Febe Jordà: Sobre el adjetivo ‘cristianos’

Difundo la reflexión que Febe Jordà ofreció en Valladolid el pasado domingo 24 de septiembre, como conferencia de clausura del IX Encuentro de la Alianza de Escritores y Comunicadores Evangélicos (ADECE) y dentro de su Anual.

13 DE OCTUBRE DE 2017 · 05:50

Febé Jordà durante su intervención, junto a libros publicados por ADECE (Foto de Héctor J. Rivas),
Febé Jordà durante su intervención, junto a libros publicados por ADECE (Foto de Héctor J. Rivas)

Se me propone reflexionar sobre el adjetivo ‘cristianos’ implícito en las siglas de ADECE, la Asociación de Escritores y Comunicadores Evangélicos de España. Ya advierto que no serán cuestiones nuevas, pero sí expondré mis consideraciones sinceras al respecto a la luz de la Palabra.

 

CONNOTACIONES NEGATIVAS

Es una triste realidad. El adjetivo cristianos se relaciona con demasiados hechos históricos nada gloriosos, precisamente: la oscura edad media y su abuso de poder y fraude; la Inquisición, siempre asociada a falta de libertad y atropellos; la conquista sanguinaria de territorios ¡en nombre de Cristo!

También con nuestra reciente dictadura; con pederastia, tan siniestra y ocultada sistemáticamente; con asesinatos de bebés en conventos, con tráfico de niños arrebatados a sus madres nada más nacer.

En España, en nuestro contexto inmediato, se produce una asociación mental directa de muchos de nuestros conciudadanos con todos estos temas, y aún se constatan intervenciones de prelados abundando, en muchos casos, en la intromisión en las vidas ajenas y la pretensión de coartar la libertad tanto personal como social.

“Pero claro –decimos los evangélicos-, esto se refiere a la Iglesia Católico Romana…”

Ya, pero es que desafortunadamente, de nosotros, los que nos hemos acercado más a la Biblia, que hemos querido ponerla en práctica, incluso a veces con carácter liberador… ¡es que de nosotros no saben nada! Y lo que conocen es quizá lo más pintoresco, o lo más escandaloso y negativo.

 

SOMOS CRISTIANOS

De todos modos, nosotros somos cristianos. ¿Y cómo definiríamos el adjetivo que nos traemos entre manos? De un modo sencillo, podríamos decir que significa ser seguidores de Cristo, imitadores del Maestro, en gozosa obediencia porque sentimos sincera gratitud y adoración por nuestro Señor y Salvador.

¿En qué somos cristianos?En nuestra vida, siempre, sin distinción de ámbitos o áreas de influencia de Cristo o no, sin dicotomía entre lo secular y espiritual.

Si nos dejamos llevarguiados por el Espíritu Santo seremos espirituales, moviéndonos espiritualmente en medio de este siglo. Es lo de vivir en Cristo, en una verdadera entrega y búsqueda de la voluntad de nuestro Señor.

El entorno, el mundo, lo secular, no sólo es inevitable: es que mal atenderíamos a la Gran Comisión, a la extensión del Reino, si viviéramos al margen, a parte, en una burbuja, en nuestros guetos… ¡como hemos hecho tantas veces! Flaco favor hacemos a la obra de nuestro Señor cuando actuamos así.

¡Y qué alegría dan los encuentros, la búsqueda de puntos en común como la poesía, el arte en general, que nos permiten estrechar lazos con personas no cristianas!

 

Febé Jordà y Teresa Cortés (Foto de Héctor J. Rivas)

 

SOBRE LOS AUTORES

Y me refiero a escritores, comunicadores, artistas diversos: fotógrafos, músicos, actores, serigrafistas, cocineros…

a) Algunas características

Quizá a riesgo de caer en el estereotipo, hay algunos rasgos que parecen comunes:

  • Los autores son sensibles y creativos; buscadores de belleza, de verdades, de querer remover el corazón del otro; atrevidos, radicales quizá.
  • Los autores quieren ser conocidos, porque para vivir de sus creaciones o aportaciones, es necesario.
  • Quizá hay un riesgo de caer en el orgullo, la soberbia, la vanidad, por dividir la humanidad no entre judíos y gentiles sino entre artistas y la gente normal. “¿Tú que eres?” – “Yo soy músico… Escritor… Presentador…”. Y cuidado, porque este exceso de estimación propia, este apetito desordenado de ser preferido a otros, es disimulable, pues en ocasiones nace de causas nobles y virtuosas. Esta característica puede que nos lleve a la crítica, quizá sólo para recalcar que nosotros somos mejores. Hay que cuidar la intención de nuestro corazón. Si no podemos hacer un libro mejor, un tema musical mejor, un cuadro más excelente; y si además lo que queremos cuestionar es de bendición para otras personas, no critiquemos para que parezca que estamos en un pedestal, no destruyamos lo que otros hacen por amor al común Señor.
  • Quizá también existe el riesgo de la envidia, ese deseo de tener lo que no se posee (reconocimiento, talento, fama, dinero) y ese pesar por el bien ajeno. Qué sufrimiento para quien la padece, y qué triste panorama.
  • ¿Quién nos da el don, los dones, que tenemos?¿Y la vocación? ¿Quién nos llama y para qué plan?“Siervos inútiles somos si lo que debíamos hacer hicimos…” (Lc 17:10)

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo” (Mc 8:34) Los autores me temo que también. ¿Llevaríamos a cabo nuestra tarea con la misma alegría y dedicación si fuéramos anónimos?

 

b) ¿Hay algunas pautas?

Ya digo que son mis reflexiones personales, desde el corazón,propuestas de nuevo para meditar, para examinar nuestra motivación y ver “si hay camino de perversidad” en nuestro interior (Sal 139:23-24).

  • ¿Qué temas tratar? ¿Qué cuestiones e ideas?¿Qué enfoques? ¿Qué estilos? ¿Cuándo? Valoremos la oportunidad de cada una de las posibilidades.
  • “Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2ª Co 3:17)

“Todo me es lícito, pero no todo conviene… porque no edifica”… (1ª Co 10:23-26).

Creo que la única opción válida es que clamemos por sabiduría de lo alto a nuestro Dios, para que Él nos oriente.

Como claves para decidir, propongo:

  • Mirar al Señor, porque no hay otra pista.Si estamos en comunión y en sintonía con Él, nos iluminará y nos guiará. Quizá también pedir consejo a otras personas en caso de dudas.
  • El “en Cristo” no incluye todo lo que hacemos solo por el hecho de que somos cristianos. Que seamos del Señor no va a evitar que en ocasiones nos equivoquemos.
  • ¿Nuestro trabajo es radical? ¿Rompedor? ¿Escandaloso? Bien. Pero, ¿qué aporta? ¿Es constructivo? ¿Edifica? En un sentido amplio, que por lo menos no destruya.
  • ¿A quién honra? Porque somos cristianos, es decir, de Cristo y para su gloria (soli Deo gloria) Es eso, ¿no?
  • Porque lo que está en juego es el Nombre de nuestro Señor, el único Nombre en el que hay Salvación para el ser humano.

Cuidado con hacer tropezar a uno de los más pequeños… “mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno y que se le hundiese en lo profundo del mar” (Mt 18:6). Esto es para ser tomado muy en serio, ¿no os parece?

La pauta es, como debe ser en toda nuestra vida, buscar la dirección del Señor. A Él y sólo a Él es a quien deberás rendir cuentas.

Y entonces, con la conciencia tranquila, también podrás presentarle la posible crítica o censura que recibas. En tu libertad, y con Cristo como única referencia, realiza y presenta tu trabajo de autor.

 

Samuel Escobar y Febé Jordà (Foto de Héctor J. Rivas)

 

EL PRECIO

¿Entonces hay un precio que pagar?Sí, el de negarse a uno mismo y tomar nuestra cruz, cada día, y seguir a Cristo (Mc 8:34, Lc 9:23) Seguirle en serio, de cerca, en todo momento, mirándole sólo a Él.

Quizá hay que hacer sacrificios. No sólo el que requiere el trabajo de creación en sí, el esfuerzo, la renuncia a otras cosas. Hablamos de quizá uno que requiera que no se vea todo lo que podrías aportar como artista, lo que serías capaz de crear… porque por alguna razón consideres que ese camino mejor no transitarlo por amor a tu Señor y a tu prójimo.

Quizá se trata de un sacrificio íntimo que incluso puede parecer un desperdicio… como el vaso de alabastro quebrado para ungir y honrar al Señor. O como el agua que le trajeron aquellos tres valientes a David, que la ofrendó a Jehová porque tenía un altísimo precio (1ª Cro 11:15-19).

Y es que hay cosas que tienen más valor, mucho más valor que nosotros y nuestro arte, y es el Reino del Señor Jesucristo y su avance.

Otras profesiones también requieren sacrificios. En algunas ocasiones pueden acarrear la pérdida de consideración en la empresa, la pérdida de oportunidades de prosperar, la pérdida del trabajo incluso: el secretario que se ve “obligado” a mentir por su jefa y decide no hacerlo, la empleada de banca que “debe colocar” productos dudosos a los clientes por el cumplimiento de objetivos pero decide atender a su conciencia solidaria, el enfermero o la doctora que se niegan a practicar un aborto.

Sí. Hay un precio que pagar porque hay un cometido, una misión, un propósito.

 

Otro momento de la conferencia de Febé Jordà  (Foto de Héctor J. Rivas)

 

CONCLUSIONES

Somos cristianos

“Cristitos”, como se les llamó por primera vez en Antioquía (Hch 11:26). Sí, de Cristo, porque no somos nuestros (1ª Cor 6:19). Yen Cristo, como lo haría Él. Puestos los ojos en Él, para el enfoque adecuado. Yen su Nombre, como si lo que hacemos, nuestra obra, pudiera firmarla Él sin problemas ni peros.

Para que nadie se lleve a confusión, tenemos claro que Jesús iba a bodas, convites y fiestas, y a Él no se le acusaba de aguafiestas, precisamente. Pero nunca hacía nada que no debía ni dejaba de hacer lo que sí debía hacer.

Hablamos de libertad y de diversidad, y de unos límites, autoimpuestos por amor si es el caso. Amor al Señor y al prójimo.

Debemos trastornar el mundo

“Estos que trastornan el mundo…entero… también han venido acá… y dicen que hay otro Rey, Jesús” (Hch 17:6). Porque ése es el mensaje, y nosotros somos “embajadores en nombre de Cristocomo si Dios rogase por medio de nosotros… reconciliaos con Dios” (2ª Co 5:20).

El talento que tenemos

Pongámoslo a los pies del Señor, para que Él lo use. El talento es regalado, incluso el llamado, la oportunidad y la ocasión de perseverar.

“Ninguno tenga de sí más alto concepto del que debe de tener, sino que piense de sí con cordura… pues cada miembro tiene su función” (Ro 12:3-5). Y siervos inútiles somos si hacemos lo que tenemos que hacer (Lc 17:10).

Ser conocidos

Escritores, comunicadores, creativos y artistas en general queremos que se nos conozca, tener cierto protagonismo. Como en la Biblia Abraham, David, Ester, Pablo… Son personajes principales. O quizá como secundarios ya nos iría bien: Eliezer, Joab… Amós, Elisabet…O por lo menos nos gustaría salir en los créditos, como al final de las epístolas.

Pero lo cierto es que en realidad no importa que nadie sepa tu nombre, que nadie te conozca ni a tu obra, porque Cristo sí te conoce, y sabe de tu trabajo de amor por Él.

La lista de héroes en Hebreos 11:38 acaba diciendo de algunos hijos de Dios que el mundo no los merecía, que “el mundo no era digno” de ellos. Un elogio maravilloso, pero sin dar nombres.

El adjetivo ‘cristianos’

Se me propuso hablar del adjetivo ‘cristianos’ implícito en la denominación de nuestra Asociación, ADECE. Pero yo os animo a ser cristianos de sustantivo: una cristiana escritora, un cristiano comunicador.

Cristianos siempre, cristianos antes que nada, para la gloria de nuestro Señor y Salvador.

¡Que el Señor nos ayude y nos bendiga!

 

Febé Jordà (Foto de Héctor J. Rivas)

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