Un papá y su hijo en una isla...

A veces nos pedimos perdón mutuamente por cosas sin importancia (no son solo los niños los que se equivocan). A menudo nos reímos a carcajadas. 

21 DE AGOSTO DE 2015 · 05:45

Imagen: Alain Auderset.,Alain Auderset, Canarias, relato
Imagen: Alain Auderset.

Las islas exóticas son para mi pequeño Benjamín y yo un sueño lejano e inalcanzable...   ¡Qué por eso no sea, nosotros las traeremos a nuestra casa!

He plantado unas cuantas semillas de limonero (encontradas en un pobre limón de la nevera) en una maceta en su habitación y hoy muchos limoneros, con sus raíces bien calentitas, hacen guiños por la ventana, a este extraño país cubierto de nieve.

Por la noche, desde lo alto de su cama, admiramos nuestra mini selva. A menudo, antes de irse al país de los sueños, mi pequeño hombrecito ora para que podamos ir los dos a una isla que se parezca a la del poster que tiene pegado en el techo de su habitación.

¡Ya se pueden imaginar nuestra alegría cuando me invitaron a Canarias por segunda vez, pero esta vez con él!

 

¡7 MIL CONVERSIONES!

Esta vez me han invitado a compartir mi testimonio en varias islas. Desembarcamos en lamás alejada de todas (la que está más cerca de África), Fuerteventura, (90.000 habitantes). Un pastor influyente (al que nunca había visto hasta entonces), me invita a hablar en su inmensa iglesia (más de 7.000 convertidos). 

A pesar de ser un hombre de traje y corbata, de que nunca me haya escuchado hablar, de la pinta que tengo de “Pirata del Caribe” con mi pelo largo, una cinta atada a la frente y los pies descalzos, me cede la palabra sin dudarlo un solo instante…(¿!)

Vuelve a mi mente la puerta del WC, ahora abierta…

Jesús es “El que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre”  (Apocalipsis 3:7)

 

LO MÁS INOLVIDABLE

Lo más tetra guay para mí (¡tetra es mucho más que mega!) no son ni las 1.500 personas que me escuchan, ni las magníficas dunas de arena, ni la amabilidad de la gente, ni explorar el volcán más alto, ni  los trayectos en barco de una isla a la otra, sino los momentos que puedo pasar con mi hijo.

Oramos juntos antes de ir a dormir:

-…“Señor, pongo en tus manos a esa señora que nos cruzamos papá y yo,  que le dolía la espalda, porque para ti, hasta si le damos una patada a cualquiera es como si se la diéramos a la niña de tus ojos (me parte en dos lo profundo que es este pequeñajo…)

A cualquier hora se nos puede encontrar sentados a la mesa de un bar a orillas de la playa, dibujando y charlando alegremente.

Benjamín se pone el lápiz en la oreja como yo, y dice a todo el que le quiera oír que de mayor hará lo mismo que su papá… 

Me siento muy orgulloso de poder transmitirle la poca sabiduría que tengo. Él cree sinceramente lo que le digo y eso hace que me sienta realmente valorado. Teme por mí cada vez que pongo un pie fuera de la acera. Siempre me preocupa saber si lo está pasando bien o no.

A veces nos pedimos perdón mutuamente por cosas sin importancia (No son SOLO los niños los que se equivocan). A menudo nos reímos a carcajadas. Juntos atesoramos recuerdos llenos de complicidad que seremos los únicos a compartir en esta tierra… Llenamos nuestros bolsillos de semillas desconocidas encontradas en un jardín botánico, completamente decididos a transformar nuestra casa de Suiza.

Ahora entiendo mejor por qué Jesús ha insistido tanto en recordarnos que Dios es nuestro Padre

 

DE VUELTA AL CAMPO DE BATALLA

En el taller, estoy sumergido a fondo en un estrés casi insoportable (menos mal que tengo amigos que me ayudan). Durante toda la semana, desenfundaré mi móvil para enfrentarme a los diarios más importantes y subiré al asalto de la muralla de los medios de comunicación para anunciar el lanzamiento de mi nuevo cómic.

¡Vaya, qué contraste!...

Pero frente a mí, veo la pequeña platanera que trajo mi hijo de las islas y recuerdo que todo ha sido muy real.

 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cita con Dios - Un papá y su hijo en una isla...