La iglesia como grupo, de Félix Ángel Palacios

El grupo es el diseño divino para su cuidado y desarrollo, el modelo escogido por Dios para llevar a cabo en la Tierra el plan de redención integral del ser humano.

14 DE SEPTIEMBRE DE 2017 · 20:00

Portada de libro de Félix Ángel Palacios.,Félix Ángel Palacios
Portada de libro de Félix Ángel Palacios.

Un fragmento de “La iglesia como grupo. Claves para el análisis de la congregación cristiana desde sus fenómenos grupales”, de Félix Ángel Palacios (2017, Publicaciones Andamio). Puede saber más sobre el libro aquí.

¿Cómo ejerce Dios la ingente tarea de nutrir y pastorear este rebaño tan grande, humano y variado, con tantas cosas por corregir hasta que sus miembros lleguemos a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo? Pues la forma escogida para realizar un trabajo tan colosal es, sin ninguna duda, la iglesia local. Este es el diseño del Señor de la mies para la proclamación del evangelio y la edificación de los creyentes a través de todos los tiempos.

Dejando a un lado los aspectos puramente eclesiológicos, que no constituyen ahora nuestro objetivo, y centrándonos únicamente en aquellos que tienen que ver con nuestra forma de reaccionar como seres sociales, si alguien conoce en toda su profundidad y extensión los fenómenos que se habrían de poner en marcha cuando esos dos o tres se reúnen como iglesia, con sus pros y sus contras, este es sin duda su Diseñador. Vivir en un grupo cristiano no es una opción, es el diseño de Dios para sus hijos.

 

Félix Ángel Palacios.

Aunque la Biblia no habla específicamente de fenómenos grupales (no es un libro de psicología), a lo largo de sus páginas abundan los relatos con fuerte contenido grupal que resumen nuestra necesidad de los demás para desarrollarnos y llevar a cabo la Gran Comisión. De hecho, también Dios, del que somos imagen, es una Trinidad, un modelo grupal con naturaleza y dinámica propias: tres personas diferentes con diferentes nombres, funciones y características. Curiosamente, el estudio de los grupos humanos confirma que para desarrollarse en estos toda su fenomenología han de estar constituidos por al menos tres miembros. En psicoterapia, tres es también el número mínimo de personas con las que puede iniciarse un tratamiento grupal. No es casualidad, pues, el concepto de grupo en el diseño de Dios para su iglesia.

No podríamos prescindir, aunque quisiéramos, del resto de los creyentes porque, en este diseño divino, los cristianos formamos parte de un esquema fuertemente grupal, no individual. Sorprende, sin embargo, la facilidad con la que muchos prescinden de la iglesia local: “Cristo sí, pero iglesia no”, exclaman. A grandes rasgos, y salvo por las razones grupales que iremos desgranando aquí (y que pueden llegar a ser muy lesivas), por doctrinas disparatadas, etc., el balance de pros y contras para formar parte de una congregación resultará siempre beneficioso para quien desee crecer y madurar en ella, incluso en presencia de algunos desencuentros de interpretación de las Escrituras o de organización de la iglesia.

Desde un punto de vista grupal, eludir el crecimiento dentro de un círculo cristiano por motivos secundarios como el tipo de música, la forma de predicar o de llevar el culto, las costumbres locales, el énfasis en un determinado aspecto de la palabra de Dios, etc., sería equiparable al paciente que, necesitado del tratamiento farmacológico prescrito por su médico, se niega a entrar en la farmacia que se lo dispensa porque no le gustan sus empleados, ni cómo visten ni cómo hablan, ni tampoco la música ambiente que ponen en el local. Obviamente tal renuencia es poco justificable y repercutirá negativamente tanto en el propio paciente como, de rebote, en el círculo de personas que le rodean. Además, como es el caso de la iglesia, cuando la dinámica grupal funciona como un cuerpo, el hecho de sustraer la presencia de uno de sus miembros u órganos repercute en él mismo y en los demás, y en consecuencia en el ejercicio pleno de sus funciones. Analizaremos esta interdependencia, retroalimentación o feed-back desde diferentes ángulos a lo largo del libro.

 

Portada del libro.

Quienes se aíslan de los otros creyentes, de cuya presencia, palabra y oraciones creen poder prescindir, tienen un mal pronóstico desde el punto de vista funcional pues el grupo es el diseño divino para su cuidado y desarrollo, el modelo escogido por Dios para llevar a cabo en la Tierra el plan de redención integral del ser humano. En Cristo no existe margen para el individualismo, antes al contrario, los sencillos ejemplos bíblicos con los que sus seguidores somos representados de forma metafórica (su cuerpo, su novia o esposa, la vid, un edificio, un rebaño, un pan, etc.) dan a entender claramente que el aislamiento es algo completamente extraño a este diseño grupal, una ofensa hacia su Diseñador, a quien dicho individualismo pretende contradecir y corregir.

Dios nos ha otorgado el indescriptible privilegio de formar parte de un selecto grupo, el de sus hijos, así que desdeñar este espacio donde la presencia del Eterno se manifiesta de múltiples formas implica hacerlo también con la dignidad y la bendición que ello conlleva, lo que nos asemejaría a aquellos ángeles que, con evidente mal criterio, cambiaron su posición excepcional en los cielos por la sensualidad y el desenfreno de la Tierra.

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