Rumsfeld: “Fue un error querer imponer la democracia en Irak”

Un antiguo general del Ejército irakí me dijo en Egipto la última vez que estuve en tierra de los faraones: “Antes teníamos en Irak un dictador. Ahora tenemos cuarenta”.

11 DE SEPTIEMBRE DE 2015 · 05:35

Cartel de una marcha de protesta contra la guerra en Washington. Foto: Daniel Lobo (Flickr,CC),guerra de Irak
Cartel de una marcha de protesta contra la guerra en Washington. Foto: Daniel Lobo (Flickr,CC)

En su ejemplar del 12 de junio último, la revista semanal Es hora publicó unas declaraciones del exsecretario de Defensa de Estados Unidos Donald Rumsfeld sobre la guerra en Irak.

Recordemos. La invasión de Irak por un Ejército de diferentes países comandado por Estados Unidos comenzó el jueves 20 de marzo de 2003 y finalizó el domingo 18 de diciembre de 2011.

El impulsor de la guerra fue el entonces presidente norteamericano George W. Bush, hijo de otro presidente del mismo apellido. La invasión se justificó con argumentos que resultaron indemostrables. Se dijo que Irak estaba apoyando a terroristas palestinos, que violaba los derechos humanos, que cooperaba con Al Qaeda. La excusa más divulgada para justificar la invasión fue que Irak poseía armas de destrucción masiva.

Hubo otras dos razones que permanecieron silenciadas: una, que Estados Unidos y Gran Bretaña querían explotar a su favor los pozos de petróleo existentes en el país invadido. Una segunda razón fue la presión de Israel sobre el Gobierno de Bush. Para entender este razonamiento en su totalidad es preciso tener en cuenta que en Estados Unidos viven cinco millones de judíos. Ejercen una gran influencia en la economía del país, en el mundo del espectáculo, en el sector de las comunicaciones, en el Senado, en el Congreso y en otras instituciones del Estado. Los principales asesores políticos en aquél entonces eran judíos o norteamericanos que trabajaban a favor de Israel.

En mayo de 2003 el periodista José Vidal Beneyto escribió en El País que “detrás de Donald Rumsfeld –por entonces secretario de Defensa- están Richard Perle y Paul Volfowitz, los dos pivotes esenciales de la operación que tienen en común su incondicionalidad con Israel y su amistad personal con Ariel Sharon. …el secretario de Defensa eligió como su más inmediato colaborador a Steven Bryen, que había sido procesado por facilitar a Israel información reservada. ….y ha sido un empleado de la sociedad israelí Soltan, especializada en la fabricación de armamento de alta tecnología”.

Más directo fue el también periodista y académico Luís María Ansón, por aquél entonces director del diario La Razón. En un artículo editorial publicado el 9 de mayo del mismo año, escribía: “la guerra de Irak se ha hecho contra el terrorismo y por el orgullo herido de Estados Unidos tras el 11S. Se ha hecho por el control de una zona petrolífera clave. Pero se ha hecho, sobre todo, por exigencia de Sharon (primer ministro de Israel en aquella época) y el “lobby” judío norteamericano. Jerusalén no está dispuesta a que en su entorno exista un país árabe con mayor potencia militar que Israel. Un Sadam Husein rearmado y mesiánico hubiera jugado la carta salvadora de Palestina para convertirse en el “rais” indiscutido del mundo árabe. Por eso, el verano pasado Sharon dijo a Bush: “o atacas tú o ataco yo”. Si hubieran atacado los israelíes se habría encendido el mundo árabe”.

La invasión, que duró casi ocho años, llevó a la rápida derrota de las fuerzas iraquíes. Sadam Husein fue capturado y ejecutado en diciembre de 2006. La guerra costó a Gran Bretaña 9.000 millones de dólares. A Estados Unidos, 845.000 millones. Las estimaciones del número de personas muertas se calcularon en un millón, entre ellas 4.803 soldados de la coalición de países que intervinieron en la guerra y 4.485 soldados estadounidenses. En el millón de muertos figuraban soldados iraquíes y personas civiles, entre ellas muchas mujeres y niños. ¿Valió la pena tanta monstruosidad? ¿Para qué todo?

Donald Henry Rumsfeld, que fue Secretario de Defensa en el Gobierno de Gerald Ford de 1975 a 1977 y con Bush entre 2001 y 2006, declaró en una entrevista con The Times, parcialmente reproducida en la mencionada revista española Es hora, que “George W. Bush se equivocó al tratar de imponer la democracia en Irak”. Añadió: “La idea de que seríamos capaces de diseñar una democracia en Irak me parecía poco realista. Sentí preocupación cuando escuché por primera vez estas palabras”.

Esto lo dice ahora, con 81 años. ¿Por qué, entonces, apoyó la guerra contra los iraquíes? ¿Y acaso la intención primaria era imponer la democracia norteamericana en el país árabe? ¿No era el temor a que Irak almacenara armas de destrucción masiva? El Gobierno español lo creyó también. El presidente de entonces, José María Aznar, asumió las sospechas de Bush y envió tropas españolas a matar iraquíes. Luego, el norteamericano George Bush, el británico Tony Blair y el español José María Aznar, trío que protagonizó una ridícula fotografía en las islas Azores, admitieron públicamente, pero sin arrepentimiento y sin dolor por el millón de muertos, que en Irak no había ni rastro de armas de destrucción masiva.

 

Una militar de la coalición occidental frente a un cartel de Saddam Hussein. Foto: ventolinmono (Flickr,CC)

Habla Rumsfeld de querer imponer la democracia en Irak. ¿Qué democracia? ¿Después de siglos no han aprendido los políticos occidentales que lo que ellos llaman democracia no funciona en países árabes? Yo he nacido en un país árabe. Hablo el idioma. Sé que el sistema político del Islam es otro. El Korán no defiende una dictadura, pero sí una teocracia, es decir, que el poder temporal depende del poder religioso. En esta concepción política no caben democracias estilo estadounidense.

Independientemente del millón de muertos, lo que constituye un verdadero drama, la guerra contra Irak revistió otra particularidad esencialmente trágica. Se destruyó en gran parte un país eminentemente bíblico. Irak es la antigua Mesopotamia. El nombre le fue cambiado con la invasión musulmana del siglo VII.

Mesopotamia significa “el país entre dos ríos”, en referencia al Éufrates y el Tigris, en algunas versiones bíblicas también llamado Hidekel (Génesis 2:14). En Irak se cree que estuvo el huerto de Edén, regado por los mencionados ríos. En Irak estuvo Ur de los Caldeos, donde vivió Abraham antes de salir hacia Canaán. En Irak se construyó la torre de Babel. En Irak estuvo la antigua Babilonia, construida por Nimrod, nieto de Noé. En Irak se hizo fuerte el rey Nabucodonosor, mencionado 89 veces en el Antiguo Testamento. En Irak se alzaron los famosos jardines colgantes de Babilonia. A Irak fueron llevados cautivos 200.000 judíos hechos prisioneros por Nabucodonosor. En Irak este rey vio en sueños la famosa estatua citada en el segundo capítulo de Daniel. En Irak se formó el mismo Daniel junto a otros jóvenes de la élite judía.

Los misiles norteamericanos e ingleses destruyeron gran parte de este patrimonio de la antigüedad clásica. Se habló de reconstruirlo; aunque se hiciera en su totalidad, ya no sería la misma Mesopotamia.

La guerra en Irak terminó oficialmente en diciembre de 2011. ¿Terminó? No hay día que no desayunemos ante el televisor con continuas masacres: atentados de suníes contra chiíes, el Ejército contra unos y otros, el autonombrado Estado Islámico contra todos. Irak continúa ardiendo y civiles siguen muriendo a millares. Un antiguo general del Ejército irakí me dijo en Egipto la última vez que estuve en tierra de los faraones: “Antes teníamos en Irak un dictador. Ahora tenemos cuarenta”.

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