Nuevo Pacto: de regreso a la fuente

Reseña de la publicación de un Nuevo Testamento sin numeración de capítulos y versículos, procurando un acercamiento al formato original.

17 DE NOVIEMBRE DE 2017 · 16:23

Nuevo Pacto, una nueva edición del Nuevo Testamento editada por la Confraternidad de Ministerios de Jaén.,
Nuevo Pacto, una nueva edición del Nuevo Testamento editada por la Confraternidad de Ministerios de Jaén.

Conscientes de que es necesario un cambio en el modo de presentar el texto bíblico, en lo que a traducción y presentación se refiere, la Fraternidad de Ministerios de la provincia de Jaén con la colaboración de la Sociedad Bíblica Iberoamericana han editado el Nuevo Testamento en una edición novel sin la numeración tradicional y manteniendo los párrafos en su modo natural.

La actual división en capítulos fue esbozada por el monje Lanfranco de Canterbury en el siglo XI (arzobispo de Canterbury y consejero de Guillermo I de Inglaterra). Durante el siglo XIII, floreció la Universidad de París (o La Sorbona) y esta se destacó como el mayor centro de educación  teológica del catolicismo romano durante la Edad Media. Uno de sus profesores, Stephen Langton, de origen inglés, fue el encargado de implementar un sistema normalizado de capitulación debido a la dificultad que tenían los estudiantes para identificar alguna parte de la Escritura. Así pues, desarrolló el esbozo de Lanfranco y lo llevó a cabo. Debido al renombre de la Universidad de París, esta edición alcanzó gran difusión y se propagó por toda Europa, llegando a ser el único texto utilizado durante más de tres siglos.

 

Portada de Nuevo Pacto.

La clasificación de Langton se había limitado a los capítulos, pero era necesario aún subdividirla en partes más pequeñas. El primer intento en este sentido fue el del dominico italiano Santi Pagnini (1470-1536), judío converso y después dominico, quien en 1528 publica en Lyon su traducción latina de la Biblia, la Veteris et Novi Testamenti nova translatio, subdividida en frases cortas con un sentido más o menos completo o, en otras palabras, en versículos. Aún así, la subdivisión de Pagnini nunca fue ampliamente adoptada.

Por otro lado, Robert Estienne (1503-1559) un prestigioso impresor y humanista francés, identificado con el movimiento protestante, experimentó la hostilidad de los teólogos católicos de La Sorbona, por lo cual se vio obligado a dejar París para radicarse en Ginebra (Suiza). En el año 1551 imprimió un Nuevo Testamento Griego, en el cual apareció por primera vez nuestra actual división de versículos para esa parte de la Biblia. En el año 1555, imprimió toda la Biblia en latín, y esa fue la primera vez que aparecía la división completa de capítulos y versículos que poseemos en la actualidad. Para los libros del Antiguo Testamento y para los deuterocanónicos, él adoptó con algunos retoques la división hecha por Santi Pagnini. Los números de los capítulos y de los versículos no estaban inmersos dentro del texto bíblico, sino en los márgenes.

 

El evangelio según Lucas.

En 1565, Teodoro de Beza inscribió los números de los versículos propuestos por Robert Estienne, en el interior del texto mismo. Y en 1569, Casiodoro de Reina publicó en Basilea (Suiza), la primera traducción completa de toda la Biblia al idioma español, y en ella incluyó la división actual de capítulos y versículos.

Arias Montano (1572) introdujo definitivamente la división actual de versículos en la Biblia hebrea, en su gran obra exegética, la Políglota de Amberes.  

Y en 1592, El Papa Clemente VIII, hizo publicar una nueva versión de la Biblia en latín para uso oficial de la Iglesia Católica, y en ella se incluyó la división actual de capítulos y versículos.

Así que, finalizando el siglo XVI, judíos, protestantes y católicos habían aceptado la división en capítulos introducida por Stephen Langton y la subdivisión en versículos introducida por Robert Estienne. Desde entonces, estas divisiones en capítulos y versículos ganaron aceptación como una forma estándar para localizar las porciones de la Escritura y se impusieron en el mundo entero.

El hecho de contar con un sistema normalizado de capítulos y versículos para referirse a las partes de la Escritura es de una bondad indiscutible. No obstante, los estudios avanzados han puesto de manifiesto algunos inconvenientes puesto que estas divisiones no son perfectas:

1. En ocasiones los capítulos de Stephen Langton no respetan la unidad del discurso o relato.

2. A veces los versículos de Robert Estienne aparecen en medio de una oración, pensamiento o frase, en lugar de formar párrafos convenientes y lógicos. En algunos lugares su división resulta artificial, improvisada, caprichosa y discutida.

3. La división nunca debió ser en sustitución del texto corrido, interrumpiendo la continuidad del mismo.

En el estudio de la Biblia, debemos ignorar esta división, entendiendo que su único propósito es el de facilitar la referencia. Algunas ediciones modernas han intentado rescatar la unidad del discurso al añadir subtítulos, pero aún así, el estudiante de la Biblia siempre debe tener presente que dichos subtítulos son arreglos de los editores, y que estos no forman parte del Texto Sagrado original.

El lector bíblico, todavía, no es consciente de los beneficios que genera una lectura sin obstáculos, puesto que no ha tenido la oportunidad de experimentar esta nueva forma ya que no dispone de un texto sin numerar.

Por ejemplo, en Romanos 8.20-21 la división de versículos interrumpe el sentido de la oración dejando a “en esperanza” en la frase anterior y deformando el mensaje: 

“20 Porque la creación fue sujetada a la frustración, no por su propia voluntad, sino por la del que la sujetó en esperanza (¿?) 

21 de que también la creación misma será liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.”

Por el contexto inmediato el número 21 debería ir antes de “en esperanza”

“20 Porque la creación fue sujetada a la frustración, no por su propia voluntad, sino por la del que la sujetó; 21en esperanza de que también la creación misma será liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.” 

Auspiciado por la Fraternidad de Ministerios de la Provincia de Jaén y en un intento de reproducir lo más fielmente cómo leyeron los destinatarios originales los diversos escritos del NP, hemos trabajado en esta edición novel, eliminando del Texto Bíblico todo aditamento humano de numeración capitulada y versificada: lo que algún autor reciente ha llamado “salvar a la Escritura de nosotros mismos” (Glenn R. Paauw). Hemos indicado, sin embargo, en el encabezado de cada página una simple referencia al capítulo o capítulos incluidos en la misma, con el fin de que se pueda identificar mentalmente dónde nos encontramos leyendo según el sistema tradicional.

El texto utilizado el la 4ª Edición de la Biblia Textual, basada en el Novum Testamentum Graece (28ª Edición), ya que académicamente es la más avanzada hasta el momento.

 

La segunda carta de Juan.

Sin duda, una lectura limpia y sin fragmentaciones nos ayudará a comprender globalmente el significado de cada libro del Nuevo Pacto. Cuando los destinatarios de una carta la recibían, se reunían para leerla juntos y la compartían con otras iglesias (Colosenses, por ejemplo); y la leían al completo, como hoy podríamos leer una carta de un amigo nuestro. Este tipo de lectura intensiva nos sumerge en el pensamiento del escritor, disfrutando de las riquezas inherentes a la Escritura. Esto nos obligará a una lectura de más tiempo, pero no dejará ser sino la imitación de lo que el pueblo de Israel hizo (Nehemías 8.3), aunque a escala reducida, pues una lectura de unos veinticinco o treinta minutos diarios nos permitirá leer el NP en tan sólo dos meses.

La lectura en forma de narrativa, o epistolar en otros casos, se llama inmersiva cuando se han facilitado por parte del editor las condiciones óptimas a nivel de diseño y el lector le dedica tiempo suficiente como para comprender el sentido global de todo un libro o carta. Esta edición pretende precisamente eso. Si el lector consigue disfrutar de este tipo de lectura y ha sido llevado a una experiencia de inmersión en las profundas riquezas de la Palabra de Dios, déle gloria a Dios por su Palabra.

Y, con la conmemoración de los 500 años de la Reforma, parafraseamos también uno de sus lemas: “Sola Scriptura”. 

 

José Mª de Rus Martínez es el responsable de la edición. Escribe regularmente en un blog sobre edición bíblica: https://blogdebiblias.wordpress.com

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