“En este país nuestro, Jesús ha sido el gran ignorado”

“España ha sido enseñada a tener una imagen de Cristo que no es la del vencedor, el que va a volver”, defiende el escritor Pedro Gelabert.

Jonatán Soriano

BARCELONA · 16 DE JULIO DE 2019 · 08:00

Pedro Gelabert lanza la segunda edición de su libro Locura de Dios. Pasión de Cristo. / Xavier Solanas,
Pedro Gelabert lanza la segunda edición de su libro Locura de Dios. Pasión de Cristo. / Xavier Solanas

La primera vez que se publicó Locura de Dios. Pasión de Jesús (Bibliasfera), coincidió con la Semana Santa de 2017. No fue coincidencia, según explica su autor, Pedro Gelabert. “Después de tantos años, me doy cuenta de que necesitamos oír de nuevo el evangelio y contemplar de nuevo lo que significó aquella semana tan especial”, explica. 

Ahora se ha editado la segunda edición del volumen, un ensayo dinámico de temática teológica y vocación evangelística. “Pensaba en este libro no solo como material de exhortación a los creyentes, sino también para presentar el evangelio a los que todavía no lo son”, asegura Gelabert. 

El texto analiza un hecho tan sensible como dramático como es la crucifixión de Cristo, pero se asegura su carácter esperanzador partiendo desde el final de los acontecimientos del relato bíblico; la resurrección. “Predicamos a Cristo crucificado, pero evidentemente si no lo hacemos desde la resurrección y lo que significa realmente la tumba vacía, no estamos predicando el evangelio en su totalidad”, defiende el autor. 

Por eso, señala Gelabert, el libro muestra una sensibilidad especial con la realidad cultural católica heredada, pero sin renunciar a la fuerza de la experiencia de su propia identidad renovada. “El evangelio es locura de Dios porque va en contra de los conceptos que los seres humanos vamos heredando generación tras generación sobre el significado de la vida”, remarca.

 

Pedro Gelabert participando en una presentación. / Facebook Bibliasfera

Pregunta: El libro plantea una necesidad. La necesidad de “recuperar a la persona de Jesús”. ¿De dónde surge la observación de este hecho?

Respuesta: Lo hago, sobre todo, desde mi experiencia cristiana. Hasta los 19 años viví el mundo cristiano como católico romano, y una época en que la Semana Santa era un momento muy especial. Para mí lo era y recuerdo haber vivido experiencias bastante interesantes de lo que eran aquellos días. Como los teatros y los cines estaban cerrados por imperativo legal, la gente solía pasear por las calles e ir a visitar las iglesias. Había un ambiente religioso, en general. Incluso en las iglesias evangélicas de la época, la Semana Santa también se vivía con mucha intensidad. Recuerdo estar en la iglesia de la Avenida Paral·lel, Marqués del Duero en aquella época, que estaba abierta todo el día porque pasaba mucha gente y, como era normal en fiestas religiosas, entraba y escuchaba el evangelio. Ahora observo que todo ha cambiado mucho. No hay economía suficiente para viajar y visitar otros lugares. Los teatros y los cines están abiertos. En este sentido, me pareció interesante recuperar la pasión de Jesús, lo que significaba para él y cómo la vivieron sus discípulos. Por eso escribí el libro. 

También me influyó mucho el poema La saeta, de Antonio Machado, donde dice que su cantar no es para el Cristo del madero sino al que anduvo en la mar. Yo viví la experiencia de los crucifijos, pero al conocer el evangelio en 1954 me di cuenta de que la Semana Santa era diferente. Ahora, después de tantos años, me doy cuenta de que necesitamos oír de nuevo el evangelio y contemplar de nuevo lo que significó aquella semana tan especial.

 

P: Haces un hincapié especial en el concepto de ‘pasión’. ¿En qué piensas cuando te refieres a este término?

R: En el caso del libro, hablo de pasión en dos términos. Pasión como el afecto, el cariño que va más allá de lo que se puede pensar. Creo que no se puede hacer nada sin pasión, por lo tanto, la pasión es la demostración de un amor que no tiene límites. Pero también me refiero a la pasión en el sentido de sufrimiento, así que en la persona de Jesús encontramos un amor apasionado que pasa por el sufrimiento. Esa es la idea y los dos conceptos que utilizo sobre la pasión en el libro. El amor apasionado como el que Dios tiene a sus criaturas que lo lleva a enviar a su Hijo, y el Hijo apasionadamente se entrega y lo hace por pasión, en el sentido de amor desbordado. 

 

P: ¿Qué significa tener pasión por Jesús?

R: Sólo nos podemos apasionar de Jesús cuando le vamos conociendo. En este país nuestro, durante mucho tiempo, Jesús ha sido el gran ignorado. La religión ha desplazado, en gran parte, a la persona de Jesús. Y en los círculos que conozco, los evangélicos, me parece que la doctrina de Pablo ha venido a ser más importante que la persona de Jesús, por ejemplo. Por eso pensaba en este libro no solo como material de exhortación a los creyentes, sino también para presentar el evangelio a los que todavía no lo son. Creo que los creyentes tenemos que redescubrir al Jesús de los evangelios. 

 

P: ¿A qué te refieres con que la pasión de Jesús es la locura de Dios?

R: Utilizo dos extremos. Cuando hablo de la locura de Dios me refiero a lo que significó el evangelio cuando comenzó a ser predicado a los judíos. Pablo dice que el evangelio es locura de Dios, y utilizo su expresión. Para los judíos que buscaban señales, el evangelio no valía. Habían condenado al que no conocían como mesías porque era un blasfemo. Para los romanos, era una locura que alguien que había sido condenado y crucificado como un malhechor, pudiera ser considerado Dios. Y los griegos, que buscaban sabiduría, tampoco podían comprenderlo. Así que el evangelio es la locura de Dios. Él, en su locura, hace aquello que los seres humanos no pueden entender y lo hace, precisamente, por la pasión que tiene. Hoy, que hay tanto anhelo de espiritualidad, el evangelio sigue siendo una locura para muchos. Que Dios enviase a su Hijo y que muriese en una cruz, como lo hizo, sin otra forma de resolver el problema de lo que los cristianos llamamos pecado, eso sigue siendo una locura. Y puede que cada vez lo sea más. El evangelio es locura de Dios porque va en contra de los conceptos que los seres humanos vamos heredando generación tras generación sobre el significado de la vida. 

 

P: ¿Cómo definirías el público objetivo de este libro?

R: Creo que el libro recoge de una manera muy clara lo que significó la muerte y la resurrección de Jesús porque arranca desde la segunda. Lo que pretendo es que, precisamente desde la resurrección, se vea lo que significó la pasión. Cómo la vivieron los discípulos, que también estuvieron antes, y tienen la honestidad de mostrar que no entendían nada de nada. Y no entendieron nada hasta que el Señor restauró el entendimiento. También nosotros hoy, como cristianos, necesitamos que se nos abra el entendimiento para reconocer realmente quién es Jesús. 

En este sentido, y quizá por mi condición de haber sido católico romano, veo España de una manera diferente a la que la ven otros que no han conocido la época del franquismo y el nacionalcatolicismo. El libro está escrito pensando en tantos y tantos católicos de este país que no han conocido los evangelios y que saben bien poco de Jesús. Pero también pienso en el pueblo evangélico, que creo que está muy adoctrinado, aunque el seguimiento de Jesús y lo que significa el valor de la muerte y su resurrección, aquello de tomar cada uno su cruz y seguirle, tampoco está demasiado claro. Y también incluiría a todas las personas que rechazan la religión y, al mismo tiempo, han rechazado a Jesús porque ha sido presentado como un personaje religioso, con la intención de darles otra idea acerca de quién era. En el libro trato de demostrar que Jesús es la respuesta para el hombre. 

 

En Locura de Dios. Pasión de Cristo, Gelabert plantea tanto una exhortación a cristianos como una propuesta reivindicativa del evangelio para quienes todavía no lo conocen. / Facebook Bibliasfera

P: ¿Cuánto dominio de la tendencia cultural general hay en nuestra visión de Jesús?

R: Mi experiencia como católico romano acabó en apostasía cuando tuve que presentar un escrito para que me casaran por lo civil. Y así figuro ahora, como apóstata de la Iglesia Católica. Creo que en el libro hay un poso de esa experiencia que viví y de haber orado mucho por los católicos romanos para ver si, por fin, hay un redescubrimiento de la Biblia y un deseo generalizado de lo que significa la vida cristiana como no lo había en aquella época, cuando no se sabía nada del evangelio. El evangelio, para mí, era un libro gordo que leía un señor puesto de espaldas. Pero, al ver lo que sucede ahora en España, me doy cuenta de que hay un despertar y un anhelo de la palabra de Dios. El testimonio evangélico y protestante también ha valido para esto. Toda esa experiencia ha pesado mucho a la hora de escribir el libro.

 

P: Entonces el libro es un manifiesto contra planteamientos como el de Mel Gibson y La pasión de Cristo.

R: Personalmente, no me gustó la película. Desde el punto de vista fílmico, musical e interpretativo, es una gran obra. Pero el planteamiento de que lo importante es el sufrimiento físico, me parece que aleja lo que el evangelio, la entrega de Jesús, significa. Ahí se está abonando la idea de la Semana Santa que explicaba y que todavía se vive en este país, donde nuestros imaginarios lograron construir unos personajes sanguinolentos, tristes, como si la tumba no estuviese vacía.

 

P: ¿Por qué se ha generalizado tanto esa visión que criticas? ¿A quién le conviene una cruz tristemente ocupada por un Jesús todavía apesadumbrado?

R: Yo la veo demasiado, incluso en los cultos evangélicos, donde parece que estamos recordando continuamente que Jesús murió crucificado. Predicamos a Cristo crucificado, pero evidentemente si no lo hacemos desde la resurrección y lo que significa realmente la tumba vacía, no estamos predicando el evangelio en su totalidad. Cuando hablo de que en este país hay anhelo por la espiritualidad pienso en una búsqueda, al mismo tiempo que se rechaza la religión como algo fallido. Las religiones han fracasado, igual que otros estamentos y movimientos de la sociedad. Pero la espiritualidad es el camino que muchos quieren seguir y la religión los estorba. Y, en ello, piensan en Cristo como el fundador de la religión cristiana. Unamuno hablaba sobre el sentimiento trágico de la vida y creo que los españoles somos así. Razones tenemos para haber llorado tanto. Aparentemente somos un país muy alegre y risueño, pero hay un luto generalizado porque este país ha sido enseñado a tener una imagen de Cristo que no es el vencedor, el que va a volver. Debemos pelear contra esa idea. 

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