Tiempo de YouTube

Lo más triste es cuando se han puesto versículos bíblicos en medio defendiendo que, en la docta opinión de alguno, estos inventos tenían que ser cosa del demonio. Aunque más adelante sirvieran como magníficos instrumentos para gloria de Dios.

01 DE SEPTIEMBRE DE 2016 · 17:10

Una imagen promocional de Youtube.,
Una imagen promocional de Youtube.

Las cifras hablan de que tres mil de los siete mil millones de personas que hay en el mundo son usuarios de Internet. De ellos, mil millones usan YouTube. La plataforma recibe dos mil millones de visitas al día. El diez por ciento del tráfico mundial de Internet lo acapara YouTube. Cada minuto se suben 300 horas de video a la plataforma, y una persona necesitaría 1700 años para ver todo lo que hay allí subido. En YouTube hay de todo. Literalmente. Desde conciertos de música hawaiana hasta cosas como esta, que dicen que son pruebas de video, pero que nadie sabe explicar bien. Incluso existen tutoriales para aprender a hacer tutoriales en YouTube.

Para millones de personas YouTube ha sustituido a la televisión, y supone su fuente primaria de ocio. Para muchos también supone su trabajo y su fuente de ingresos. Ellos son los youtubers.

Se llama youtuber a la persona que tiene una cuenta de YouTube y sube contenido regularmente. La plataforma da dinero a los que se suscriben al programa y va premiando a los alcanzan hitos de suscriptores (botón de plata con 100.000 suscriptores, oro con un millón y diamante con diez millones). El youtuber con más seguidores es el sueco PewDiePie (con más 45 millones de suscriptores), y su canal se puede considerar una mezcla entre humor y verle a él jugando a videojuegos, y podría resultar una incongruencia en pleno siglo XXI, en plena era del transmedia y de los grandes avances audiovisuales… pero ahí están, ofreciendo su contenido único a un público entregado.

Hay varias opiniones acerca de lo que gana un youtuber, pero hay quien dice que con unos 200.000 suscriptores ya tienes acceso a un sueldo mensual bastante decente.

Solo con estos datos (se podrían dar muchos más) uno empieza a tomar conciencia de que no es un fenómeno que se pueda ignorar. Y el hecho de que haya gente que lo ignore, o que lo desprecie directamente, es el tema de este artículo. Vayamos por partes.

Mario Barceló empezó hace unos meses un canal centrado en una clase específica de videos: reseñas de libros. Se hacen llamar booktubers y son la niña mimada de la industria editorial. ¿A quién se le ocurriría hacer videos sobre algo tan poco visual como un libro? Y, sin embargo, esta gente tiene miles de seguidores y sus recomendaciones realmente funcionan. Son videos caseros, hechos por los mismos autores en sus casas, sin más aspiración (en la mayoría de los casos) que hablar de lo que les gusta. Sin embargo, a pesar de su aparente ingenuidad, funcionan muchísimo mejor que cualquier esfuerzo de cualquier gran empresa de publicidad. ¿Por qué? Porque ninguna gran empresa puede prefabricar lo que a estos booktubers les sobra: autenticidad.

El canal de Mario está centrado en reseñas de libros cristianos, y él me contó que pensó en empezar a hacerlo porque la avalancha de títulos que nos llegan de librerías cristianas hacen que muchas veces no sepamos cómo analizar si un libro es bueno o no. Es una técnica muy común en la industria editorial: el libro que más se publicita es el que más se vende, y la calidad, la buena doctrina, la teología y la profundidad del texto no entran en la ecuación. No es que la publicidad sea mala, sino que no siempre se usa con buenos fines. Los booktubers vienen a rellenar el hueco de lo que antes se llamaba “el boca a boca” y son un atajo para saltarse la inevitable avalancha del marketing y el merchandising.

Y esa exposición pública, al fin y al cabo, es un arma de doble filo: aunque hay millones de personas en todo el mundo a los que les encanta lo que los youtubers les están contando, el número de haters, de “odiadores”, es similar. Y esta es la otra parte a tratar.

Los seres humanos hemos odiado todo lo que haya sido alguna vez adelanto tecnológico. Ya existen estudios que han analizado el impacto negativo de los adelantos tecnológicos en la sociedad en los últimos seiscientos años, y las conclusiones a las que han llegado no nos dejan en buen lugar: aunque se pruebe que esos adelantos han acabado siendo una bendición, lo primero que hacemos es rechazarlos. Hemos odiado el teléfono, la radio, la televisión, el frigorífico, Internet, los móviles e incluso la margarina. A pesar de que somos los habitantes de la civilización que más rápido avanza en la historia del mundo, nuestros cerebros no están nada acostumbrados al cambio.

Los cristianos, históricamente, por supuesto que no han sido menos. Y lo más triste es cuando se han puesto versículos bíblicos en medio defendiendo que, en la docta opinión de alguno, estos inventos tenían que ser cosa del demonio. Aunque más adelante sirvieran como magníficos instrumentos para gloria de Dios. Por ejemplo, nadie pone en duda el instrumento maravilloso que ha sido la televisión para la expansión del evangelio en los últimos cincuenta años. Sin lugar a dudas, también ha servido, como auguraban muchos en sus inicios, para atrapar al espectador y reducirlo a un amasijo de carne incapaz de razonar o de percibir la moralidad. Sí, las dos cosas han ocurrido a la vez porque todo lo que produce el hombre es así: puede ser la mayor de las bendiciones o la mayor de las maldades. Pero es que la realidad es que si andamos esperando a que las cosas sean buenas o malas en absoluto, andaremos perdidos sin saber qué esperar de nada toda nuestra vida.

Ahora está ocurriendo exactamente lo mismo con YouTube. Semana tras semana, desde que empecé a investigar el fenómeno, me encuentro con gente que observa aterrorizada cómo los jóvenes ya no se sientan a ver la televisión. Sus ídolos son personajes absolutamente desconocidos para un gran parte de la población, y esas brechas suelen ser muy dañinas. Y la capacidad de ciertos sectores de la sociedad para increpar y condenar a los jóvenes por el simple hecho de ser jóvenes y hacer las cosas de manera diferente (y, por supuesto, dicen, de manera mucho más estúpida que ellos) debe ser caldo de otro artículo porque hay que analizarlo minuciosamente. Pero quedémonos con algo: mucha gente vive completamente al margen de la impresionante herramienta que se nos abre entre manos para alcanzar al mundo con el evangelio en esta generación, y no solamente viven al margen, sino que, como es un cambio, lo desprecian. Y no son capaces de ver lo que pueden hacer cada uno de los cristianos desde sus casas, con su cámara, sus experiencias, poniendo al servicio del Señor el arma más poderosa para transmitir el mensaje de Cristo: simplemente, ser testigos de él. Pura y genuina autenticidad.

“Todo es del Señor”, dice Mario, “Hasta el momento me siento bendecido, edificado, animado y retado. Esto no ha hecho más que empezar”. Realmente hacen falta más personas como Mario en YouTube, haciendo de todo para la gloria de Dios, hasta donde nos alcance la imaginación. “Todo tiene su tiempo”, me comenta Mario en su e-mail. Tiempo de la radio y tiempo de la televisión. Tiempo de los smartphones y tiempo de YouTube.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Preferiría no hacerlo - Tiempo de YouTube