“El Nuevo Testamento en su entorno literario”, de David E. Aune

La Biblia es, indudablemente, un libro religioso. Pero también puede ser considerado como una obra literaria. Como en literatura, la Biblia contiene multitud de géneros.

24 DE MARZO DE 2017 · 07:00

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La teoría de los géneros literarios arranca básicamente de Aristóteles, siglo IV antes de Cristo, y de Horacio, primer siglo antes de la venida al mundo del Maestro de Galilea. Consiste en el conjunto de ciertas obras literarias que participan de rasgos comunes; los unificamos cualesquiera que sean las diferencias. También implica una clasificación de los estilos, adecuando cada uno de los medios de expresión al propósito literario y estético del género.

La Biblia es, indudablemente, un libro religioso. Pero también puede ser considerado como una obra literaria. Como en literatura, la Biblia contiene multitud de géneros.

La historia, que incluye prácticamente desde Génesis a Malaquías y el libro de los Hechos en el Nuevo Testamento. La profecía, desde Isaías al citado profeta Malaquías. La poesía, incluye los libros desde Job a El Cantar de los Cantares, pasando por los Salmos y Proverbios. La biografía. Vidas de Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Saúl, David, Elías y otros.

Género epistolar, donde podemos agrupar las cartas de Pablo, Santiago, Pedro, Juan, Judas y el autor de la carta a los Hebreos. Género parabólico. Aquí entran algunas parábolas del Antiguo Testamento y las pronunciadas por Jesús en el Nuevo. Género apocalíptico, del que da fe el último libro de la Biblia. Algunos autores incluyen en este género a varios capítulos de Daniel. Biografías del Nuevo Testamento. Son los cuatro Evangelios, cuatro inspiradas biografías de Jesús el Cristo.

Estos no son los únicos, pero si los más importantes géneros literarios de la Biblia. La Biblia es una historia sagrada en el sentido más profundo de la palabra. Es la historia de la salvación, Dios llamando al ser humano para en Cristo redimirlo de sus pecados. Pero su contenido literario puede diversificarse en distintos géneros.

Aune concentra su estudio en el Nuevo Testamento. Los recientes estudios sobre el tema hacen cada vez más aparentes el espectro de estilos y niveles lingüísticos y literarios que se dan en esta segunda parte de la Biblia. El autor norteamericano distingue cuatro tipos literarios principales en el Nuevo Testamento: Evangelios, Hechos, Epístolas y Apocalipsis. Si bien entre ellos podríamos incluir también el relato, la parábola, la fábula, la biografía y otros.

Justino Mártir, en el segundo siglo cristiano, fue el primero en referirse a los Evangelios en plural, queriendo significar textos literarios más que proclamación oral. Según el autor de “El Nuevo Testamento en su entorno literario”, profesor de religión en el Saint Xavier College, de Chicago, “en el pasado, los eruditos del Nuevo Testamento se han preocupado del problema de las fuentes de los Evangelios a expensas de otros intereses literarios. Los tres primeros Evangelios manifiestan una independencia literaria y por esa razón se les designa como Evangelios Sinópticos, porque pueden ser vistos juntos si se les coloca en columnas paralelas, debido a las extensas concordancias verbales”.

Con veinte siglos de existencia, los Evangelios están considerados como la composición biográfica cristiana más antigua de la humanidad. Marcos es el primer foco de atención por ser el primero en escribirse de los cuatro, si bien no muestra las cualidades literarias antiguas que se dan en los otros tres Evangelios.

Al leer la primera parte del Nuevo Testamento se ha de tener en cuenta que las biografías greco-romanas se centraban en personas con un papel social como reyes, jefes militares, filósofos y poetas, especialmente en Grecia, en tanto que la composición biográfica israelo-judía destacaba a dirigentes carismáticos, reyes y profetas. Personajes del Antiguo Testamento como Moisés, Elías, Eliseo y algún otro “sirvieron de modelos para conceptualizar a Jesús en fases tanto preliterarias como literarias de la tradición evangélica”, apunta David Aune.

Este autor ve hasta seis razones que justifican el libro de los Hechos de los Apóstoles. Lucas se propuso defender el cristianismo de la herejía imperante en la época, posiblemente el gnosticismo, sistema filosófico-religioso que pretendía conocer total y absolutamente los problemas relacionados con la Divinidad. Además, al escribir su libro histórico Lucas se propuso defender la legitimidad y antigüedad del cristianismo como la auténtica continuación del judaísmo. Quiso limpiar la empañada reputación de Pablo, edificar a los lectores cristianos demostrando la verdad y superioridad del cristianismo sobre el judaísmo y el helenismo, solazar a los lectores cristianos y, en fin, continuar la historia bíblica. Más de la mitad de los Hechos se centra en Pablo, como representante del tipo de cristianismo que el mismo Lucas practicaba.

El género epistolar lo encontramos en las trece epístolas escritas por San Pablo y la epístola a los Hebreos, de autor no conocido, y las epístolas de San Pedro, San Juan, Santiago y Judas apóstol.

Las cartas escritas por Pablo son las cartas más antiguas y complejas, aunque se definen en ellas tres elementos básicos: la fórmula inicial, la sección central y el cierre, que a menudo incluye saludos, doxología y bendición. Dice el profesor Aune que “la extensión de la acción de gracias en las cartas de Pablo refleja el grado de intimidad entre escritor y destinatarios”.

Algo de lo que no se habla mucho, excepto entre especialistas, es que el género epistolar en el mundo antiguo estaba estrechamente unido al discurso oral. Pablo escribió las cartas para comunicar por escrito lo que habría preferido enseñar en persona.

Existe un grupo de cartas en el Nuevo Testamento a las que se han dado en llamar epístolas católicas, o universales. Son las dos de Pedro, tres de Juan, Santiago y Judas. Algunos críticos del Nuevo Testamento incluyen también la epístola a los Hebreos. Muchos eruditos han considerado el griego en la primera epístola de Pedro como el mejor del Nuevo Testamento.

Al comentar el Apocalipsis, eruditos alemanes introdujeron a principio del siglo XIX el término “Apocalipticismo” para definir el sistema de creencia escatológica reflejados en los apocalipsis bíblicos de Daniel y el último libro de la Biblia. David Aune cierra estas páginas pontificando que “como sistema de creencia, la escatología apocalíptica no se puede separar del espectro de las conductas colectivas religiosamente motivadas, de los que es expresión ideológica”. Estamos ante un libro magistral que contiene lúcidos análisis de los diferentes géneros literarios en el Nuevo Testamento.

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