes de afanarse en Lutero, con delicadeza histórica y literaria Gabino desciende al siglo XX e incluye en su libro dos gloriosas páginas que Vicente Blasco Ibáñez escribió en “El papa del mar” sobre Juan Huss, discípulo de Wicliff. La inquisición católica condenó a Huss a morir en la hoguera.

Aún cuando la aparición del libro escrito por Gabino Fernández ha coincidido con los actos totalmente exagerados en España para conmemorar los cuatrocientos años de aquella revolución religiosa que fue liderada por Martín Lutero, Gabino concede pocas líneas a la Reforma. Le interesa más la influencia que el movimiento luterano tuvo en España, su aceptación por importantes hombres y mujeres vinculados a la alta sociedad, a la política, al gobierno, a la literatura, a la Iglesia católica especialmente.

Ilumina el capítulo dedicado a la Inquisición en España con una serie de documentos de la época que ponen de manifiesto las crueldades de este tribunal del demonio.

Se detiene el autor, y esto lo hace con autoridad, con maestría, en el período glorioso de la Segunda Reforma en el país donde vivimos. Contra esta Reforma, que tuvo su origen en Gibraltar, dice Menéndez y Pelayo en el tomo VI de “Los Heterodoxos Españoles” que “abrió las puertas de España a una turba de ministros, pastores y vendedores de Biblias”. Hizo más, que el católico radical de Don Marcelino no supo o no quiso conocer en su verdadera dimensión. Abrió las puertas de España a la libertad religiosa y multiplicó las iglesias protestantes por muchas ciudades españolas, empezando por Cádiz, Sevilla, Valladolid, Barcelona y otras. Durante la Segunda República, que dio un gran impulso a la libertad religiosa y que gobernó España desde 1931 a 1936, las iglesias protestantes se multiplicaron y se abrieron escuelas para niñas y niños en muchas ciudades españolas.

Ya más cerca de nuestros tiempos Gabino Fernández hace justicia a hombres que destacaron por su ingente labor en la extensión del protestantismo. Preciso es mencionar a Francisco de Paula Rulet, Antonio Carrasco, Manuel Matamoros, Juan Bautista Cabrera, Fernando Cabrera, Emilio Martínez, Francisco Palomares, Enrique Payne, Cipriano Tornos, Federico Fliedner, Adolfo Araujo, Samuel Palomeque y otros grandes.

Decía Dalí que la fotografía es una forma de creación espiritual, la captación de un incontestable espiritual. La fotografía aumenta la belleza y aviva el recuerdo.

Impresiona la cantidad de fotografías que Gabino ha reunido para ilustrar su libro. Suman quinientas. Fotografías de políticos y de escritores; fotografías de reformadores y de contrarreformadores; fotografías de reyes y de seres anónimos; fotografías de pastores, colportores, grupos de iglesias; fotografías tamaño carnet, de medio cuerpo, de cuerpo entero. Nunca he visto a Gabino en una reunión de cualquier signo sin su pequeña cámara.

¡El alma de Francia no ha sido vencida!, decía en 1940 el político francés Paul Reynard. ¡El alma del protestantismo español tampoco ha sido vencida, a pesar de contrarreformas, inquisiciones, persecuciones, intolerancias y desprecios! La historia lo atestigua, como lo escribe Gabino Fernández en las 425 páginas de su “Protestantes Madrileños”.

La gran lección definitiva viene del historiador suizo Jacob Burckhardt: “Sólo el conocimiento del pasado nos da la pauta para medir la velocidad y la fuerza, dentro del movimiento en que vivimos”.

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