Bondad de Dios

Un poema de Carolina Coronado. (selecciona Isabel Pavón)

08 DE ENERO DE 2015 · 22:50

Foto: Jens Mayer (Unsplash).,Sun
Foto: Jens Mayer (Unsplash).

¡Cuán grande, cuán hermosa

es la lumbre del sol que abarca el mundo,

y cuán maravillosa

es la estrella copiosa!

¡Cuán ancho es el espacio, cuán profundo!

 

Como a impulso violento

granos de arena círculos describen

en derredor del viento,

de astros miles sin cuento

así en la inmensidad girando viven.

 

Como esa luna breve

que los azules aires cruzar vemos

por los ámbitos leve,

con giro igual se mueve

esta espaciosa tierra en que nacemos.

 

Los mares procelosos,

los montes de volcanes coronados,

los pueblos populosos

ruedan majestuosos

por la atmósfera en globo transformados.

 

¿Quién hacia el sol lo envía,

lo acerca, lo separa, lo sostiene,

su ruta marca y guía,

y en perfecta armonía

la prodigiosa máquina mantiene?

 

¿Quién es tan poderoso

que allá desde el lucero más lejano

que rige misterioso

la tierra cuidadoso,

tan bien gobierna por su propia mano?

 

¡Cómo a la flor atiende!

¡Cómo al insecto presta forma y vida!

¡Cómo el agua suspende

en la nube que hiende

el aire y baja en lluvia convertida!

 

¡Cómo enciende y sustenta

el alma pura que en nosotros vive,

y su fuerza acrecienta,

la sostiene y alienta,

cuando el dolor, cuando el placer recibe!

 

¡Cómo nos da alegría

en la niñez, y en juventud más fuerte

el amor y poesía,

y para la sombría

dolorida vejez nos da la muerte!

 

Ignorada tu esencia,

ignorado, señor, será tu nombre,

tu divina existencia,

pero tu omnipotencia

en su propio existir comprende el hombre.

 

Y si con tal desvelo

proteges amoroso a las criaturas,

¿no has de tener un cielo

donde con tierno anhelo

suban a verte, al fin, las almas puras?

 

Carolina Cornado

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