Los versos de Papini

El filósofo Miguel de Unamuno, el poeta Antonio Machado, el novelista Miguel Delibes, el científico Ochoa y, entre otros, Giovanni Papini, todos ellos maridos de una sola mujer, hombres fieles hasta la muerte a sus promesas matrimoniales.

07 DE ENERO DE 2016 · 22:10

Papini con su esposa, Jacinta, y sus hijas Gioconda y Viola. ,Papini familia
Papini con su esposa, Jacinta, y sus hijas Gioconda y Viola.

Papini no fue pródigo en versos, pero admiró y escribió sobre muchos de ellos. Tantos, que un espulgo en su obra completa daría como resultado una larga lista de poetas y poemas, desde el Mío Cid español al poeta norteamericano Walt Whitman, fallecido en 1892. En EL LIBRO NEGRO, segunda parte de GOG, Papini dedica un largo capítulo a la vida y la obra de Whitman. Dice el poeta a Gog: “Poseemos el poema de Aquiles y de Ulises, de Eneas y de César, de Tristán y de Orlando, de Sifrígido y del Cid, pero hasta ahora ninguno ha cantado el poema del Hombre, del hombre de todas las tierras y de todas las épocas”. Yo, hace decir Papini a Whitman a través de Gog, “quiero ser el primero en cantar el canto de los hijos de Adán, quiero ser el Homero de la especie humana”.

Otro poeta a quien Papini cita de continuo es el francés Víctor Hugo. En página 247 de EL LIBRO NEGRO, bajo el título “La poesía del octogenario”, Papini reproduce este poema del autor de libros conocidos como LOS MISERABLES, NUESTRA SEÑORA DE PARÍS y otros que alcanzaron justa fama:

Si los desiertos, si las arenas,

Si los grandes bosques,
Si las cosas formidables

Que percibo,

 

Fueran naturaleza salvaje,

Cortadas de repente

Por la alegría pura

de un fresco jardín,

 

Si de pronto, en mantilla,

En blanco corsé,

Una bella joven

Apareciese,

 

Si reencontrara rosas

En los bosques,

Ninfas, ¡ah! ¡qué dulces cosas

Yo diría!

Hasta que la muerte os separe.

 

El dramaturgo y actor francés Moliere (1622-1673) escribió en una de sus obras que todo corazón infiel es moralmente monstruoso. Esto lo pensaba de otros, naturalmente, porque su esposa enfermó de tristeza por las infidelidades del marido.

Pensando en parejas recién casadas, el inglés Shakespeare dijo que los más fuertes juramentos ante el altar nupcial se queman en el fuego por las infidelidades matrimoniales, mayormente por parte de los hombres.

Si ante el altar un hombre y una mujer declaran amarse hasta que la muerte los separe, renunciar a otros o a otras y dedicarse el uno al otro, ¿por qué las promesas se rompen al cabo de poco tiempo y aparecen las infidelidades conyugales?

El escritor inglés Paul Johnson publicó hace 16 años un libro demoledor, poniendo al descubierto las infidelidades matrimoniales de conocidos escritores, poetas, actores, cantantes y hasta filósofos y científicos.

El libro es un crudo y realista retrato de vidas aupadas por la fama que proclaman la moral matrimonial y practican la moral del burdel, hombres que en ocasiones, en ausencia de la esposa, calentaban con otras la cama donde dormía el matrimonio.

Los biógrafos de Kennedy dicen que el presidente asesinado en Dallas estuvo en vida con unas 3.000 mujeres, y a esto achacaban sus problemas de espalda. El conocido director de cine más dotado que ha producido Alemania, Rainer Farsbinder, autor de películas como LA TERCERA GENERACIÓN, casado, contrataba a actrices para acostarse con ellas. Ningún intelectual aconsejó a la humanidad durante un período tan largo como el filósofo inglés Bertrand Russell. Este hombre, que ostentaba el título de Conde, casado con una bella joven inglesa, Alys Whitall, fue infiel a su mujer con todas las que pudo, y pudo con muchas. En fin, el célebre autor ruso León Tolstoi veía a las mujeres no como personas sino como trofeos para añadir a su colección de centauro.

Paul Johnson, autor del libro citado, dice que de los poetas y escritores que él había conocido y cuyas biografías había estudiado, de cada 100, 80 fueron mujeriegos, infieles a sus esposas.

En el 20 por ciento restante hay que incluir a hombres como el filósofo Miguel de Unamuno, el poeta Antonio Machado, el novelista Miguel Delibes, el científico Ochoa y, entre otros, Giovanni Papini, todos ellos maridos de una sola mujer, hombres fieles hasta la muerte a sus promesas matrimoniales.

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