Nosotros

Nosotros, esos pobres esclavos de la idea,

(recite usted el teorema de Pitágoras),

analfabetos en esto de vivir.

La libertad, esa palabra mágica,

perfecta, encadenada, prisionera.

Yo dimito, dimites, dimitimos,

del cigarrillo a medias de la vida,

de soñar con el mar tras la ventana.

El amplio mar de trigo de Castilla,

cerca del cielo grande y poderoso,

no compensa del mar que nunca vemos.

Si vivimos, es sólo de prestado,

caminamos con botas alquiladas,

hablamos con palabras adquiridas.

Más que vivir, vamos sobreviviendo.

Naufragamos diez veces por minuto,

tampoco hay carta hoy,

no hay un “te quiero”,

la comida se quema, el día vuela,

el último gorrión viene a morir al lado,

el tren que esperas nunca se detiene,

el agua sabe a rayos, hay tormenta.

Seguramente no tendremos hijos,

así seremos menos, si esto estalla.

Saturados de sol, los ojos ciegan.

Intentamos batirnos de rodillas,

y, al segundo siguiente, el agua al cuello:

el amigo que quema el último cartucho

                                    y se dispara,

directo a las estrellas, dejen paso.

No intentes engañarme,

no te engañes:

en esta asignatura de la vida

ni tú, ni yo podemos aprobarnos.

Nosotros no sabemos la respuesta.

Blanca Langa Hernández,  de “Cementerio de gorriones”