El diseño inteligente de las nanomáquinas

A veces se afirma que si la vida fue realmente diseñada, esto tiene implicaciones religiosas. Efectivamente, así es. ¿Y qué?

06 DE ENERO DE 2017 · 08:30

,

El pasado año 2016 se concedió el Premio Nobel de Química a tres científicos por construir máquinas moleculares a escala “nano”. Este prefijo del Sistema Internacional se refiere a algo sumamente enano que indica un factor de diez elevado a menos nueve (10-9), ya que nano significa nueve. Uno de los laureados fue el escocés, Sir James Fraser Stoddart, de la Universidad Northwestern de Evanston (Estados Unidos), quien desarrolló unrotaxano. Es decir, una especie de anillo molecular que cuando se calienta es capaz de deslizarse sobre un eje o mancuerna que lo atraviesa. Estas simples moléculas han permitido el diseño de un elevador molecular, un músculo molecular y un chip informático de funcionamiento también molecular.

Otro premiado fue el francés Jean-Pierre Sauvage, de la Universidad de Estrasburgo (Francia) quien dio el primer paso, en 1983, hacia la creación de una máquina molecular. Conectó con éxito dos moléculas en forma de anillo y formó una cadena entrelazada que denominó catenano. De la misma manera que dos anillos enlazados no se pueden separar a menos que uno de ellos se rompa, el catenano es una molécula orgánica que sólo se puede disgregar destruyendo sus enlaces covalentes. Se trata de estructuras que pueden ser útiles como interruptores moleculares o sensores para la electrónica molecular.

El tercer galardonado fue el holandés Bernard Lucas Feringa, de la Universidad de Groninga (Países Bajos), quien fue el primero en desarrollar un motor molecular. En 1999 ideó una pala de rotor molecular que giraba continuamente en la misma dirección. Gracias a dicha pala ha logrado hacer girar un cilindro de cristal que es unas diez mil veces más grande que el mismo motor. También diseñó un nanocar o una molécula con aspecto de auto, con cuatro ruedas similares a balones de futbol, capaz de moverse a distancias atómicas al ser empujado por un microscopio especial.

Muchos de los investigadores en este campo de la nanotecnología se inspiran en las máquinas moleculares que ya existen en las células vivas para realizar sus inventos. Tales como, por ejemplo, el famoso flagelo bacteriano del que tanto ha hablado el Dr. Michael J. Behe, o los cilios, telómeros, proceso de la fotosíntesis, coagulación sanguínea, etc.

El problema es que las sencillas máquinas moleculares construidas por los científicos son como juguetes infantiles cuando se comparan con las que funcionan en los seres vivos. Es muy posible que los ingenios de la nanotecnología mejoren en el futuro, pero por mucho que lo hagan será difícil que puedan igualar a las nanomáquinas biológicas que trabajan a la perfección desde la noche de los tiempos. Entre otras muchas cosas, porque las máquinas artificiales fueron cuidadosamente ensambladas en los laboratorios por químicos especializados, mientras que las máquinas moleculares de las células se ensamblan completamente solas. Es como si los ingenieros de las fábricas de automóviles lanzaran todos los componentes de un coche al suelo y éstos se montaran solos. En cambio, las nanomáquinas biológicas se acoplan por sí solas cada instante de manera inteligente. ¡Hay una gran diferencia!

Ahora bien, la cuestión es: si los más brillantes científicos actuales alcanzan únicamente a diseñar máquinas moleculares “de juguete” o sumamente simples, ¿qué se requiere para hacer las sofisticadas nanomáquinas de la célula? Muchos investigadores creen que estos sistemas complejos de los seres vivos, que coordinan varias partes en una máquina eficaz, muestran un diseño deliberado. Sin embargo, los darwinistas dicen que si se le conceden miles de millones de años a las mutaciones aleatorias y la selección natural, estos procesos puede hacer dicho trabajo. Pienso que no tenemos buenas razones para creer eso. Los más recientes experimentos científicos llevados a cabo en los mejores laboratorios del mundo, acerca de cómo actúa la evolución, ponen de manifiesto que las mutaciones aleatorias estropean generalmente los genes existentes. No es necesario decir que un proceso que daña los genes tiene pocas posibilidades de construir algo nuevo y eficaz.

A veces se afirma que si la vida fue realmente diseñada, esto tiene implicaciones religiosas. Efectivamente, así es. ¿Y qué? ¿Acaso la ciencia no es una búsqueda de la verdad basada en los hechos de la naturaleza? ¿Puede rechazar la conclusión de diseño simplemente porque no encaja con la filosofía personal de algunos científicos? 

¡Ojalá la concesión de este último Premio Nobel de química 2016, a los investigadores que han venido trabajando en el diseño inteligente de máquinas moleculares, ayude a muchas personas a entender que los complejos mecanismos de los seres vivos son también el producto de un diseño inteligente del gran Diseñador! 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Zoé - El diseño inteligente de las nanomáquinas