‘Paredes vacías’, del argentino Héctor Spaccarotella
Un texto con anclaje en los Evangelios que aborda la realidad de los templos que se van vaciando de creyentes, tanto en Europa como en Estados Unidos.
12 DE AGOSTO DE 2016 · 06:40
Días atrás recibí un correo de Héctor Spaccarotella, hermano que vive actualmente en la Patagonia argentina. Escritor, conferencista y profesor, Spaccarotella tiene 57 años, 37 de los cuales felizmente unido a su esposa Adriana, con quien comparte tres hijos. De formación bautista, actualmente participa como miembro en la iglesia Metodista Pentecostal de Río Gallegos.
En ese Email, a la par que me adjuntaba su poema ‘Paredes vacías’, me explicaba los motivos que le llevaron a escribirlo: “Te envío algo que escribí esta mañana, tomando como disparador en mi devocional el libro de Daniel. De pronto vi esas enormes catedrales de Europa, que llevaron decenas, cientos de años en construirse y hoy son templos vacíos espiritualmente, monumentos para el recorrido turístico únicamente.
Escuchaba a un pastor de EEUU que, tomando como modelo lo que sucede en Europa, puede proyectar el resultado de la secularización social que vive también su país, y anuncia que 55.000 iglesias cerrarán sus puertas en los próximos 7 años en Norteamérica solamente. Pude ver a un Dios olvidado y reemplazado por otros dioses”.
Aquí, con su autorización, lo expongo para todos nuestros lectores.
PAREDES VACÍAS
¡Mira Maestro!
Grandes catedrales, enormes templos
Cientos de años, enorme esfuerzo
Para alabar a Dios
¡Mira Maestro!
Las peregrinaciones, de miles sacrificando,
Flagelando sus cuerpos adoloridos,
Buscando Su aprobación.
¡Mira Maestro!
Los grupos de alabanza que te adoran…
Miles de watts, preciosos instrumentos
Grandes voces, coros sublimes.
¡Mira Maestro!
¡Preparan Tu venida!
¡Te aman!
…¿Sabes qué veo?
Templos vacíos, monumentos a la soberbia
Y al ego del hombre.
¿Sabes qué veo?
Que no me han escuchado cuando dije:
“Sacrificios no quiero sino un corazón arrepentido”.
¿Sabes qué veo?
La versión moderna y espiritual del circo
Que busca emocionar, adormecer el grito.
No me buscan, no me adoran.
Se veneran a sí mismos, son sus propios dioses.
Se visten con apariencias piadosas
Pero están vacíos, sus almas envejecidas.
Siguen adorando al templo,
Ignorando que el velo se ha roto
Y que estoy en las calles, en cada rostro,
Anhelando el abrazo que no llega.
Paredes vacías, sepulcros blanqueados.
Religiones de hombres que luchan por conquistar
espacios de poder y de riquezas,
Mientras mi Padre es olvidado.
¡Cuántos dirán Señor, Señor!
Y serán para siempre expulsados.
¡Cuántos de esos pobrecitos que lloran
Vendrán a Mi casa y recibirán mi abrazo!
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