Sombras sin empatía

Los últimos trabajos de Barry Levinson han pasado bastante desapercibidos, pero no merece tal suerte “La sombra del actor”, convertida ya en una de sus películas más interesantes.

16 DE ABRIL DE 2015 · 21:20

Fotograma de la película La sombra del actor. ,la sombra del actor, Al Pacino
Fotograma de la película La sombra del actor.

Todos nacemos con un paquete en concreto. Somos lo que somos, cuándo nacimos, cómo hemos nacido, en la forma en que fuimos criados. Estamos un poco atascados en el interior de esa persona, y el propósito de la civilización y el crecimiento, es ser capaz de salir y empatizar un poco con otras personas. Y para mí, las películas son como una máquina que genera empatía. Te permite entender un poco más sobre diferentes esperanzas, aspiraciones, sueños y temores. Nos ayuda a identificarnos con la gente que está compartiendo este viaje con nosotros”. Roger Ebert “Life Itself”

Barry Levinson es un nombre desconocido para el gran público, aunque lleve entreteniéndonos más de tres décadas. Sólo los más aficionados asocian su nombre a un buen número de imágenes que forman parte de la memoria colectiva de los espectadores, es el responsable de títulos como: “El secreto de la pirámide”, “Good morning, Vietnam”, “Rain Man”, o “Bugsy”, por citar solo algunos. Sus últimos trabajos han pasado bastante desapercibidos, pero no merece tal suerte “La sombra del actor”, convertida ya en una de sus películas más interesantes.

Afrontar la adaptación de una novela del eterno aspirante al Nobel, Philip Roth, no debe ser tarea fácil. Más si la elegida es “La humillación”, (título original de la película también) en la que nos narra la caída, pérdida de esperanzas, aspiraciones y sueños de un brillante actor, que encontrará como único aliciente para seguir adelante el deseo que siente y provoca una joven en él.

Encara Levinson el proyecto con dos decisiones acertadas: El tono, alejado de toda pretenciosidad y personalidad. La misma bruma y desorientación que aturde la mente del protagonista, es la que sentimos al ver la película. Y Al Pacino, actor que parece cómodo instalado en la sobreactuación, algo que éste guión justifica y le permite moverse entre el patetismo y la gloria.

He considerado oportuno encabezar el texto con la estupenda reflexión (como nos tenía acostumbrados) de Roger Ebert sobre la importancia de la empatía en nuestro desarrollo, tanto personal como social, porque también es la principal reflexión y excusa que nos brinda Levinson. Por supuesto, no debemos limitarnos a la figura de un actor, las circunstancias en las que viven los intérpretes se acomodan con facilidad al extremo al que nos quiere llevar, pero ¿no somos todos nosotros actores / intérpretes de nuestra propia vida?

Con qué facilidad nuestra empatía queda soterrada en la ardua defensa que hacemos de nuestro espacio de confort, perdiendo su valor y considerando su sentido un lastre. De lo que no hay ni sombra es de Dios en el relato, al que se suele denunciar con facilidad y estrechez de miras esa falta de empatía. Pero si hay un ejemplo perfecto de empatía es el de Jesucristo, Dios, revelándose y poniéndose en la situación de cada uno de nosotros, permitiéndonos conocer el amor, la misericordia y la gracia del Padre. 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Pantallas - Sombras sin empatía