La teología de la gracia en la voz de Victorio Araya

Recientemente ha aparecido Dios también es gratuito: balbuceos teológicos sobre la gracia, de Victorio Araya.

19 DE ENERO DE 2018 · 10:45

Detalle de la portada del libro.,
Detalle de la portada del libro.

Desde su jubilación como profesor de la Universidad Bíblica Latinoamericana (UBL) de la Universidad Nacional (UNA) de Costa Rica, el doctor Victorio Araya Guillén ha asumido la magnífica tarea de escribir los volúmenes que tenía pendientes desde los años de su dilatada tarea docente.

Su primer libro, Fe cristiana y marxismo: la fe como praxis histórica de liberación y el marxismo (1974), su tesis de licenciatura en filosofía, inscrito en la búsqueda de diálogo de aquellos tiempos, fue el primer eslabón de un proceso de profundización teológica que lo haría avanzar, inevitablemente, hacia una nueva visión del papel de la iglesia en un mundo exigente.

Posteriormente, El Dios de los pobres: el misterio de Dios en la teología de la liberación (1983), tesis dirigida en la Universidad Pontificia de Salamanca, lo colocó al lado de los principales pensadores de la corriente latinoamericana en boga.

Como estudiante aventajado de profesores como Juan Stam y Orlando Costas (sobre todo en un curso de teología de la evangelización, del cual surgió un libro extraordinario publicado en Argentina por La Aurora en 1973), Araya fue afinando su olfato teológico para descollar muy pronto entre los jóvenes renovadores de la entonces todavía muy anquilosada teología evangélica latinoamericana.

Los cursos que ofreció en la UBL y en la UNA, especialmente los de metodología teológica y cristología, fueron contribuciones fundamentales para varias generaciones de estudiantes que, gracias a ellos, lograron ampliar su horizonte para aplicar lo mejor del pensamiento cristiano latinoamericano a la vida de las iglesias y a la fe personal.

El material sobre la segunda materia mencionada que elaboró para los cursos de la UBL (y que merece mayor divulgación debido a su profundidad y amplitud en el análisis) abrevó, sobre todo en las ideas de Jon Sobrino y de Xabier Pikaza quien fuera su tutor en Salamanca.

Así recuerda Pikaza la llegada del teólogo costarricense a España, los alcances de su pensamiento hasta ese momento y la proyección que le sugirió en su trabajo doctoral:

Un día, en otoño de 1978, llegó a Salamanca Victorio Araya, de Costa Rica, con la intención de escribir y defender una tesis. Pertenecía a una iglesia protestante (metodista) y había recibido una beca para realizar una investigación de tipo ecuménico. Vino como estudiante y a lo largo de dos duros años de trabajo nos hicimos amigos, hasta que defendió la tesis. […] Victorio había estudiado sobre temas de eclesiología antigua (San Justino), pero quería conocer de primera mano la teología católica actual. Después de evaluar la posibilidad de escoger otros autores, escogimos dos que él conocía mejor, autores que en ese momento representaban (y siguen representando, tras casi treinta años) la mejor teología de América Latina: G. Gutiérrez y J. Sobrino. Él los escogió, los conocía mejor que yo mismo. Sólo le puse como condición que los estudiara en su raíz teológica, en la visión de Dios que está en el fondo de los dos, en plano filosófico y social, eclesial y espiritual.1

De esa matriz de pensamiento surgiría el magnífico volumen que en poco tiempo merecería la traducción al inglés (1987), en la editorial que daba a conocer a lo mejor de la teología latinoamericana (Orbis).

 

Portada del libro.

El trabajo, a más de riguroso, representó uno de los esfuerzos pioneros de la teología protestante latinoamericana por hacerse un lugar visible y respetable a nivel mundial, pues la caracterización de la teología de la liberación como algo estrictamente católico no acababa de ser aceptado en el ambiente evangélico, tan dominado todavía por los dictados del adoctrinamiento estadunidense, con muy escasas excepciones.

El abordaje de la teología de Sobrino y Gutiérrez fue preciso y muy aleccionador para el propio autor, tal como añade Pikaza:

No sé si fue la primera tesis sobre J. Sobrino, pero fue de las primeras. Victorio la defendió el año 1981, en la Universidad Pontificia de Salamanca, en la Facultad de Teología de la Iglesia Española, ante el tribunal más riguroso de aquel tiempo, que aprobó no sólo el estudio académico del autor, sino la visión de fondo de los dos teólogos “de la liberación”, si es que vale esa palabra. Antes que teólogos de la liberación, Gutiérrez y Sorino eran “teólogos-teólogos”, creyentes y pensadores que habían intentado penetrar en la entraña del Dios cristiano, desde la experiencia del Nuevo Testamento y desde la situación actual. Como suele ser normal en estos casos, Victorio revisó algunas de afirmaciones y formas de la tesis y la publicó dos años más tarde en su universidad de Costa Rica.

El fino acercamiento que practicó Araya fue juy reconocido por sus sinodales, como señala Pikaza: “Su tesis básica (cercana a la de algunos de los mayores teólogos de la tradición católica, como el cardenal Cusano) es que sólo el Dios siempre más grande se puede hace el Dios siempre más pequeño, el que se encarna en los pobres”.

Araya puso el énfasis en “la implicación social y eclesial de ese Dios, bíblico y calcedonense (si es que vale esa palabra), que siendo ‘el más grande’ (y precisamente por serlo) puede encarnarse en lo más pequeño (revelándose en los pobres)”.

Para entonces, Sobrino aún no había escrito sus grandes cristológicas, ni era tan famoso. Araya fue de los primeros en estudiarlo y comentarlo de una manera sin par.

Pues bien, ese teólogo riguroso y con una sólida formación filosófica que le sirvió para leer sin ningún demérito a los grandes pensadores cristianos del momento (católicos o no), experimentaría una nueva conversión inesperada que lo orientaría, con el paso del tiempo (y a la manera de la conversión poética de Rubem Alves, padre protestante de la teología de la liberación) hacia todo lo relacionado con el misterio de la luz, de una manera que no puede calificarse más que de mística.

Y así como Alves trocó su camino por los rumbos de lo que sería conocido como la teopoética, Araya fue, literalmente, “cegado por la luz” para que, a partir de todos los motivos y alusiones bíblico-teológicos relacionados con ella, comenzara a forjar una muy personal “teología de la candela” (vela) que lo llevó a convertirse también un artesano entregado a trabajar con la cera y los colores de la misma.2

Fruto de esa pasión, elaboró una formidable trilogía antecedida por ensayos de título provocador y efusivo que preludiaban ese paquete bibliográfico imprescindible hoy para comprender su teología de manera integral: “La utopía de la luz”, “Las velas, símbolo de luz y fe”, “De las tinieblas brotó la luz: apuntes para una teología bíblica de la luz”, entre otros. Finalmente, esos volúmenes se fueron sumando: La luz de una candela (2014), Luz sin ocaso: el símbolo de la luz en la Biblia (2014) y Caminata en la luz: 40 días en el camino de la luz. Meditaciones bíblicas (2015).

 

Victorio Araya y Leopoldo  Cervantes-Ortiz-junio de 1998.

Ahora ha aparecido Dios también es gratuito: balbuceos teológicos sobre la gracia que, en la estela de los libros anteriores, asume con particular humildad y búsqueda de discernimiento el acercamiento sensible a una doctrina que, gracias a la Reforma protestante, gesta redescubridora “del Evangelio liberador de la gracia”, como dice al inicio del volumen, y cuyas implicaciones se encarga de rastrear a través de una meditación honesta y minuciosa. Las primeras palabras de la introducción orientan la lectura en esa dirección:

Queremos teologizar responsablemente, con fundamentación, buscando comunicarnos con luz de luna llena, que ilumina las sombras de la noche. La gracia no es un concepto, una doctrina o un tratado. Es alguien: Dios mismo manifestándose como don inmerecido, generosidad, favor gratuito; manifestando su cariño incondicional, eternamente válido, que nos amó primero, antes de que hubiéramos hecho algo para merecerlo. Dios nos invita amorosamente a un intercambio personal vital; a salir de nosotros mismos como compromiso con Dios y con el prójimo. Ése es el fundamento de la existencia agraciada.3

1 X. Pikaza, “J. Sobrino y V. Araya, el Dios de los pobres”, en El Blog de X. Pikaza, 14 de marzo de 2007, http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2007/03/14/j-sobrino-y-v-araya-el-dios-de-los-pobre.

2 Cf. Carlos Araya Guillén, “El símbolo de la luz en la Biblia”, en La Prensa Libre, 9 de febrero de 2015, www.laprensalibre.cr/Noticias/detalle/11553/169/dr-carlos-araya-guillen:-el-simbolo-de-la-luz-en-la-biblia- y L. Cervantes-O., “Victorio Araya, devoto de la luz” (I), en Protestante Digital, 7 de agosto de 2015, http://protestantedigital.com/cultural/36991/Victorio_Araya_devoto_de_la_luz_I.

3 V. Araya, Dios también es gratuito: balbuceos teológicos sobre la gracia. San José, Arboleda, 2017, pp. 11-12.

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