Los cuernos del búfalo

Sus cuernos eran temibles y su fiereza, fuerza y peligrosidad estaban fuera de toda duda.

28 DE DICIEMBRE DE 2017 · 22:10

Diorama en el American Museum of Natural History. / Antonio Cruz,
Diorama en el American Museum of Natural History. / Antonio Cruz

Sálvame de la boca del león, y líbrame de los cuernos de los búfalos. (Sal. 22:21)

Existen actualmente doce especies de bóvidos distribuidas en cinco géneros: Bibos (gaur), Bos (toros y cebúes), Bison (bisontes), Bubalus (búfalo salvaje asiático) y Syncerus (búfalo africano).

Las vacas y los toros domésticos, así como la mayoría de los bóvidos descenderían de los toros salvajes (aurochs o Bos primigenius) hoy desaparecidos.

Al parecer, el último ejemplar de esta especie murió en un zoológico polaco en el año 1627. Estos primitivos mamíferos bovinos fueron muy comunes en el pasado por toda Europa, África del norte, Medio Oriente y hasta el sudeste asiático y la China.

Se han propuesto numerosas teorías para explicar el origen y la diversidad de las diferentes razas actuales de bovinos domésticos a partir de este primitivo toro salvaje. Muchas de estas variedades se pueden cruzar entre sí dando descendientes fértiles, lo cual indicaría que están estrechamente emparentados.

Los búfalos salvajes son bóvidos pertenecientes a la tribu de los Bovidae. Hay dos especies de mamíferos artiodáctilos (número par de dedos en las patas) de la familia de los bóvidos a los que se denomina con este término: el búfalo de agua o búbalo de la India (Bubalus bubalis) y el búfalo cafre africano (Syncerus caffer).

El primero no fue introducido en Oriente Próximo hasta el año 600 d. C. y en el Egipto de los faraones era también desconocido, mientras que el segundo habita actualmente en los bosques y la sabana subsahariana, llegando hasta Sudáfrica, pero no en las tierras de la Biblia.

¿A qué especie se refieren entonces las ocho citas de este animal existentes en el Antiguo Testamento (Nm. 23:22; 24:8; Dt. 33:17; Job 39:9-10; Sal. 22:21; 29:6; 92:10 e Is. 34:7)?

Cuando se analiza el contexto de estos versículos así como la intención de su autor al referirse a los búfalos, se observa que se resalta su extraordinaria fuerza, la peligrosidad de sus poderosas astas y su comportamiento indómito o salvaje.

En nuestra opinión, tales características parecen encajar mejor con la especie africana. Es decir con el búfalo cafre (Syncerus caffer). Ahora bien, la cuestión es ¿pudieron haber conocido los escritores del Antiguo Testamento a este indómito animal?

La distribución actual del búfalo cafre no es como la que debía tener en aquella época. Su caza indiscriminada ha menguado la población, así como la enfermedad conocida como la peste bovina, que diezmó los rebaños durante el siglo XIX en la mayor parte del África meridional y oriental.

Si su área de distribución fue mayor en el pasado, no es imposible que fuera conocido, al menos por referencias aportadas por los pueblos nómadas.

De manera que, igual que se sabía de la existencia de otros animales salvajes como elefantes, hipopótamos, cocodrilos o leopardos, es muy probable que los hombres de la Biblia estuvieran también familiarizados con los búfalos africanos.

Tradicionalmente estos bóvidos han tenido fama de agresivos y peligrosos, incluso entre los cazadores humanos. Los machos adultos pueden alcanzar el metro y medio de altura hasta la cruz y pesar una tonelada.

Sus cuernos curvados hacia arriba son grandes y temibles ya que parten de una base ancha para llegar a tener una envergadura de hasta 1,4 metros. En condiciones normales los búfalos cafre no son agresivos, sin embargo, el peligro surge cuando se asustan o son sorprendidos por la espalda.

Entonces se vuelven y pueden atacar, pero si alguien avanza de frente lentamente hacia ellos, levantan la cabeza, lo huelen y continúan pastando, siempre y cuando consideren que no se trata de ninguna amenaza seria.

Son animales herbívoros que sólo tienen dos enemigos reales: el león y el ser humano. No obstante, en muchas ocasiones, los búfalos se defienden bien y consiguen matar a algún león que les ha atacado previamente. Por supuesto, éstos prefieren cazar animales jóvenes o débiles antes que grandes machos.

Los búfalos africanos no están actualmente en peligro de extinción. No obstante, siguen siendo muy sensibles a la peste bovina que es endémica de algunas partes de Sudán y Etiopía.

La tuberculosis bovina continúa presente en el Queen Elizabeth National Park de Uganda y en el Kruger National Park de Sudáfrica. Además los búfalos han sido considerados durante mucho tiempo como portadores del virus de la fiebre aftosa y, por tanto, han sido eliminados en amplias regiones donde se crían bovinos.

En fin, se trate de alguna variedad de toro salvaje (Bos primigenius), haya sido el actual búfalo cafre (Syncerus caffer) o cualquier otro el que conocieron los hombres del Antiguo Testamento, lo cierto es que sus cuernos eran temibles y su fiereza, fuerza y peligrosidad estaban fuera de toda duda.

Las referencias bíblicas son, por lo tanto, absolutamente pertinentes.

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