Íntima
Poema extraído de la obra "Oro, incienso y mirra", de Antonio Almudévar, con motivo de la celebración del 20 de noviembre, Día Universal del Niño.
20 DE NOVIEMBRE DE 2015 · 06:30
Ayer por la noche mi pequeño niño
cuando le acostaba, se solemnizó
fijando sus ojos en los ojos míos
y un pecado, luego, triste confesó.
Después, a mis plantas, dobló sus rodillas,
apoyó su frente humilde y rendida
en la mano mía y, llorando oró:
“Dios querido: hazme...,
hazme ser un hombre como mi papá
tan sabio y tan fuerte... Ven para ayudarme...
Hazme ser tan bueno... Hazlo en tu bondad”.
Cuando ya dormido le miré en su lecho
mis rodillas puse donde él las posó
y llorando... humilde, del fondo del pecho
confesé mis culpas, y mi alma oró:
“¡Oh, Señor: Si puedes...
sí, escuchar mi queja, si tan bueno eres
que tu oído inclines a mi torpe voz,
hazme, te suplico, hazme como un niño,
como este hijito tan puro y sencillo
y tan confiado en tu dulce amor!”.
Un poema de Antonio Almudévar. Del poemario "Oro, incienso y mirra"
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