El abeto: gloria del Líbano

Se creyó que los abetos no existían en las tierras bíblicas. Sin embargo, en el monte Hermón, que se eleva a 2.814 metros sobre el nivel del mar, y en sus elevadas laderas existen hasta el presente numerosos abetos.

11 DE ENERO DE 2018 · 20:40

Foto: Antonio Cruz.,
Foto: Antonio Cruz.

Te llegará la gloria del Líbano,

con el ciprés, el olmo y el abeto,

para embellecer el lugar de mi santuario.(Is. 60:13, NVI)
 

La palabra hebrea (theashshur), que algunas versiones de la Biblia (como la NVI o La Palabra) traducen por “abeto”, se menciona en pocas ocasiones (Is. 41:19; 60:13) y, en general, con la intención de resaltar la gloria del futuro templo de Jerusalén que sería construido mediante maderas nobles de cipreses, olmos y abetos.

Esta escasez de citas generó cierta incertidumbre en los traductores y, a veces, dicho término se interpretó como “cedro”, “álamo” o incluso “ciprés” ya que se creyó que los abetos no existían en las tierras bíblicas.

Sin embargo, al norte de Palestina y en la parte meridional de la cordillera del Antilíbano, está situado el monte Hermón, que se eleva a 2.814 metros sobre el nivel del mar, y en sus elevadas laderas existen hasta el presente numerosos abetos.[1]

Hay alrededor de 50 especies de abetos en las regiones templadas del hemisferio norte. La madera que producen suele ser blanca, ligera, poco resinosa y fácil de trabajar. De ahí que fuera muy utilizada en la construcción y en ebanistería fina desde tiempos bíblicos.

A partir de ella se realizaban incluso instrumentos musicales y posteriormente se ha usado para la fabricación de órganos y papel. Las yemas de los abetos se emplearon también en medicina natural ya que sus infusiones son eficaces contra la tos y el catarro.

 

Nieves del monte Hermón visto desde el norte de Galilea.

En este sentido, como medida terapéutica, se aconseja a las personas que padecen asma u otras afecciones pulmonares que paseen por los bosques de abetos y respiren sus beneficiosas esencias.

El profeta Isaías parece estar escribiendo este texto del capítulo 60 antes de la llegada de Nehemías a Judá, precisamente cuando los muros de Jerusalén ya estaban en ruinas.

A pesar de todo, su mensaje se centra en la construcción futura, no en la destrucción presente. Intenta estimular a su pueblo para que, a pesar de las adversidades, ponga su mirada en el nueva Jerusalén.

En la ciudad de Jehovah, Sion del Santo de Israel. Lugar por excelencia donde el pueblo elegido por Dios se convertirá en el reloj de la historia.

Esta es precisamente la misión fundamental de todo profeta del Altísimo: inspirar continuamente al pueblo para que sustente los valores espirituales por encima de lo material y para que viva confiando en que Dios está llevando a cabo su propósito en el mundo y también en nosotros.

[1] https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1200001999

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