El Hijo de Dios va a la lid

Heber escribió El Hijo de Dios va a la lid considerando la vida cristiana como una lucha a la cual el cristiano es desafiado a participar hasta el punto del martirio.

15 DE SEPTIEMBRE DE 2017 · 07:25

Reginald Heber.,
Reginald Heber.

Reginald Heber, que vivió entre 1783 y 1826, fue un obispo anglicano que había estudiado en Oxford, donde destacó como pensador, poeta y orador.

Fue ordenado al ministerio en la Iglesia Anglicana a los veintisiete años. Profundamente interesado en la obra misionera, viajó extensivamente por el norte de Europa, Noruega, Finlandia y Rusia.

Tras varias negativas a aceptar el puesto de obispo de Calcuta, finalmente fue instalado en ese cargo en 1823. Debido a un golpe de calor falleció a la temprana edad de 43 años.

Durante su vida compuso casi sesenta himnos, entre los que destacan el bien conocido “Santo, Santo, Santo” y “De Heladas Cordilleras”, un himno con claro enfoque misionero.

Heber escribió El Hijo de Dios va a la lid considerando la vida cristiana como una lucha a la cual el cristiano es desafiado a participar hasta el punto del martirio.

Aunque existe una versión en castellano de principios de los años 60, la que aquí se presenta sobresale por su mayor fidelidad al original y por lo cuidado de su versificación.

Destaca en este himno la evocación que se hace en la segunda estrofa al primer mártir de la era cristiana, Esteban, el cual, viendo la gloria de Dios clamó pidiendo el perdón de sus verdugos.

Como anécdota cabe señalar que varias estrofas de este himno suenan en la película El Hombre que Pudo Reinar (The Man Who Would Be King) de 1975, la última gran superproducción épica del director John Huston, protagonizada por Sean Connery y Michael Caine y candidata a cuatro premios Oscar.

 

EL HIJO DE DIOS VA A LA LID

Letra: Reginald Heber, 1812. Traducción: David Rivero, 2017. Versificación: Santiago Míguez de la Rosa, 2017. Música: Henry Stephen Cutler, 1872.

 

Sol Lam Sol/si Do Do/mi Re

El Hijo de Dios va a la lid, corona a conquistar;

Sol Si Do Lam Sol/re Re7 Sol

su sangre ondea el Adalid, ¿quién le ha de acompañar?

Mim Sim Do Re Re7/fa# Sol Re7

¿Quién beberá de su aflicción, triunfante ante el dolor?

Sol Sol/si Lam Sol/si Do Re7 Sol Do Sol

Quien su cruz cargue con pasión, será su seguidor.

 

 

El primer mártir traspasó con su ojo el negro umbral,

y el cielo abierto le mostró al Padre celestial.

En medio de dolor mortal, dispuesto a perdonar,

oró por el que le hizo el mal: ¿quién le ha de acompañar?

 

 

A aquel valiente al que escogió, su Espíritu infundió;

valor ante la muerte halló, y de la llama rio.

Al ver las crines del león, la espada enarbolar,

cerviz dobló ante su sayón: ¿quién le ha de acompañar?

 

 

El hombre, el niño y la mujer, milicia de la cruz,

que al Salvador ya pueden ver, vestidos de su luz,

atravesaron el dintel del cielo con pesar.

Oh, Dios, otorga gracia a aquel que la ha de acompañar.

 

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