Cuarto centenario de la muerte del inca Garcilaso de la Vega

En su tiempo fue considerado como “padre de las letras del continente”, “padre de las letras hispanoamericanas”, “uno de los mejores cronistas de las Indias”, “príncipe de los escritores del Nuevo mundo”.

02 DE JUNIO DE 2016 · 20:05

El inca Garcilaso de la Vega.,Garcilaso de la Vega
El inca Garcilaso de la Vega.

Perú. Estado de América del Sur, 1.285.000 kilómetros cuadrados, 31 millones de habitantes. Las tierras del Perú son hijas del mito y de la leyenda. Ni siquiera la ciencia ha conseguido desvelar todavía los misterios de su historia. Hijo del volcán y del agua, de la tierra y de la nube, del desierto y de la selva, nadie sabe cómo se levantaron sus montes y sus santuarios, quién comunicó a los hombres el secreto de convertir las piedras en barro.

En Perú conviven distintas razas. Las indígenas en primer lugar. Luego llegarían los europeos y los negros procedentes de África, más tarde, durante los siglos XIX y XX, en sus principales ciudades se asentaron chinos y japoneses. Antes de los Incas, entre los siglos III antes de Cristo al XIII después de Cristo florecieron otras culturas: Los Paracas-Nazca, los Chimú y los Tiahuanaco. Cuando el extremeño Francisco Pizarro llegó a Perú con 3 naves, 180 hombres y 27 caballos en abril de 1531 dispuesto a conquistar Perú, el imperio Inca estaba en su pleno apogeo extendido desde Ecuador hasta Chile y el norte de Tucumán en Argentina. El último pretendiente al trono de los incas, Túpac Amaro, señalaría el definitivo ocaso del que fuera inmenso andino.

Francisco Pizarro es considerado como el conquistador de Perú, fundando la Ciudad de los Reyes, actual Lima.

En la época colonial, cuyo primer virrey fue Antonio de Mendoza, surge el escritor y humanista Garcilaso de la Vega, el Inca, de cuya muerte en 1616, el mismo año que falleciera Shakespeare y Cervantes, se cumplen ahora cuatrocientos años.

Garcilaso de la Vega, llamado El Inca, nació el año 1539 en Cuzco, ciudad que hoy ofrece el máximo atractivo turístico de Perú, siendo el principal de ellos la misteriosa Machu Pichu, cuyas ruinas son célebres en el mundo entero. Sus padres fueron el conquistador español Sebastián Garcilaso de la Vega y la princesa inca Palla ChimpuOci Isabel, nieta del último emperador inca. Merced a la privilegiada posición de su padre fue bautizado con los apellidos ilustres de sus antepasados.

Aquél matrimonio no duró mucho debido a la presión ejercida desde España por la corona. Los reyes imponían que los nobles españoles casaran con damas nobles también españolas. El amor sucumbió. El valiente militar dejó a su princesa inca y casó con Luisa Martel de los Ríos. Esta tuvo dos hijas, Luisa y Ana, medio hermanas de Garcilaso. En cuanto a la princesa, Sebastián Garcilaso, su primer marido, le dejó una cuantiosa dote y contrajo nuevo matrimonio con el español Juan del Pedroche.

En Cuzco, Garcilaso recibió una esmerada educación junto a los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro, mestizos e ilegítimos como él. En aquellos tiempos los mestizos eran llamados hijos de la conquista, bastardos, hijos de ocasión y de pecado. El propio Garcilaso, considerado por la historia como “el primer mestizo de personalidad y ascendencia que parió América, cuenta en los “Comentarios Reales de los Incas”; “a los hijos de español y de india, o de indio y española, nos llaman mestizos, mezclados de ambas naciones. Aunque en Indias si a uno de ellos le dicen sois un mestizo, como menosprecio, yo me honro con él”.

Nuestro inca tenía 13 años cuando el fraile Bartolomé de las Casas publicó su obra “Brevísima relación de la destrucción de las Indias” donde, como haría posteriormente en “Historia general de las Indias” y en “Historias de las Indias”, denunciaba las injusticias que los colonizadores españoles cometían contra los indios. Poseído de una fe ciega y una idea cristianade su quehacer en la tierra, el fraile clamaba contra los españoles que martirizaban a los indios, sometiéndoles a vasallaje y haciéndoles trabajar desde la madrugada al anochecer.

El inca Garcilaso era de opinión contraria. No compartía el punto de vista del historiador religioso. Censuró en los españoles lo que estimaba censurable, pero creía que los colonizadores fueron enviados por Dios para someter a sus gloriosos antepasados incas. Consideraba a España como brazo de la Providencia en el mundo. Y hacia España se embarcó.

Muerto su padre en 1560, cuando él contaba 21 años, llegó a España con dos intenciones: buscar a los familiares del padre y gestionar una pensión por los servicios que aquél había prestado a la corona. Los trámites ante el Consejo de Indias fueron frustrantes y el joven no pudo conseguir renta alguna. Tras una breve estancia en Extremadura se instaló en Montilla, donde fue acogido por su tío paterno. Decidido por la carrera militar participó con el grado de capitán en la represión de los moriscos de Granada. Dolido por la poca consideración que se le tenía en el ejército por su condición de mestizo, lo abandonó. En 1591, después de haber vivido unos treinta años en Montilla, se estableció en Córdoba. Su tío Alonso Vargas le adjudicó bienes en su testamento que le permitieron vivir sin problemas económicos el resto de sus años. Murió en Córdoba el 24 de abril de 1616, según cuenta su partida de defunción conservada en la catedral cordobesa.

Garcilaso de la Vega destacó como autor. Sus libros fueron escritos en excelente prosa castellana. En su tiempo fue considerado como “padre de las letras del continente”, “padre de las letras hispanoamericanas”, “uno de los mejores cronistas de las Indias”, “príncipe de los escritores del Nuevo mundo”. Su valía como escritor ha sido reconocida por actuales personalidades de las letras como Menéndez y Pelayo y Ricardo Rojas. Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, ve en él dotes de consumado narrador, destacando su prosa bella y elegante. Augusto Tamayo Vargas afirma que “si la historia y la prosa de ficción se ejemplarizan en Garcilaso, también el ensayo tiene en él un alto representante”.

Su obra cumbre, la más conocida y leída por investigadores, historiadores y críticos literarios es “Comentarios reales de los Incas”, publicada en Lisboa en 1669. Garcilaso expone aquí la historia, cultura y costumbres de los incas y otros pueblos del antiguo Perú. En este libro destacan los capítulos IV, XV y XXXI, donde el escritor trata del origen de los reyes Incas del Perú, de los muchos dioses que los historiadores españoles aplicaban impropiamente a los indios y de los nombres nuevos para nombrar diversas generaciones.

Otras obras suyas fueron “La Florida del Inca”, “Historia general del Perú”, “Genealogía o relación de la descendencia del famoso Garci Pérez de Vargas”.

En 1590 dio a conocer en Madrid su excelente traducción del italiano al castellano de “Los Tres Diálogos de Amor”, de León Hebreo. El prólogo está fechado en Montilla en 1586.

León Hebreo fue el seudónimo que adoptó Yehudá Abrabanel, médico y filósofo judío nacido en Lisboa en 1465 y muerto en Nápoles en 1521. Aquí fue médico del Gran Capitán y del Virrey. “Los tres Diálogos de Amor” es una obra de clara tendencia platonizante en la que discute varias cuestiones filosóficas centradas en torno a la doctrina del amor. Agatón, en “El Banquete” de Platón, no limita el concepto que del amor tenía el filósofo griego a una nube románticamente idealizada. Tanto en “El Banquete” como en “Fedro” el filósofo griego afirma que el amor y el eros son pasiones del corazón, el deseo ardiente, el sentimiento y el impulso despertado por el objeto del amor que invade el cuerpo del amante e incluye lo sexual.

Garcilaso de la Vega, el Inca, ha quedado en la historia de la literatura como un gran humanista. Frecuentó los círculos humanísticos de Sevilla, Montilla y Córdoba y se volcó en la historia y en la lectura de poetas clásicos y renacentistas. En su opinión, la conquista debió culminar en la cristianización del Perú, pero “la labor del demonio” azuzó los pecados capitales de los españoles, conduciéndolos a las guerras civiles, a la destrucción de sabias instituciones incas y a la política toledana adversa a los indios y mestizos.

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