“Desenmascaremos el Islam”, de Ergun Mehmet y Emir Fethi Coner

Criados como musulmanes sunníes por el líder de una mezquita, vivieron el Islam con intensidad antes de su conversión a la fe de Jesucristo.

10 DE MARZO DE 2017 · 07:20

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El escritor y político vasco Antonio Elorza publicó hace cuatro meses un artículo en el diario “El País” en torno a la Universidad Islámica que se pretende fundar en San Sebastián. Mantenía que es importante estudiar y conocer el Islam, especialmente su ala más radical en defensa de la “sharía”, que “lleva consigo la yihad contra el infiel, la violencia codificada contra la mujer, la ausencia de derechos para otros creyentes y la consideración de la cultura de Occidente como degenerada”.

Temas de esta índole y otros de igual importancia son expuestos en “Desenmascaremos el Islam”, escrito por dos hermanos, Ergun y Emir. Criados como musulmanes sunníes por el líder de una mezquita, vivieron el Islam con intensidad antes de su conversión a la fe de Jesucristo.

El presidente de la comisión de ética y libertad religiosa en la Convención Bautista del Sur de Estados Unidos, Richard Land, dice en el prólogo que “Desenmascaremos el Islam” es un libro que hace exactamente lo descrito en el subtítulo: un estudio profundo de las costumbres y creencias musulmanas”. Para los editores del libro, “es una presentación compasiva pero sin compromiso de todo el alcance del Islam. Sus prácticas, ética y creencias, incluso las principales diferencias entre Cristianismo e Islam”.

He nacido y crecido en un país musulmán, donde he vivido hasta los 36 años. Mis compañeros de colegio eran en su mayoría musulmanes. De joven me interesé por la religión islámica. Tengo el Corán en cuatro idiomas, incluido el árabe. Para el Islam, el Corán es la única guía perfecta de la humanidad, ya que sólo a él se le otorgó la misión multilateral absoluta. Para los musulmanes, el Corán no contiene doctrinas contrarias a la razón humana; su objetivo primordial consiste en trasformar al hombre a la insondable profundidad espiritual. Se acepte o no, es lo que creen mil doscientos millones de los siete mil que habitamos el planeta. El error está en identificar a todo el Islam con el terrorismo árabe en Oriente Medio y los atentados criminales en Europa.

Los autores de “Desenmascaremos el Islam”, hermanos carnales, fueron convertidos del Islam al Cristianismo en Estados Unidos. Ambos estudiaron allí para el ministerio pastoral, que ejercieron en diferentes iglesias. Actualmente Ergun es profesor de Teología e historia de la Iglesia en The Criswell College de Dallas, Texas, y Emir es profesor auxiliar de historia de la Iglesia y estudios bautistas en el Southeastern Baptist Theological Seminary en Wake Forest, Carolina del Norte. Los dos hermanos han viajado por diferentes países del mundo dando conferencias sobre Islam y Cristianismo, lo mismo que hace Robert A. Morey con su libro “La invasión Islámica”, donde discurre en torno a “lo que debe saber sobre la religión de mayor crecimiento en el mundo”, seguido de reflexiones comparativas entre la Biblia y el Corán, Jesús y Mahoma, Dios y Alá.

“Desenmascaremos el Islam” consta de 16 capítulos, un prólogo, un prefacio, una introducción y cuatro apéndices.

Para los autores del libro, no hay seguridad de salvación en el Islam. Uno puede ser el más fiel de los creyentes en Alá y aún así ser enviado al infierno “con toda justicia”. El Islam es fatalista. Fatalismo en el Islam “es la creencia de que los sucesos están determinados de antemano para siempre de tal modo que los seres humanos son impotentes para cambiarlos. En este caso, Alá enviará al cielo a todo aquel que él quiera”. En realidad, este pensamiento no difiere mucho de la teología de la predestinación, asimilada en algunos círculos del Cristianismo.

Quince páginas están dedicadas a la vida, la doctrina y la obra de Mahoma. El cuadro en página 59 sobre las esposas de Mahoma puede ser una novedad para lectores no familiarizados con la historia del Islam. Los autores dictan los nombres de trece esposas y las edades que tenían al contraer matrimonio con Mahoma. Una de ellas, Aishah, de quien se dice que fue la más amada por él, sólo tenía 9 años al ser desposada. Entre las trece, Khadija, de 40 años, fue la primera esposa y Maimoona, de 27, la última. Algo que ignoran estudiosos del Islam, y era mi caso, es que entre las esposas una de ellas, Maryam, era de religión cristiana y otra, Rayhana, de religión judía.

Fuerte, pero auténtico: uno de los capítulos del libro tiene este título: “la historia del Islam: un rastro de sangre”.

Particularmente interesantes y prácticos me parecen el apéndice C en las últimas páginas del libro, donde los dos hermanos carnales escriben sobre Cristianismo e Islam, y el capítulo 16, “dentro del musulmán; cómo lograr audiencia y ganar un alma”. En el apéndice C  los autores establecen una comparación de creencias entre el Cristianismo y el Islam. La comparación se hace sin comentarios, simplemente colocando frente a frente versículos de la Biblia y versículos del Corán. Un sistema muy apropiado para aquellas personas que se acercan al Corán sin un método de estudio previo. Un ejemplo: Mahoma dice en el capítulo o sura 11 del Corán: “yo no pretendo poseer los tesoros de Alá, ni conozco lo oculto”. Las pretensiones de Cristo van más lejos. En Apocalipsis 2:23, el Cristo resucitado reclama para sí: “Todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón”.

El capítulo 16 del libro me parece  el más importante para los cristianos que nos debemos a hombres y mujeres de todas las razas, de todas las culturas, de todo el color de piel. Cuando Jesús nos dejó la orden de predicar su Evangelio de salvación a todo el mundo, a toda criatura, no estaba marginando a los musulmanes de nuestra época. Si el Cristianismo tiene pocos misioneros en los países musulmanes se debe a que la conversión entre ellos es lentísima, poco segura y no permanecen.

Yo soy un ejemplo de lo que escribo: a raíz de mi conversión del ateísmo a Cristo en Marruecos llegué a creer que Dios me llevaba al trabajo misionero entre musulmanes. Hablaba árabe desde la adolescencia. Me inscribí en un instituto bíblico en el sur del país donde el culto de la mañana y todos los estudios que componían el programa se impartían en árabe. Allí permanecí cuatro meses. Otros seis meses los pasé predicando en árabe, incluso en los zocos al aire libre. En todo ese tiempo no presencié ni una sola conversión. Ante la dureza de los judíos para aceptar la nueva era de la gracia, Pablo y Bernabé dijeron: “nos volvemos a los gentiles” (Hechos 13:46). A imitación de éstos dos gigantes de la fe, yo dije por aquellos años: “me vuelvo a los hispanos”. Así lo hice, con predicaciones esporádicas en iglesias francesas y norteamericanas.

Dicen los hermanos escritores que para testificar a los 1.200 millones de musulmanes del mundo “el cristiano occidental tiene muchas barreras culturales y baches que maniobrar. El campo misionero está lleno de cadáveres de esfuerzos misioneros que fracasaron”. Estos son algunos consejos: no hablar –al menos en público- con una mujer. La mayoría de las culturas islámicas prohíben firmemente la conversación casual con un miembro del sexo opuesto. Si lo invitan a una mezquita, un cristiano puede hacer grandes progresos en la amistad asistiendo al culto. Dada la hostilidad histórica entre cristianos y musulmanes, se han de establecer puentes y amistades antes de presentar el Evangelio. Los argumentos políticos deben evitarse. Tenga en mente lo que significa la conversión para un musulmán. La conversión a Cristo en un país cristiano no afecta tanto a la familia, pero para las familias musulmanas el cambio de religión puede suponer incluso la muerte, como ha ocurrido en varios casos. Insista en lo que el Islam niega: La Biblia toda es Palabra de Dios. La Trinidad es un hecho. Cristo es hijo de Dios. Cristo, efectivamente murió en la cruz, resucitó y ascendió al cielo. La única salvación se encuentra en Cristo. Después de Él no ha enviado Dios a profeta alguno.

Todo esto debe exponerse con delicadeza, con tacto. Son puntos doctrinales para el cristiano, que un musulmán no acepta.

Como escribe el periodista Gary Ledhetter, redactor de la revista “The Southern Baptist Texan”, “Ergun y Emir Coner han producido una obra oportuna y valiosa para todos los que desean entender la relación entre Islam y Cristianismo”

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