Los escogidos

Un cuento de Antonio Cárdenas.

29 DE ABRIL DE 2016 · 07:10

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Érase una vez la membresía de una iglesia que se dividió en dos.

Meses atrás se había filtrado un dilema teológico entre los fieles, tan antiguo como el protestantismo. ¿Existe el libre albedrío? ¿Somos libres escogiendo a Dios o es Él quien escoge libremente a quien quiere? ¿Estamos predestinados? Se sumergieron en los textos de Calvino y en la posterior tradición calvinista del siglo XVII.

Aquella cuestión sumió a los que no se sabían escogidos en un conflicto mental de tal calibre que, en su desesperación, se entregaron con frenesí al trabajo para olvidar.

Mientras que los escogidos, más confiados, reconstruyeron su genealogía familiar para descubrir cómo se las compuso Dios para que ellos, y no otros, fueran destinados para salvación.

Hiciesen lo que hiciesen, descansaban tranquilos porque Dios no se podía desdecir. Los más osados de entre ellos presumían que no habían sido escogidos aleatoriamente, sino por alguna virtud oculta que había en ellos, y no en otros. Vivieron tal subidón moral que no se les ocurrió renunciar a aquel privilegio en favor de otros.

Se corrió la voz por toda la ciudad que entre ellos había unos preferidos de Dios.

El alcalde y su mujer, acompañados del séquito municipal, asistieron invitados a uno de los oficios religiosos en la iglesia de los escogidos.

Haciendo uso de la palabra, el alcalde les felicitó por ser unos ciudadanos tan privilegiados, de los que toda la ciudad se debería enorgullecer porque, gracias a ellos, la urbe también puede sentirse escogida.

……………

— ¡Qué mal gusto!, ¿no? — dijo la mujer del alcalde, ya lejos de la iglesia.

— ¿De quién? — preguntó el alcalde.

— ¿No has visto? La mayoría son feos, tontos, chaparros, tullidos y desgarbados— dijo la mujer.

—Los caminos de Dios son inescrutables— dijo el alcalde.

¡Qué mal gusto, Dios! ¡¡Pudiendo escoger!!

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