No son ya más dos, de Brian y Barbara Edwards

Cómo tratar las diferencias y hacer frente a las crisis. Un fragmento de “No son ya más dos”, de Brian y Barbara Edwards (2011, Editorial Peregrino). 

10 DE FEBRERO DE 2017 · 06:05

Detalle de la portada del libro. ,ya no son dos, libro, matrimonio
Detalle de la portada del libro.

Un fragmento de “No son ya más dos”, de Brian y Barbara Edwards (2011, Editorial Peregrino). Más información sobre el libro, aquí.

 

Estudio bíblico para el capítulo 5  

Cómo tratar las diferencias y hacer frente a las crisis

(Completad esta página juntos)

Buscad un momento tranquilo, tal vez la misma tarde en que tengáis pensado leer el capítulo juntos. Es importante que completéis el estudio bíblico entre los dos antes de leer el capítulo.

Leed Santiago 4:1-3. Trabajad estos versículos juntos. Por desgracia, describen a muchos matrimonios de hoy, incluidos algunos de entre aquellos que profesan ser cristianos.

1. Dejando a un lado los maltratos físicos, ¿podéis señalar tres maneras como un esposo y una esposa pueden “pelearse”?

2. ¿Cuáles son algunas de las “pasiones” que pueden causar tensión en un matrimonio?

3. Hay una palabra que resume la primera mitad del versículo 2: “egoísmo”. ¿Podéis poner tres ejemplos prácticos de egoísmo que puedan estropear vuestro matrimonio?

4. ¿Creéis que es posible caminar con Dios de cerca si nuestro matrimonio no está bien?

 

¡Ahora miremos el lado positivo!

Leed juntos Gálatas 5:22-23

Para cada palabra que Pablo utiliza para presentar el fruto del Espíritu, escribid una frase que describa cómo esperáis que ese fruto llegue a producirse en la práctica en vuestro matrimonio. Os proponemos que, por turnos, cada vez sea uno el que haga la primera sugerencia; de esta manera ninguno de los dos dominará las conclusiones. Cada respuesta debe ser positiva.

Amor:

Gozo:

Paz:

Paciencia:

Benignidad:

Bondad:

Fe:

Mansedumbre:

Templanza:

 

5. Cómo tratar las diferencias y hacer frente a las crisis

En este capítulo descubriremos:

· Un ejemplo · Aprendamos a diferenciar · Cómo reaccionar ante los desacuerdos · Matrimonios interculturales · Cómo hacer frente a las crisis · Ocho crisis comunes

[…]

 

Cómo reaccionar ante los desacuerdos

Volved a la pregunta 4 de vuestra Preparación. ¿Estabais cada uno de acuerdo con la valoración del otro? Sé humilde y muéstrate dispuesto a escuchar con atención la opinión de tu compañero/a. Si después preguntas a vuestros amigos cercanos, puede que, de hecho, descubras que confirman verdades que tu compañero/a comparte.

¿Habéis tenido alguna vez una “buena pelea”? Es imposible. Ninguna pelea puede ser buena. Evitar las peleas es una de las artes de un matrimonio feliz. Tendréis muchas discusiones, ¡y diferencias! No os fijéis demasiado en esas parejas sonrientes que, en sus gloriosas celebraciones nupciales, presumen de que nunca se han cruzado palabras de enojo en toda su relación. ¡Las únicas que no discuten son las coles! Sin duda tendréis diferencias y desacuerdos, ¡pero huid de las peleas como de la peste! Las peleas siempre conducen a una ira irracional.

Aquí tenéis cinco reacciones muy sanas para cuando la ira empiece a hervir en vuestro matrimonio:

1. Ved venir la ira y reconocedlo. No tengáis miedo ninguno de los dos de decir: “Me estoy enojando; vamos a parar ya”.

2. Haceos una taza de café sin referiros más al asunto, y luego sentaos y discutidlo de nuevo; o, si no tenéis mucho tiempo en ese momento, quedad a una hora concreta más tarde para hablarlo.

3. Encuéntrate con tu compañero/a a mitad de camino diciendo: “De acuerdo, lo siento. Yo también me estoy poniendo muy tenso/a”. No respondas nunca interrumpiendo de esta manera: “Te estás enojando; ¿por qué no te calmas?”. Esas palabras tienen la misma utilidad que intentar apagar un incendio con petróleo.

4. Cuando pierdas, reconócelo. Un “bueno, sí, lo siento, me olvidé” puede servir de mucho para solucionar una situación complicada, ¡y le baja los humos a cualquiera!

5. Cuando ganes, cállate.

Aprended cada uno a ser misericordioso y humilde cuando pierda. Pero es igual de importante que cada cual aprenda a ser misericordioso y humilde cuando gane. Buscad maneras de exculpar al otro, en lugar de hacerlo pedazos.

La mayoría de las peleas no se planean. Son de combustión espontánea; pero puede que el combustible lleve mucho tiempo introduciéndose en la cámara gota a gota.

Concentraos en las soluciones en lugar de en los problemas; y concentraos en evitar las discusiones en lugar de en ganarlas. Que cada cual esté atento a las cosas que enojan al otro y que luego busque en silencio maneras de evitar encender la mecha. Trata de comprender a tu compañero/a en lugar de intentar que él o ella te comprenda a ti.

 

Atacad el problema en lugar de atacaros el uno al otro

Por desgracia, podemos estar más ocupados tirando por tierra a nuestro cónyuge que descubriendo una solución al problema. Nunca levantéis la voz ni os gritéis el uno al otro; de hecho, la gente solo grita porque piensa que nadie le está escuchando. Si te paras y escuchas lo que está diciendo tu cónyuge, no tendrás necesidad de gritar. Además, gritar solo oscurece la claridad. Aprende cuándo conviene dejar estar las cosas. Algunas peleas nunca se acaban. Por lo general, en los diez primeros minutos o así ambos habréis cubierto todos los puntos pertinentes que pretendíais poner de relieve.

Proverbios 10:19 dice: “En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente”.

Cuando un marido concluye una discusión con un: “Bueno, como soy el que manda en esta casa, tú no tendrás más remedio que hacer lo que yo digo”, o con un: “Bien, solo estaré de acuerdo si…”, podéis estar seguros de que esa discusión volverá a aflorar.

La Biblia compara a la esposa rencillosa con una “gotera continua en tiempo de lluvia”, y añade que pretender contenerla es como refrenar al viento o sujetar el aceite con la mano (cf. Proverbios 27:15-16). Esto es igual de cierto cuando hablamos de un marido que nunca está de acuerdo en nada. Es evidente que el cónyuge que está gruñendo, refunfuñando o “buscando pelea” de continuo se siente inseguro y no es feliz en el matrimonio. Pocas cosas hay más capaces de destruir invariablemente un matrimonio que estas.

A continuación os presentamos una serie de reacciones comunes, pero poco sanas, que se suelen tener cuando surgen diferencias en un matrimonio:

1. Podéis pasar por alto vuestros arrebatos y fingir que no estáis enojados. Pero de ese modo no engañáis a nadie.

2. Podéis los dos intentar anotaros tantos el uno contra el otro, y luego cada cual convencerse a sí mismo de que ha ganado. Es como matar moscas: se emplea mucha energía, pero con poca precisión y escasos resultados.

3. Podéis dejar de hablaros y deciros a vosotros mismos que estáis teniendo verdadero dominio propio. En realidad, simplemente os estáis compadeciendo a vosotros mismos y estáis enfurruñados como unos críos.

4. Podéis encontrar métodos secretos de hacer daño a vuestro cónyuge. Llegados a este punto, deberíais preguntaros a vosotros mismos: “¿Es esto lo que significan las palabras ‘amor’ y ‘sumisión’?”.

5. Podéis exagerar para causar mayor efecto: las palabras “siempre” y “nunca” raras veces son ciertas.

6. Podéis dar rienda suelta a vuestra lengua. Las cosas que se dicen en el calor del momento pueden clavarse como puñales y causar heridas que tardarán años en cicatrizar. Por desgracia, todos decimos mucho más de la cuenta cuando estamos enojados, y luego tenemos tiempo de sobra para arrepentirnos. Santiago nos presenta una triste visión de lo que es la lengua. Vale la pena que leáis esa descripción juntos en Santiago 3:2-12.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Fragmentos - No son ya más dos, de Brian y Barbara Edwards