Todo gira en torno a él, de Stephen Phillips

Un fragmento de “Todo gira en torno a él. La centralidad de Jesús en toda la Escritura”, de Stephen Phillips (2017, Peregrino).

04 DE MAYO DE 2017 · 16:20

Detalle de la portada del libro.,
Detalle de la portada del libro.

Un fragmento de “Todo gira en torno a él. La centralidad de Jesús en toda la Escritura”, de Stephen Phillips (2017, Peregrino). Puedes saber más sobre el libro aquí.

 

CAPÍTULO 1

El gran drama divino: Una introducción a la teología bíblica

 

Unidad orgánica

¿Por qué llamamos a esta colección de 66 libros «la Biblia»? Son muchos libros escritos durante un período de más de mil años. Sus autores, en la mayoría de los casos, trabajaron independientemente los unos de los otros, y en muchas ocasiones parece que escriben sin ser conscientes de que sus escritos serían recogidos posteriormente en lo que llamamos el canon. Y, por si fuera poco, estos 66 libros varían en el más amplio sentido posible. Hay libros para todos los estados anímicos: escritos eufóricos, otros melancólicos, y algunos más, impregnados de realismo puro. También los libros son diversos en cuanto a su género literario: contienen poesía y prosa, cánticos e historias, sermones y cartas.

¿En base a qué criterios podemos referirnos a estos escritos tan variopintos y distintos como un solo libro denominado «la Biblia»? La respuesta, evidentemente, es que la cristiandad siempre ha reconocido en esta colección una unidad orgánica. ¿Pero cuál es el hilo conductor o el pegamento que da cohesión a tal diversidad de géneros literarios? ¿Acaso se trata simplemente de un efecto común que se produce en los corazones de millones y millones de personas que la leen? ¿O existe una unidad más sustancial?

 

Stephen Phillips.

Todos deberíamos saber cuál es la respuesta. Y la respuesta es que la persona singular del Señor Jesucristo es el tema por excelencia que la Biblia trata. En otras palabras, este libro que llamamos la Biblia es la biografía de Jesús de Nazaret. El Antiguo Testamento narra los preparativos que Dios Padre hace para enviar a su Hijo, y el Nuevo Testamento narra los detalles de su vida, muerte y resurrección, los comienzos de la iglesia que él vino a fundar, y el significado salvífico de los hechos de Jesús.

 

Subcampo de la teología

La teología bíblica no es lo mismo que la teología sistemática, si bien es complemento de la misma. Si eres como yo, cuando lees las palabras «teología bíblica» das por sentado que nos estamos refiriendo a aquella clase de teología que se fundamenta en las Sagradas Escrituras, a diferencia de otras teologías que no se ciñen tanto al texto bíblico. Tengo que confesar que la primera vez que un profesor en mi Facultad de Teología (Westminster California) nos habló de la teología bíblica, pensé dentro de mí: «¿No es un poco arrogante asumir que tu sistema teológico es bíblico y los demás no lo son?». Pero el término teología bíblica además de poder ser un adjetivo, puede referirse a una subdisciplina de la teología que presume ejercer una complementariedad juntamente con otras subdisciplinas de la teología.

Aquí nos puede ser útil hacer un contraste con otro campo de la teología más conocido, como por ejemplo, la teología sistemática. Así define Louis Berkhof la teología sistemática: «Aquella disciplina que intenta ordenar el contenido doctrinal de la Escritura de manera coherente, expresarla de forma contemporánea, y aplicarla a temas prácticos que conciernen a los cristianos»[1]. La teología sistemática investiga todo el consejo de Dios para ver lo que la Biblia en su conjunto enseña sobre un tema en particular. Luego, sintetiza los contenidos y los resume en forma de doctrinas concretas. Se focaliza en un tema como la inmutabilidad de Dios, estudia todos los pasajes relevantes tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento y concluye su análisis dándonos un resumen de la postura bíblica sobre el tema en cuestión.

Sin embargo, la teología bíblica tiene otras pretensiones. Mientras que el propósito de la teología sistemática es examinar todo el consejo de Dios y sistematizar su enseñanza por temas, el propósito de la teología bíblica es examinar la revelación progresiva del divino plan de redención desde Génesis hasta Apocalipsis. La teología sistemática se hace con una lupa. La teología bíblica se hace a vista de pájaro a fin de apreciar la «metahistoria» que la Biblia narra que nos ayuda a entender sus «pequeñas historias».

Ahora bien, estas dos disciplinas no se contradicen. Todo lo contrario. Se necesitan porque se complementan. La gran preocupación de la teología bíblica es averiguar cómo se sitúa y qué papel juega un pasaje, un acontecimiento o un personaje en el desarrollo progresivo del plan de salvación. Gerhardus Vos, profesor del seminario de Princeton, comenta: «La teología bíblica es la rama de la teología exegética que examina el proceso de la revelación de Dios contenida en la Biblia»[2]. Graeme Goldsworthy, en su libro Estrategia Divina, lo expresa así: «La teología bíblica muestra la relación existente entre todas las partes del Antiguo Testamento con la persona y obra de Jesucristo y, por consiguiente, con los cristianos»[3]. A veces a los que hacen este énfasis se les acusa de encontrar a Jesús bajo cada piedra y detrás de cada árbol del Antiguo Testamento. Ciertamente existe un riesgo de torcer y sobreinterpretar pasajes del Antiguo Testamento a fin de demostrar su valor cristológico. Pero la teología bíblica reconoce el riesgo opuesto de no encontrar a Cristo donde realmente está, y así empobrecer nuestra comprensión del hecho de que la Biblia narra una sola historia.

Estamos de acuerdo con Sally Lloyd-Jones cuando explica:

No, la Biblia no es un libro de reglas, ni un libro de héroes. La Biblia es, principalmente, una historia, un relato. Es una historia de aventuras en cuanto a un Joven héroe que viene de un país lejano para recuperar su tesoro perdido. Es una historia de amor acerca de un Príncipe valiente que deja su palacio, su trono, todo, para rescatar a la persona que ama. ¡Es como el cuento de hadas más maravilloso hecho realidad!

Como ves, lo mejor de esa historia es que es real.

Hay muchas historias en la Biblia, pero todas las historias cuentan una sola historia: la historia de cómo Dios ama a sus hijos y viene para rescatarlos.

Se necesita toda la Biblia para contar esta historia. En el centro de esta historia hay un bebé. Toda historia de la Biblia susurra su nombre. Él es como la pieza que falta en un rompecabezas; la pieza que hace que todas las demás encajen en su lugar, y que hace posible que de repente se pueda ver un cuadro hermoso[4].

 

La teología bíblica comparada

Algo que nos puede ayudar a entender la finalidad de la teología bíblica es compararla con tres métodos que históricamente se han empleado para interpretar el Antiguo Testamento.

En primer lugar, haremos una comparación con la interpretación alegórica. ¿Cuál es el fin que pretende la interpretación alegórica? Es el estudio de la Biblia para buscar personajes, sucesos e imágenes con un valor simbólico espiritual más profundo del que la historia o el personaje en sí tiene a simple vista. Muchas veces el propósito de la interpretación alegórica es extraer lecciones provechosas de pasajes cuya lectura literal carece de aparente utilidad perenne, o que en algunos casos parece socavar la ética de un Dios de amor[5]. Encontramos un ejemplo divinamente inspirado en Gálatas 4 donde Pablo interpreta la historia de Abraham, Agar y Sara como una alegoría, contrastando el Antiguo Pacto con el Nuevo.

 

Portada del libro.

Lamentablemente, muchos intérpretes medievales cayeron en una interpretación estrictamente alegórica del libro de Cantar de los Cantares. Por sus sospechas de que el acto sexual siempre conllevaba concupiscencia, desestimaron la lectura llana de este libro como una celebración del amor y el placer sexual entre cónyuges. De allí asignaron un valor simbólico a muchos detalles del libro. Por ejemplo, la voz de la tórtola en 2:12 se ha interpretado como la predicación de los apóstoles. Y cuando el capítulo 5 versículo 1 dice: «Comed, amigos; bebed en abundancia, oh amados» se ha interpretado como una referencia a la Santa Cena. El teólogo Orígenes, interpretó la piel morena de la esposa como una referencia a la fealdad del pecado. No es mi intención negar el paralelismo del amor entre los personajes de Cantar de los Cantares y el amor entre Cristo y la iglesia. Diré algo más sobre ello en breve. Pero la asignación aleatoria de un valor simbólico de los detalles de Cantar de los Cantares por parte de algunos comentaristas de la Biblia se debe más a la imaginación humana que a la buena exégesis bíblica.

La teología bíblica contrasta también con la interpretación moralizante. De hecho, una de las grandes inquietudes de la teología bíblica es proteger y curar al pueblo de Dios del mal del moralismo, o, como Clowney solía decir, de «sermones de sinagoga». Un «sermón de sinagoga», como señalé antes, es aquel que se enfoca meramente en el ejemplo moral e inspirador de un personaje, sobre todo del Antiguo Testamento, sin relación alguna con el plan de Dios de redimir un pueblo mediante la obra de Jesús. En otras palabras, el mensaje cuyo énfasis principal es «sé valiente como David, o guapa como Ester, o un hombre lleno de fe como Abraham», en el mejor de los casos es deficiente y en el peor, dañino.

Ahora bien, positivamente podemos decir que la teología bíblica se solapa con la interpretación tipológica siempre y cuando se realice con pies y cabeza. Interpreta el Antiguo Testamento con miras a ver cómo la historia de las grandes obras redentoras de Dios registradas allí nos ayuda a anticipar al Mesías que había de venir.

San Agustín observó que el Nuevo Testamento está latente (escondido) en el Antiguo, y el Antiguo está patente (revelado) en el Nuevo. Y en particular el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo en forma de sombras o tipos que anticipan realidades que se revelan con luz diáfana en el Nuevo Testamento. La interpretación tipológica busca estudiar los personajes y acontecimientos del Antiguo Testamento a la luz de su cumplimiento a partir de la venida de Jesús, el Mesías.

Un ejemplo conocido de tipología es el cordero pascual que aparece en Éxodo 12 en el contexto de la liberación del pueblo de Dios de Egipto. A fin de castigar a Faraón y hacer que liberara a su pueblo, el Ángel de Yahvé salió a herir a los primogénitos. Pero la sangre de un cordero pascual rociada en los postes y el dintel de la casa de los israelitas libraba de la muerte a los primogénitos. Y este acto de redención anticipa a Jesús cuya sangre fue derramada en la cruz (el madero) para librarnos de la muerte eterna. El cordero pascual de Éxodo 12 es el «tipo» y Jesús en su sacrificio expiatorio el «antitipo».

Dicho ejemplo de tipología es corroborado en el Nuevo Testamento tanto implícita como explícitamente. Una alusión implícita sería el caso de Juan 1:29 donde leemos acerca de Juan el Bautista: «Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él y dijo: ¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!» (RVA-2015). Pero su valor tipológico se confirma explícitamente en 1 Corintios 5:7 donde el apóstol Pablo escribe: «Limpiaos de la vieja levadura, para que seáis una nueva masa, como sois sin levadura; porque Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido sacrificado». No hace falta buscar ninguna licencia hermenéutica para hacer la conexión entre el acontecimiento salvífico del cordero pascual y el sacrificio de Jesús, puesto que cuenta con el sello de autenticidad apostólica.

No obstante, creo que la aportación más valiosa que ofrece la teología bíblica es su apreciación por el hecho de que la Biblia es una colección de libros y de historias unidos entre sí por una trama global e intencionada. El lector que pierde de vista esta verdad puede, en las palabras de Clowney, «conocer las historias de la Biblia y, sin embargo, perderse la historia de la Biblia»[6]. ¿Y cuál es la trama en la Biblia que aglutina todas sus minihistorias? Tim Keller resume:

El evangelio es la historia verídica de que Dios hizo un mundo bueno, que fue viciado por el pecado y el mal, pero a través de Jesucristo lo ha redimido a un coste infinito para él, a fin de que algún día él regrese para renovar la creación y poner fin al sufrimiento y a la muerte, y restaure paz absoluta, justicia y gozo en el mundo para siempre.[7]


[1]               Louis Berkhof, Systematic Theology, (Grand Rapids: Eerdmans, 1938), p. 17.

[2]           Geerhardus Vos, Biblical Theology: Old and New Testaments (Grand Rapids: Eerdmans, 1948), p. 13.

[3]               Graham Goldsworthy, Estrategia Divina: Una Teología Bíblica de la Salvación, Editorial Andamio, 2011, pág. 31.

[4]               Sally Lloyd-Jones, Biblia Para Niños: Historias de Jesús, Vida, 2008, pág. 17.

[5]               Orígenes alegaba que el cristiano debía leer los pasajes violentos del Antiguo Testamento de un modo metafórico, alegórico y simbólico, como refiriéndose al combate espiritual.

[6]               Edmund Clowney, El Misterio Revelado: Descubriendo a Cristo en el Antiguo Testamento, Poiema Publicaciones, Medellín, 2014, pág. 10.

[7]               Timothy Keller, Every Good Endeavor, Riverhead Books, New York, 2012, pág. 162 (traducción del autor).

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