La oveja perdida

Un nuevo cuento de Antonio Cárdenas.

10 DE AGOSTO DE 2017 · 20:10

Foto: Sam Carter. Unsplash.,
Foto: Sam Carter. Unsplash.

Las noventa y nueve ovejas del redil recibieron con gran alborozo a la oveja perdida que el Buen Pastor trajo sobre sus hombros. Celebraron un banquete por todo lo alto y le ofrecieron todo el cuidado curativo que ella necesitaba en aquellos momentos.

Pasados los días empezó a relacionarse con todo el rebaño y le decían cosas como:

—Se acabaron tus privilegios egoístas, aquí todos nos hemos negado a nosotros mismos y actuamos a las órdenes del Pastor.

—Lloramos con las ovejas que lloran y reímos con las ovejas que ríen. Ya no tendrás aquí privilegios individualistas.

—El más pequeño entre nosotros es mayor que Juan el Bautista, se acabó lo de preservar tu vida a toda costa.

—Desfallecemos en la lucha contra el mal, sufrimos el acoso del adversario y morimos cada día. Tus intereses ya no serán los tuyos sino los del redil.

—Aquí nos confesamos siervos inútiles después de cada servicio al Pastor, los tiempos de tu autonomía personal han pasado.

—Tu familia deja de serlo, fuese cual fuese. Ahora no conocerás otra que no sea la del redil.

—Tu apego a lo material ya es cosa del pasado.

Todas estas cosas y muchas más escuchaba la pobre oveja con el corazón encogido. Sofocada por toda esa perorata normativa, saltó por fin.

—No entiendo nada de lo que me decís. Lo único que sé es que yo estaba atrapada en una zarza y el Buen Pastor me libró. Todas vuestras renuncias no son comparables al estado en que yo me encontraba. Además, no sé qué os habrá dicho el Buen Pastor a vosotras, pero a mí me susurró al oído, mientras reposaba sobre sus hombros, que con un poco de mansedumbre y humildad su yugo es fácil y su carga ligera. ¿De verdad la carga y el yugo que lleváis son del Pastor?

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