El cristiano vertedero

Sobre muchos cristianos jóvenes de mi tiempo se “vertieron” cosas más bien propias de un vertedero.

30 DE JUNIO DE 2016 · 21:40

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Buscando documentación en mi desordenada biblioteca para el relato de esta sección, topé con un libro curiosamente titulado El cristiano vertedero. Fijándome mejor pude comprobar que se trataba de El cristiano verdadero de G. Christian Weiss, impreso en el 1973, ¿cómo lo pude confundir? El libro con que inicié mi vida cristiana en la adolescencia, además de la Biblia. Abriendo sus páginas me transportaron a más de cuarenta años atrás.

Reflexionando sobre este despiste, tuve que convenir en que es verdad, sobre muchos cristianos jóvenes de mi tiempo se “vertieron” cosas más bien propias de un vertedero.

Aquellas breves páginas del libro satisficieron los íntimos anhelos en mi adolescencia de conducirme según el dictado divino. Con intenciones adoctrinadoras mi mentor espiritual me lo prestó, lo leí y luego lo compré.

Ahondando en la intención inconsciente de aquel despiste me puse a desgranar qué basuras y escombros espirituales se “vertieron” sobre aquellos novatos de iglesia a finales de la década de los 70.

  • Ansias compulsivo-proselitistas de personas que te daban respuestas a preguntas que no te hacías.
  • Necesidad de aumentar el grueso de fieles de una comunidad. El número sí importa.
  • Una teología de carácter propagandístico diseñada para ese fin.
  • Una teología que abocaba a la desesperación si eras honesto intelectualmente y te atenías a sus implicaciones.
  • El abandono ante un dios que te presentaban bueno pero intuías que no era tonto. Puedes creer, pero ¿cómo convencerle con emociones fluctuantes para que adopte determinaciones en cuanto a ti y según tu conveniencia en tiempo y lugar?
  • Una moral obsoleta de traje, corbata, velo y falda.
  • Espuertas de “seguridad” con menoscabo de libertad.
  • Insulsos, previsibles e interminables sermones presentados como palabra de Dios.
  • Culpas enfermizas sacadas de debajo de las piedras.
  • Cargar con el descontento divino. Un dios insaciable y de imposible propiciación.
  • Conciencia de que lo que haces es lo que no deberías hacer.
  • Deuda, sobre todo se nos vertió deuda. La conclusión de la cruz es que acabamos más endeudados después de ella.
  • La carga de tener que mantener a los que predicaban y no daban trigo.
  • Tiempo hipotecado en infinitos cultos para el gusto de no se sabe quién.
  • Gracia divina, sí, pero con adobo legalista.
  • Éramos necesarios dentro, por lo que se aseguraron de tapiar la puerta de salida, o en todo caso dejarte salir por la “puerta pequeña” del estigma eterno y la humillación.

Tantas acciones abruman cuando en realidad basta un gesto, un talante o una actitud para señalar el camino a Dios.

Sí, más que una generación de cristianos verdaderos, lo fue de cristianos vertederos. Espero que esto sea una realidad muy pasada y que las nuevas generaciones estén avisadas para repeler el abuso espiritual del que ahora se empieza a hablar en los medios evangélicos.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cuentos - El cristiano vertedero