La tijereta

Si se abren bien los ojos, todavía resulta posible detectar cosas buenas, así como las huellas de la sabiduría divina en cada rincón del planeta.

01 DE DICIEMBRE DE 2016 · 22:40

Foto: Antonio Cruz.,
Foto: Antonio Cruz.

E hizo Dios animales de la tierra según su género, (…) y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno (Gn. 1:25).

Es verdad que el mundo está sometido al mal y que en él hay muchas cosas malas. Sin embargo, si se abren bien los ojos, todavía resulta posible detectar cosas buenas, así como las huellas de la sabiduría divina en cada rincón del planeta.

Las tijeretas son insectos dermápteros que deben su nombre vulgar a los antiguos aparatos usados para hacer agujeros en las orejas, con el fin de colocar pendientes. Los apéndices en forma de pinza (o cercos) que poseen al final del abdomen recordarían tales instrumentos.

Estos pequeños animales han sido víctimas también de una leyenda urbana que afirma que les gusta introducirse en los oídos de las personas que están dormidas, con la intención de perforarles el tímpano. Cosa absurda y completamente alejada de la realidad.

 De hecho, son animales inofensivos que emplean los cercos -más largos y curvados en los machos que en las hembras- para impresionar y ahuyentar a sus enemigos, así como para excitarse y facilitar la cópula.

En realidad, las tijeretas son insectos apacibles y tranquilos que se alimentan de pulgones y huevos de babosa, por lo que son beneficiosos para la agricultura. Poseen alas perfectamente desarrolladas protegidas por élitros pero no suelen volar nunca.

Las falsas leyendas de que son objetos muchos insectos y otros animales me hace pensar en las historias inventadas también contra la buena reputación de los cristianos a lo largo de la historia. Desde que Nerón les acusó de incendiar Roma, practicar el canibalismo ritual, ser ateos e inmorales, hasta las persecuciones por motivos religiosos de nuestro tiempo, millones de creyentes han muerto y lo continúan haciendo.

Desgraciadamente el afán cristianicida es un como un cáncer social que se reactiva en el tiempo y el espacio. De ahí la pertinencia de las palabras de Jesús: En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn. 16:33). 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Zoé - La tijereta