“¿Por qué la Reforma aún importa?”, de Tim Chester y Michael Reeves

Conociendo el pasado, para reflexionar sobre el presente y dar forma al futuro. Un fragmento de “¿Por qué la Reforma aún importa?” de Tim Chester y Michael Reeves.

13 DE JULIO DE 2017 · 16:00

Detalle de la portada del libro.,
Detalle de la portada del libro.

Un fragmento de “¿Por qué la Reforma aún importa?” de Tim Chester y Michael Reeves (2017, Andamio). Puede saber más sobre el libro aquí.

 

Hace quinientos años, un joven monje alemán caminó desde su monasterio, cruzando la ciudad de Wittenberg, hasta la iglesia del castillo. La puerta de la misma hacía las veces de tablón de anuncios público. Allí clavó el monje un cartel con noventa y cinco declaraciones o tesis. Su nombre era Martín Lutero (1483-1546).

Las noventa y cinco tesis eran una invitación al debate público. Eran la versión del siglo XVI de una provocadora entrada de blog invitando al debate online. Su motivo fueron las prácticas del fraile dominico Johann Tetzel (1465‒1519). El amigo íntimo y colega de Lutero, Philipp Melanchthon (1497‒1560), describió a Tetzel como “un adulador muy audaz”. “Un trepa descarado”, podríamos decir hoy. La mayoría de las personas de la época creían en el purgatorio, un lugar de tormento al que las personas iban tras su muerte de forma que podían ser purgados de sus pecados antes de pasar al cielo. Tetzel estaba vendiendo indulgencias ‒promesas del papa que permitían a las personas reducir su tiempo en el purgatorio. “Tan pronto como la moneda en el cofre suena, el alma del purgatorio vuela”, decía la cancioncilla.

 

Tim Chester.

Las noventa y cinco tesis de Lutero eran una protesta contra estas indulgencias y la preocupación de la iglesia por la riqueza. No consistían en una serie de declaraciones particularmente radicales, sin duda no según los estándares del pensamiento posterior de Lutero. No cuestionaban la existencia del purgatorio, ni siquiera el valor limitado de las indulgencias. Sin embargo, golpeaban a la iglesia donde era más vulnerable: en el bolsillo.

El arzobispo local se quejó al papa. Pero la oposición motivó a Lutero y este comenzó a atacar la infalibilidad del papa. Quemó la bula papal que amenazaba con su excomunión. El emperador Carlos V convocó una conferencia en la ciudad de Worms. Los amigos de Lutero lo defendieron hábilmente, pero el emperador le llamó finalmente para que asistiera, con la promesa de protección.

Las ideas de Lutero se extendieron por Europa, aceleradas por la recientemente inventada imprenta. En muchos lugares encontraron una audiencia preparada. La evidente corrupción de la Iglesia Católica había provocado que muchas personas anhelasen un cambio, y el renovado interés en la enseñanza antigua asociada con el Renacimiento había llevado a un redescubrimiento de las Escrituras.

Lutero publicó sus noventa y cinco tesis el 31 de octubre de 1517. La Reforma fue un movimiento complejo con muchos afluentes. No fue la obra de un hombre o un movimiento. Sin embargo, el 31 de octubre de 1517 ha adoptado un significado simbólico. Más que cualquier otro acontecimiento, reúne todas las condiciones para ser el pistoletazo de salida que lo puso todo en marcha.

 

Pero quinientos años después, ¿sigue importando la Reforma?

Importa porque es nuestra historia. Si eres anglicano, bautista, hermano, congregacional, independiente, luterano, menonita, metodista, pentecostal, presbiteriano, o reformado, estas son sus raíces. Tu historia puede trazarse remontándose a estos acontecimientos de hace quinientos años.

No obstante, ¿son los reformadores como unos abuelos incómodos? ¿Son una parte de nuestra historia que deberíamos dejar atrás o que podemos ignorar sin problema? ¿O son quizás héroes que nos contentamos con idolatrar a una distancia segura?

 

Mike Reeves.

Las sensibilidades de la Reforma pueden parecer, sin duda, extrañas a las personas modernas. ¿Cayó realmente Europa en la agitación por los debates acerca de si la justicia era “imputada” o “impartida”, siendo una de ellas la declaración de que estamos bien con Dios y la otra simplemente un nuevo poder para obtener la aprobación de Dios? ¿Discutían realmente las personas acerca de si somos salvos solo por la fe, o por la fe y las obras combinadas? ¿Hubo realmente un tiempo en el que la teología importaba tanto a las personas?

En este libro se destacan algunos énfasis fundamentales de la Reforma y se explora su relevancia contemporánea. Se echa un vistazo a determinadas preguntas: ¿cómo podemos obtener la aprobación de Dios? ¿Cómo superamos el pecado en nuestras vidas? ¿Cómo nos habla Dios? ¿Cómo podemos saber qué es verdad? ¿Por qué tomamos el pan y el vino? ¿A qué iglesia deberíamos unirnos? ¿Qué diferencia marca Dios los lunes por la mañana?

¿Qué esperanza tenemos frente a la muerte? Nuestro argumento es que quinientos años después, a las iglesias evangélicas les sentaría bien redescubrir la teología de la Reforma. El pensamiento de los reformadores no solo cuestiona la práctica católica, sino también muchos aspectos de la evangélica. Los reformadores no son abuelos incómodos: son compañeros de conversación vitales, con el potencial de renovar y revitalizar nuestras iglesias.

 

Portada del libro.

La única manera en la que la Reforma podría no seguir importando sería si la belleza, la bondad, la verdad, el gozo y la prosperidad humana ya no lo hicieran. Dios nos ha creado para que disfrutemos de él, pero sin las grandes verdades por las que los reformadores lucharon y que lo exhiben como glorioso y disfrutable, no lo haremos. Viendo menos de él, seremos inferiores y más tristes. Viendo más de él, seremos más completos y felices.

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