‘Como Dios manda. La Biblia a la luz de Cristo’ Reflexiones del pastor Eddy de la Hoz

Publicado en Madrid por editorial Betania, recomiendo este libro escrito con lenguaje diáfano y profundamente anclado en la Escrituras y en la experiencia personal.  

20 DE ENERO DE 2017 · 06:00

Pastores Eddy y Cindy De La Cruz. ,
Pastores Eddy y Cindy De La Cruz.

Hoy me limito a dejar conocer lo escrito por Eddy De la Hoz, pastor e ingeniero cubano que emigró con su familia a Colombia y, posteriormente, a Nueva York, donde actualmente reside. Es pastor de la Iglesia Cristiana El Sembrador, en Wappingers Falls (Nueva York).

 

Portada del libro.

Para ello transcribo a los lectores de P+D un fragmento del primer capítulo de su libro Como Dios manda: La Biblia a la luz de Cristo (Betania, Madrid, 2016, 136 pp. Con prólogo de Rafael E. Saumell y prefacios de Enrique Torres Cortés y Juan Gutiérrez). El libro está vertebrado en ocho capítulos con marcada vocación pedagógica: Disponte a aprender, Vive la palabra de Dios apasionadamente, Ama los Mandamientos, Únete al cuerpo de Cristo, Toma el camino de Dios, Busca la esencia de la palabra, Atiende el mensaje y Permanece en la palabra.

 

DISPONTE A APRENDER

Lo bueno se aprende. No es posible realizar ninguna tarea valiosa y productiva sin entrenamiento. Toda labor, desde la carpintería hasta la más compleja cirugía, requieren un nivel equivalente de estudio y práctica. Quienes se atrevan a intentar estas complejas tareas dependiendo solamente de su intuición y sus buenas intenciones, terminarán por hacer mucho daño y quedarán en vergüenza. Tenemos grandes privilegios y responsabilidades como seres humanos, pero sin duda nos resultaría difícil identificar un privilegio más grande que nuestra capacidad de aprender. Una persona puede comprender y retener información compleja en grandes cantidades para su propio beneficio y el de los demás. Esta capacidad es un regalo de Dios que nos permite sobrepasar nuestras limitaciones y llegar a ser mucho más de lo que aparentamos. Podemos asimilar con nuestro raciocinio el mundo entero, y hasta el universo. Podemos incluso conocer al mismo Dios, y entender su propósito para nosotros.

Es ingenuo pensar que podemos hacer el bien sin antes aprenderlo, aunque la mayoría estamos convencidos de ello. En realidad, no hay nada más complejo para los seres humanos que hacer lo correcto. Por más que nuestra conciencia nos hable claramente, nuestros impulsos y deseos son opuestos a ella. Necesitamos un entendimiento claro y detallado de lo que Dios requiere de nosotros, y necesitamos sobre todo la influencia de Dios en nuestras vidas para vencer los deseos de nuestra humanidad que son contrarios a los de Él. Es imposible conocer el bien aparte de la Biblia. Toda la moral del mundo se queda corta ante la revelación del bien en la Palabra de Dios, sobretodo la enseñanza y el ejemplo de Cristo. Su vida de servicio y sacrificio, su muerte en la cruz para la redención de la humanidad y su mensaje de amor respaldado por el poder infinito de Dios no tienen par en la historia del mundo. Es triste que conozcamos tan poco de verdades tan grandes e importantes. Muchos las menosprecian por su aparente sencillez.

Otros, aun entre los que somos parte de la iglesia, llegamos a conformarnos con un conocimiento superficial de la Biblia, e ignoramos las verdades más importantes en ella reveladas. Dios nos ordena en la Biblia, por medio del profeta Isaías a aprender a hacer lo bueno:

 

Isaías 1: 17 y aprendan a hacer lo bueno! ¡Busquen la justicia! ¡Reprendan a los opresores! ¡Hagan justicia a los huérfanos y defiendan los derechos de las viudas!

Notemos que hacer lo bueno incluye mucho más que dejar de hacer lo malo, aunque ese es indudablemente el primer paso. Hacer lo bueno implica mucho más que obrar correctamente en lo que importa a nuestra persona, a nuestros familiares, amigos y compatriotas. Todo esto es naturalmente bueno. Pero de acuerdo a la Biblia, hacer lo bueno significa extender la justicia y buscar el bien de los que nos son lejanos y extraños, de los más necesitados, cuyo bien no nos resulta inmediatamente beneficioso, sino que puede implicar incluso nuestro sacrificio. Esta definición del bien tiene que ser aprendida y la fuente de su instrucción es la Palabra de Dios.

Si la Biblia contiene la instrucción más valiosa e importante para nosotros, ¿porque la ignoramos y le dedicamos tan poco tiempo y esfuerzo? Hay muchas razones, pero la más sobresaliente es nuestro orgullo. Nos creemos poseedores de este conocimiento. Muchas veces los que nos consideramos cristianos nos conformamos con un conocimiento muy superficial de la Biblia. Es posible que sepamos más acerca de nuestras tradiciones y prácticas religiosas. Yo te invito hoy, no importa si crees saber poco o mucho, a convertirte en un estudioso de la Biblia.

 

‘Como Dios manda. La Biblia a la luz de Cristo’ Reflexiones del pastor Eddy de la Hoz

 

1 Corintios 8: 2 Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debería saberlo. 3 Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él.

Cuando mi pequeña Grace iba a empezar el kínder, la maestra le hizo un examen de admisión. Al final de la prueba, la maestra salió visiblemente desencantada y le dijo a mi esposa que la preparación de Grace estaba deficiente. Que en realidad no sabía los elementos fundamentales de la lectura ni los números. Grace estaba escuchando y con su característico entusiasmo enseguida contesto: ¡por eso voy a venir a la escuela, para aprender!

Ante la inmensidad de Dios y el brillo deslumbrante de su revelación, esa debe ser nuestra actitud. La reacción natural de un niño ante algo nuevo y maravilloso es una actitud de asombro que transmite la felicidad del descubrimiento. El mundo es una escuela. Uno de los propósitos más importantes de la vida es la adquisición de conocimiento y sabiduría. Todo ser viviente debe aprender a vivir, y aprender para vivir.

Todo a nuestro alrededor contiene sabiduría: la naturaleza, la historia, las personas y las relaciones humanas. Solo tenemos que profundizar en el estudio de cualquier organismo, por insignificante que parezca, para quedar maravillados al entender su funcionamiento y su lugar en el universo.

Nadie está mejor equipado para el aprendizaje que un ser humano, dotado por Dios con la curiosidad, el interés, la pasión y la inteligencia para entender las verdades más complejas. Podemos observar la vida superficialmente, y hasta llegar a aburrirnos de sus milagros rutinarios sin meditar nunca en su significado más profundo. Eso sería una lástima. En cambio Cristo nos invita a aprender acerca del verdadero significado de la vida, y a explorar las profundas virtudes que Dios sembró en el corazón humano. Sobre todo, Cristo nos invita a aprender de Él, quien demostró con su vida lo que significa amar y confiar en el Padre celestial. Cristo nos invita a recibir la verdad revelada en la Biblia, la Palabra de Dios. En ella se encuentra la fuente por excelencia de la sabiduría.

La actitud de los discípulos de Cristo debe ser de continuo asombro y admiración ante el descubrimiento de la gloria de Dios. Si has sido un discípulo de Cristo toda la vida, al igual que si entregaste tu vida a Cristo ayer, siempre debes conservar esa actitud y actuar guiado por ella. Vinimos a Cristo para aprender y este aprendizaje nunca termina.

 

Isaías 9: 2 El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; a los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.

Sin Cristo vivimos en tinieblas. Si algo revela la presencia de Cristo en nosotros, es la necesidad de aprender las verdades más básicas y esenciales de la vida. Cristo vino a un pueblo que había estado estudiando la Palabra de Dios con gran dedicación durante siglos. Sin embargo ellos permanecieron en la oscuridad respecto al verdadero significado de la Palabra que habían recibido y estudiado tanto, hasta que llegó Cristo. La ignorancia en cuanto al mensaje esencial de la Biblia es la sombra de muerte. En el libro de Oseas, Dios profetiza a su pueblo que la razón por la cual perecen es precisamente la falta de conocimiento en cuanto a la ley de Dios (Oseas 4:6). Este diagnóstico no se limita a quienes carecen de un conocimiento intelectual. Específicamente, el Señor señala a los sacerdotes y los profetas de Dios como los principales responsables de esta ignorancia.

Esta condición está presente a través de toda la historia de Israel. Fue necesaria, imprescindible, la presencia de Cristo en medio de su pueblo, y que El mismo interpretara y enseñara las Escrituras. Desde los más humildes pescadores hasta los más experimentados maestros de la ley, todos necesitaron la presencia de Cristo para que su luz iluminara las Escrituras para ellos.

Muchos no reconocieron a Cristo ni le creyeron, demostrando así su necesidad de ser instruidos acerca del significado de las Escrituras. ¿Seremos mejores nosotros? Todos nosotros necesitamos la presencia de Cristo en nuestras vidas, y convertirnos en estudiantes de la Biblia a la luz de Cristo para entender su Palabra.

 

Lucas 2: 42 Cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la Fiesta. 43 Al regresar ellos, acabada la Fiesta, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que lo supieran José y su madre. 44 Pensando que estaba entre la compañía, anduvieron durante un día, y lo buscaban entre los parientes y los conocidos; 45 pero como no lo hallaron, volvieron a Jerusalén buscándolo. 46 Aconteció que tres días después lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores de la Ley, oyéndolos y preguntándoles. 47 Y todos los que lo oían se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas.

Este es el primer acto público de nuestro Señor Jesucristo documentado en la Biblia. Casi siempre suponemos que Cristo fue al templo a enseñar a los maestros de la ley para

demostrar su sabiduría. Pero el texto claramente nos dice que sus padres le encontraron escuchando y haciendo preguntas a los doctores de la Ley. Debió ser gran sorpresa para ellos que un niño de su edad mostrara tanto interés en la Pa labra de Dios, y que después de varios días en Jerusalén celebrando la Pascua, escogiera permanecer en el templo para aprender más acerca de la ley. Ellos estaban maravillados de las respuestas sabias que el daba a las preguntas de ellos. Pero lo más maravilloso es que a pesar de su infinita sabiduría en su naturaleza divina, y de la capacidad intelectual de su naturaleza humana, la cual se desarrolló a la perfección sin ser afectado por el pecado, Cristo demostrara tanto interés por estudiar la Palabra de Dios en el templo, dándonos así un ejemplo y mostrando lo que Él espera de nosotros.

Las actitudes que caracterizan a un buen estudiante: el deseo de aprender, la diligencia en prestar atención y en el estudio, y la humildad son tan importantes como los métodos y las técnicas que usamos para interpretar la Biblia. Un buen estudiante ama la instrucción al igual que el conocimiento. Aquellos que no amamos las matemáticas, quisiéramos encontrar un método para solucionar sus problemas sin necesidad de estudiarla. Pero los expertos en matemáticas no solo aman las soluciones a los problemas que ella presenta. Ellos aman también las clases, las tareas y hasta los problemas y los exámenes.

 

Proverbios 21:1 El que ama la instrucción ama la sabiduría; el que aborrece la reprensión es ignorante.

La persona que estima la Palabra de Dios, ama estudiarla y aprecia la corrección que la ley de Dios trae a su vida.

Venir a la Biblia cada día como buenos discípulos de Cristo, nuestro maestro, es sin duda el primer paso para cualquiera que desee conocer y practicar la Palabra de Dios. Crecí en la iglesia escuchando casi a diario enseñanzas de la Biblia. Doy gracias a Dios que esas enseñanzas hayan sido el fundamento de mi vida. A pesar de recibir tantas instrucciones de la Biblia y verdaderamente deleitarme en ellas, me tomó mucho tiempo entender la necesidad de convertirme en un estudioso de la Biblia a un nivel personal por el resto de mi vida. En mi juventud abandoné la lectura diaria de la Palabra. Aunque nunca me aparté de la iglesia hubo años de sequedad y poco crecimiento espiritual.

Pienso que creció en mi cierto orgullo en cuanto a mi conocimiento de la Biblia. Cuando joven yo ganaba frecuentemente las competencias Bíblicas en la iglesia. Podía encontrar citas más rápidamente que los demás y recordaba información de la Biblia que muchos habían olvidado. Algo paradójico me sucedió luego de alcanzar una meta personal. Me dispuse a leer la Biblia en un año. Había técnicas muy populares que prometían hacer fácil este logro. Seguí uno de esos planes y conseguí lo que me había propuesto.

Leí toda la Biblia desde la portada a la contraportada. Después de lograrlo sentí que había alcanzado algo que muchos cristianos nunca logran. Recuerdo haber pensado que no había ningún versículo que no hubiera yo leído. Entonces tomé una de las decisiones más necias de mi vida: decidí que podía tomar unas vacaciones de la Biblia. Ya había adquirido todo el conocimiento que necesitaba…

(…)

 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Barro del Paraíso - ‘Como Dios manda. La Biblia a la luz de Cristo’ Reflexiones del pastor Eddy de la Hoz