Pesadilla divina

Un nuevo cuento de Antonio Cárdenas.

19 DE ENERO DE 2018 · 07:50

Foto: Bekah Russom. Unsplash.,
Foto: Bekah Russom. Unsplash.

Por fin se hartó el Creador de su criatura y acabó con ella.

Con mucha paciencia había retrasado ese momento, pero la maldad de los hombres aumentó sin cesar. La tierra se llenó de violencia y de corrupción como antes del diluvio, nada había cambiado.

Se arrepintió y le dolió en el corazón haber hecho hombre en la tierra.

Tras librarse de la lacra humana con una plaga exterminadora, el Creador se retiró a su morada, mientras todos los ángeles aprobaban con sus cánticos el buen hacer del buen Dios.

Ya en su soledad, comenzó a meditar su acción. No tenía conciencia de haberse equivocado ni de haberse precipitado. Sus pensamientos, sin embargo, volaron a aquel quinto día en que creó a Adán y Eva, y aquel sexto en que vio que todo lo creado era bueno en gran manera. Con cierta nostalgia le surgieron algunas dudas.

¿Acaso no era de imaginar que Adán y Eva cederían a la tentación de la serpiente? Tampoco los creé tan listos”.

“¿Acaso les di excesiva libertad de modo que ello les acarrearía condenación?”

“¿No era un poco ingenuo pensar que con un mandamiento como el de “amarás a tu Dios sobre todas las cosas”, se iban a tirar a mis brazos?”

“En definitiva, ¿no es cierto que se parecían a mí más de lo que estoy dispuesto a aceptar?”

“¿Les concedí la necesaria oportunidad que cambiaría las cosas?”

Inquietado con estos pensamientos, exclamó con pesar: “Hice lo procedente al raerles de sobre la faz de la tierra, pero ¿acaso me faltó una chispa de imaginación?”.

Sintió un desgarro en su corazón y soltó una exclamación desde lo más profundo de su ser.

“¡Adán! ¡Adán! ¿Qué ha sido de ti?”.

Su propio grito le desveló de un profundo sueño y le sacó de la pesadilla.

A su derecha estaba su Hijo, y éste le dijo “¡tranquilo Padre!”, mientras le mostraba las llagas de sus manos y de sus pies.

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