A la India irás (I)

Descubrir un billete de avión para la India en mi buzón 10 años más tarde me dejó atónito.

25 DE DICIEMBRE DE 2015 · 07:20

Foto: Alain Auderset,
Foto: Alain Auderset

A punto de salir mi primer cómic, en una época en que aún dibujaba sin la luz de los flashes de los periodistas y en que la idea de invitarme a hablar en público sólo se le hubiera ocurrido a un organizador desesperado, un hombre me llamó por teléfono.

Está voz, (así como la persona a quien pertenecía ) me era por aquel entonces totalmente desconocida. Me anunció, entre otras cosas, que había tenido una visión acerca de mí hablando a miles de jóvenes y que (así, como si nada…) Dios me enviaría un día a la india… (?...vaaaale... Gracias por su llamada).

Descubrir un billete de avión para la India en mi buzón 10 años más tarde me dejó atónito. Simultáneamente, mis recuerdos depositan también en el buzón de mi memoria las circunstancias de los acontecimientos descritos precedentemente. Yo creía sin embargo haberlos perdido en medio de los anales de mi cerebro, tan caótico como mi escritorio (¡Con eso lo digo todo!).

El extraño remitente del billete es una misión cuyo nombre es "Empart"... ¿Y eso?... meses atrás me habían invitado para hacer un dibujo al mismo tiempo que un orador indio daba su conferencia. Nos habíamos reído mucho porque yo había hecho su caricatura en la gran pantalla y él me lanzó esta broma desde el escenario:

- ¡ Tú, amigo mío, espera y verás !

La invitación viene de él; llamo por teléfono al responsable de la sede de la misión en mi país para saber más:

- Esto… ¿Por qué quiere que vaya a la India? ¿Qué esperan ustedes de mí?

- Lo que queremos es que vengas para que seas influenciado por lo que veas allí…

- ¿Y eso es todo?

No me piden que vaya a dar una charla, ni que pinte fachadas con Mickeys, ni que cabe pozos ni que rescate rehenes ( ¡Y menos mal, porque no tengo ni idea de cómo se hace eso!)... Sino solo que vaya¡?!

¿ Pero qué lugar es este?

Desde que salgo del aeropuerto, me acoge ese olor particular (especias y orina) y esa niebla permanente (polvo y contaminación), que como los vendedores que están al borde de la calle, se quedarán pegados a las suelas de mis zapatos.

El espectáculo que se impone ante mis ojos es completamente desestabilizador. ¡Raaaaas! ¡Seguro que ese piloto tan chalado ha traspasado la barrera del espacio tiempo !!! lo que descubro me da la extraña impresión de haber retrocedido en el tiempo. ¡Pero diferente al nuestro porque en este, muchos alienígenas viven confabulados con los humanos! Tipos con enormes turbantes en la cabeza, otros, cortados en dos, se desplazan con ayuda de sus brazos sobre una tabla con ruedas, mujeres magníficas revestidas de arco iris...

¡Circulen! ¡sálvese quien pueda!

En la calle, las cosas no están mejor: una abundancia de vasos de yogur gigantes con un número de ruedas aleatorio, sirviendo de vehículos, bullen por la calzada.

El coche inglés, salido de otro siglo, que me sirve de taxi, se desliza tal un barco macizo por las cascadas de un río heterogéneo de coches a la velocidad de la corriente de la circulación. Aquí los conductores son completamente liberados de la limitación de las más vitales reglas de circulación.

Cuando el taxi se cuela en sentido contrario a la autopista para ganar algunos minutos inútiles, yo me quedo tan Pancho (mi cerebro se ha puesto en modo: ¡Bah, de todas formas, todo esto no puede ser real!)

Continuará la semana próxima...

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cita con Dios - A la India irás (I)