Tirit y Trump

Acompañar a los que son tolerantes solo en apariencia no va a ser fácil.

20 DE JULIO DE 2017 · 20:00

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Érase una vez una población dividida en dos facciones. Una estaba dispuesta a acoger a refugiados que huían de la guerra, y la otra se negaba a darles amparo.

Los progresistas estaban liderados por Tirit y los conservadores por Trump.

Tirit estaba convencido que obraba correctamente y señalaba a los oponentes de equivocados y racistas. No se acercaba a ellos porque sabía que tarde o temprano vendrían a él.

“La razón está de nuestra parte”, “vendréis a las nuestras”, “vivís un mundo imposible”, “no hay más camino que el de vuelta”, éstos eran los mensajes que lanzaba a los intolerantes.

Trump, por el contrario, se puso desde el principio del lado de los conservadores. Se asoció con su ideología y la defendió apasionadamente.

Los intransigentes se vieron comprendidos y acompañados por Trump hasta las últimas consecuencias.

La confrontación llegó a extremos de violencia y los tolerantes, siendo más fuertes en argumentos y armamento, consiguieron expulsar del territorio a sus oponentes.

Éstos vagaron por el mundo buscando la protección de las naciones. Acarrearon la misma suerte de los deportados a quienes negaron auxilio,convirtiéndose en un pueblo errático. Comenzaron a cuestionarse la actitud que les había llevado a esa situación.

Durante todo este tiempo pudieron observar la conducta de Trump y sospecharon que quizá se tratase de un líder traidor.

Lo sometieron a interrogatorio con tortura hasta que por fin se identificó como un tolerante que aceptaba acoger a los deportados, lo que le costó la sujeción con grilletes.

Ya solo les esperaba la muerte por falta de provisiones puesto que las naciones circundantes se negaban a proporcionárselas.

Llegó el momento esperado del arrepentimiento y por fin reconocieron el error.

Viendo ya el final, se dirigieron a Trump para preguntarle.

—¿Cómo siendo tú un traidor has escogido nuestro destino fatal?

—Solo tenía dos opciones: luchar por mi verdad o morir por vuestro error. Escogí lo segundo porque creí desde el principio que, en el borde del abismo de confusión al que os conduje, asomaría por fin la sensatez— dijo Trump.

—¿Y qué ganabas siendo tan loco?

—Ya me considero compensado viendo vuestro cambio, os veo como mis hijos. Ahora ya moriría en paz. Tenemos un mismo destino y una misma condición. ¿Qué más puedo querer?

—Ahora sí te reconocemos como verdadero líder por habernos acompañado en nuestro desierto.Pero, ¿qué podemos hacer?

—No debéis preocuparos, nuestros paisanos tolerantes nos han de recibir por pura formalidad y coherencia— dijo Trump.

Y así se hizo, volvieron al país de origen confesándose arrepentidos. Se les aceptó y sometió a intensos interrogatorio con la obligación de comparecer periódicamente ante las autoridades, para al fin recibir una porción de pan y agua.

Ellos aceptaron sin queja recibir el trato de refugiados y no de ciudadanos con todos los derechos porque sus valores habían cambiado.

Trump convocó de nuevo a los admitidos.

—Ahora ya no soy vuestro líder, pero sabéis lo que tenéis que hacer, ¿es así?

—Sí, sabemos que hemos de arriesgar por el error de los engañados antes que por la propia verdad…, aunque nuestra tarea quizá será más ardua que la tuya.

—Decís bien, porque yo contaba con vuestra nobleza, pero acompañar a los que son tolerantes solo en apariencia no va a ser fácil. Pero nada es imposible.¡Confiad!

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cuentos - Tirit y Trump