Vuelta a casa (IV)

En Suiza, en cuanto desembarco del avión, me doy cuenta de algunos detalles que no me habían chocado antes.

21 DE ENERO DE 2016 · 08:10

Foto: Alain Auderset,
Foto: Alain Auderset

Lee la primera, la segunda, y la tercera parte de la historia.

 

¿TERCERA MIRADA…?

En Suiza, en cuanto desembarco del avión, me doy cuenta de algunos detalles que no me habían chocado antes. En este aeropuerto, de mármol, súper limpio, con mucha clase pero frío, nada se adapta al calor humano. La entrada está repleta de tiendas lujosas.

Me fijo en una empleada que, empujada por la soledad, se concede un momento de descanso. Tras un momento de conversación deja su papel de perfecta vendedora y me describe su día a día:

Si llego un cuarto de hora tarde, recibo una multa; estamos controlados, tenemos que ser rentables. Si no tenemos cuidado, enseguida dejamos de relacionarnos con la familia y finalmente, con todos los amigos.

Mi hermoso país tan limpio conoce también una especie de horrible miseria escondida… Antes de irme, le digo que Dios piensa en ella y que debería hablar con él. Aquí también, hay posters por todas partes. Publicidad con mujeres divinamente hermosas que nos observan desde lo alto exhibiendo joyas y relojes como si fueran talismanes para el éxito.

Estas imágenes son completamente moldeadas por la mano de artistas informáticos. Son ídolos despiadados, secretamente venerados, que envuelven con una capa de mentira hipócrita a sus adoradores haciéndoles creer que esos no son ellos, pero a mi no me engañan; veo con claridad que su forma de vestir se parece en todo a la de esas imágenes…

Por la ventana del tren, ya no veo la miseria de las chabolas, ni los colores vivos y llenos de contraste de la India, las sonrisas espontáneas de los peatones, lo imprevisto en cada esquina de la calle, la gran cantidad de jóvenes, todos esos artesanos manitas que se inventan los oficios más extravagantes los unos que los otros para poder sobrevivir, ni esos ancianos de barbas blancas y largas, ni sus ojos chispeantes de vida…

Casi me choca ver las calles desiertas (¡solo algunos ancianos!) ¿Dónde están los habitantes de mi país? ¿Están todos escondidos en sus casas, hipnotizados por las pantallas? ¿O ha habido una catástrofe que diezmó la casi totalidad de la población? ¿Pero que ha sucedido durante mi ausencia? (¡basta con que me eclipse un par de semanas para que todo se tuerza!)

Quizá no es aquí donde ha tenido lugar todo este cambio, sino en mi mirada…

 

EL PRIMER POSTER

Un poster con uno de mis dibujos va a ser pegado próximamente por las calles de la India, y como semillas del más allá, sembrará esperanza en el corazón de los indios que lo van a ver…  

Pidan esta ilustración en formato poster.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cita con Dios - Vuelta a casa (IV)