Gutiérrez, el previsor

El señor Gutiérrez descansó el día que no tuvo nada más que perder.

07 DE JULIO DE 2017 · 07:10

Foto: Olu Eletu (Unsplash).,
Foto: Olu Eletu (Unsplash).

Al potentado Gutiérrez le llegó la edad en que se manifiesta la inseguridad vital. Lejos de asumir el fin de sus días, hacía previsiones económicas a un plazo tal que excedía en mucho los límites de su esperanza de vida.

Se propuso reducir gastos del personal que le servía en su gran caserón. Comenzó por suprimir los postres en las comidas de los sirvientes.

Ocurrió que nada más adoptar esta medida se le comunicó el cierre de su empresa en Argentina por quiebra. Con más razón le pareció necesario seguir reduciendo gastos. Si antes fueron los postres, a continuación fue el segundo plato. Los sirvientes se resignaron a la prudencia de su señor.

Nada más adoptar esta medida se le comunicó el cierre de sus empresas en EEUU debido a una propaganda de desprestigio de sus productos.

Con más razón creyó oportuno despedir a la mitad de su servidumbre para reducir gastos.

Poco tiempo después se le comunicó el cierre de todas las agencias nacionales de su empresa por destaparse las estafas inmobiliarias.

Con más razón creyó oportuno irse a vivir a un piso pequeño sin servidumbre para reducir gastos.

Y así sucesivamente. Para cada nueva pérdida se desprendía de sus pertenencias depositando el dinero de la venta de todo en una cuenta bancaria de Suiza, banco que por fin quebró. Gutiérrez terminó en la más severa indigencia.

Viejo y pobre, el señor Gutiérrez descansó el día que no tuvo nada más que perder. En la cola de los comedores sociales era el más fiel.

Se le consideraba el más feliz de todos por la sonrisa idiotizada que mostraba delante de su sopa de letras calentada por las monjas teresianas.

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