Salmonete de roca

Como en el caso del salmonete de roca, el verdadero comensal está llamado también a procurar no causar excesivos perjuicios a aquél que le ayuda, a no morder la mano que le da de comer. 

23 DE JULIO DE 2015 · 20:00

Foto: Antonio Cruz.,salmonete de roca
Foto: Antonio Cruz.

Siempre que lo observo, me sorprende el comportamiento de este pequeño pez. Es el salmonete de roca (Mullus surmuletus) que aparece en el centro de la imagen, que tomé ayer en las Islas Medes (Estartit, Girona).

Se dedica constantemente a escarbar, mediante sus largas barbillas, el fondo del mar. Remueve el sedimento y hunde la cabeza en él buscando las presas de que se alimenta. Se traga la arena para filtrarla y la expulsa a través de sus hendiduras branquiales. Retiene así pequeños crustáceos, anfípodos, poliquetos, moluscos y minúsculos peces. Este trabajo del salmonete levanta nubes de sedimento marino cargadas de microscópicas presas que atraen a otras especies. Éstos que acuden son peces comensales que se aprovechan del trabajo del salmonete, aunque sin causarle ningún perjuicio.

También entre los humanos hay mucho comensal que se aprovecha del esfuerzo de otros. Esto ha sido así desde la noche de los tiempos y, de hecho, es uno de los fundamentos de la familia, la iglesia y la sociedad. Dar de comer al hambriento y de beber al sediento, ayudar al débil y necesitado, enseñar a quien no sabe, escuchar, compartir, cuidar, aconsejar, darse a los demás, etc., son baldosas que enriquecen el pavimento que pisa el cristiano. No obstante, el verdadero comensal está llamado también a procurar no causar excesivos perjuicios a aquél que le ayuda, a no morder la mano que le da de comer. La solidaridad bien entendida debe fundamentarse en la justicia.

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