Árboles bien plantados

(El médico que no dejó de serlo)

Va a hacer 12 años que Protestante Digital publicó mi primer cuento, en octubre de 2005.

En esta tarea me introdujo Carles Pujol, que padecía una grave enfermedad, y a quien le dediqué el relato. Expresamente me había aconsejado “no dejes de escribir”, como habiendo descubierto por fin en que podía enfocar mi don.

Carles falleció el en febrero de 2007. Su ausencia en la iglesia me restó motivos para asistir a las reuniones. El domingo que podía cruzar unas palabras con él, no era un domingo perdido.

Semanas antes de fallecer, Carles me prestó su silencio terapéutico y un testamento escrito, un regalo con visión de futuro que con el tiempo he podido desenvolver. Su amor era con conocimiento, ahora lo puedo decir.

De su sección en P+D Cartas de un amigo, publicó el 7 de enero de 2007 una titulada Ideas en que se refería a una conversación que mantuvimos y en la que yo me enfrasqué en rescatar una idea del olvido.

Su recomendación decía así: “¡Tranquilos! Que no sean las ideas lo que nos preocupe, sino ser árboles bien plantados. Éstos no están pendientes de cada pieza de fruto que producen, porque saben que serán igualmente fecundos”.

Sí, Carles, es mejor ser árboles bien plantados. Gracias.