El nacimiento del Mesías

Versos surgidos a partir de Isaías 49. 1: “Oídme costas, y escuchad, pueblos/ lejanos. Jehová me llamó desde/ el vientre, desde las entrañas de mi/ madre tuvo mi nombre en memoria”. De Alfredo Pérez Alencart. 

21 DE MAYO DE 2015 · 20:45

La Nativité, de Louis Cretey. ,La Nativité, Louis Cretey.
La Nativité, de Louis Cretey.

Oídme costas, y escuchad, pueblos

lejanos. Jehová me llamó desde

el vientre, desde las entrañas de mi

madre tuvo mi nombre en memoria

ISAÍAS 49.1

 

El nacimiento del Mesías

 

Alguien,

vientre adentro,

escucha el éxtasis del Creador

y las voces que afuera describen la caída

de las últimas hojas que el otoño perdonara,

el cúmulo de idolatrías y perversiones

o las encarnizadas guerras entre naciones vecinas.

 

Es el cordero del alma en su placenta sin sonajas:

allí espera la cesárea del rayo, el arribo

de los visionarios que no pierden de vista

ni borran del firmamento la estrella inolvidable:

en su placenta espera el ¡hágase la luz

de su otra realidad!, el ¡vuélvanse a abrir los blandos

labios para pronunciar oraciones honestas

por el Señor de todas las cosas!

 

Alguien penetrado de amor contempla largamente

desde su fondo de misterio y desde su carnalidad

haciéndose de trigo y de uva para los hombres:

 

es el Hijo de la esperanza; el Padre de nuestros hijos;

el Anciano que rehúye candelabros de adoración;

el Mendigo que alarga las manos queriendo

dar su poco pan a los ricachones; el Espíritu que padece

el dolor y la maldad de los mortales; el Niño

que recuesta su cabeza iluminada; el Joven que prepara

largamente su revolución contra los falsarios...

Vientre adentro hay un cuerpo divino,

un pequeño Poeta, alguien que de la nada creará

el más angélico anochecer para surgir ordenando

de nuevo el amor vivificante.

 

Esta fría noche nacerá y renacerá el Cristo:

Él nos escucha: ¡Tiemblen, gentes equivocadas!

¡Gocen, espíritus que oyen su balbuceo y se van

tornando generosos con el prójimo y con quien

llega como huésped desesperado!

 

Las parábolas del Niño que sale del vientre

-mientras caen copos de nieve como dulces salmos-

serán humus nutriente hasta el fin de los siglos,

pues ningún Herodes puede ni podrá con Él.

 

¡Ya nació!, ¡ya renació! el Ungido que esperábamos.

 

¿Queréis verlo?

Abramos, pues, de una vez por todas,

nuestro corazón libre de espinas y vanidad.

Abramos nuestro entendimiento al cordero del alma

que pasta en cada pecho tras la plenitud del parto.

 

El paraíso estará en la veta viva del amor

que prodiguemos a este Niño inmenso

y a nuestros propios semejantes.

 

(*) Poema publicado originalmente en el libro “Los poetas y Dios” (Diputación de León, 2007, pp. 84-85)

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Barro del Paraíso - El nacimiento del Mesías