Los buitres de la Biblia

A pesar de las muchas connotaciones negativas que pudieran darse a tales aves, lo cierto es que son imprescindibles para los ecosistemas actuales.

08 DE JUNIO DE 2017 · 19:40

Buitre leonado a punto de levantar el vuelo. / Antonio Cruz,
Buitre leonado a punto de levantar el vuelo. / Antonio Cruz

En el Antiguo Testamento se mencionan varias clases de buitres. Evidentemente, todos son considerados como animales impuros puesto que se alimentan de cadáveres.

Se habla del quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) (Lev. 11: 13); del buitre leonado (Gyps fulvus) (Lev. 11: 18; Miq. 1: 16) y del alimoche o buitre egipcio (Neophron percnopterus), entre otros.

Aunque los traductores emplean casi siempre el término general “buitre”, el hebreo suele ser más específico a la hora de determinar estas distintas aves carroñeras que frecuentaban las regiones bíblicas.

Conviene tener en cuenta que identificar a las aves por el nombre hebreo que aparece en las Escrituras no es una ciencia exacta, ya que en muchas ocasiones se empleaban nombres comunes onomatopéyicos o debidos a ciertos hábitos del animal.

No obstante, en el caso de los buitres su identificación suele ser bastante sencilla. En ocasiones, se ha traducido “águila” aún cuando el hebreo se refería a “buitre”, aunque el contexto indica claramente que se trata más bien del segundo animal (Mt. 24:28; Lc 17:37).

Al consumir cadáveres, la imaginería popular solía vincularlos simbólicamente con el reino de los muertos. De ahí que dejar los difuntos a la intemperie para que fuesen devorados por los carroñeros indicara un abandono por parte de los congéneres y de la deidad en la que se creía.

Era como entregarlos para siempre en las entrañas de la muerte (2 Sam. 21: 10; Jer. 7: 33). La última amenaza que suponían las guerras era precisamente ésta, que los buitres devoraran los cadáveres desnudos de los caídos en el combate (Job 39:30; Mt. 24:28; Ap. 19:17-21).

 

Alimoche volando.   / Antonio Cruz

A pesar de las muchas connotaciones negativas que pudieran darse a tales aves, lo cierto es que son imprescindibles para los ecosistemas actuales. Al ser feos, calvos y amantes de la carne muerta, no figuran entre los animales más carismáticos. Sin embargo, poseen rasgos que los hacen muy singulares.

Son las aves que pueden volar más alto, como se demostró en 1973 cuando un buitre moteado colisionó con un avión que viajaba a 11.000 metros de altitud sobre Costa de Marfil. Estudios de su fisiología revelaron ciertas adaptaciones cardiovasculares y de su hemoglobina que le permitían respirar en una atmósfera enrarecida.

Al consumir los despojos de otros animales, se convierten en los grandes recicladores de la materia orgánica, evitando así la propagación de enfermedades y la proliferación de otros posibles carroñeros como los perros salvajes.

Los potentes ácidos estomacales de estas aves son capaces de destruir bacterias que pueden ser mortíferas para otras especies, como la del ántrax o la causante del cólera.

Presentan también anticuerpos especiales que les ayudan a combatir eficazmente las toxinas botulínicas. De manera que aunque consuman una presa muerta por botulismo, los buitres no sufren sus efectos negativos.

En resumen, son auténticos diseños fisiológicos para reciclar la materia en los ecosistemas naturales.

Tomé estas dos instantáneas, un buitre leonado a punto de levantar el vuelo y un alimoche volando -el buitre más pequeño de España-, en Monfragüe (Cáceres).

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Zoé - Los buitres de la Biblia