“De los protestantes destaco su capacidad de resistencia por motivos de conciencia”

La historiadora Evangelina Sierra acaba de presentar su tesis sobre la Historia del Protestantismo en Galicia, que recibió la máxima calificación.

Redacción PD , X. Manuel Suárez

OURENSE · 31 DE OCTUBRE DE 2016 · 09:32

Eva Sierra, leyendo y a la vez haciendo de mamá. / X.M. Suárez,eva sierra
Eva Sierra, leyendo y a la vez haciendo de mamá. / X.M. Suárez

De pequeño, nuestro hijo Denís era especialmente temerario; un día entré en nuestra habitación y lo vi desplazándose de espaldas hacia el borde de la cama para caer de cabeza; cuando quise echarle mano vi que no había peligro, porque su pie estaba firmemente sujetado por la mano de mi mujer, que ni se inmutaba mientras leía apuntes de la carrera; no pude evitar sacar la foto que les adjunto. Esta es la historia de la tesis de Evangelina Sierra, la mamá doctoranda, que hizo cuatro tesis a la vez: la de Historia del protestantismo en Galicia y las de las vidas de Carla, Denís e Israel.

Todos los miembros del tribunal felicitaron a Evangelina Sierra, obtuvo el sobresaliente cum laude y le pidieron que publicase de inmediato la tesis; uno de sus miembros dijo: “A partir de ahora, cualquier investigación que se haga sobre protestantismo en la Historia Contemporánea en España tiene que tener esta tesis como referencia”.

 

P. ¿Cómo has llevado adelante las cuatro tesis?

R. No ha sido fácil y, de hecho, es la causa de que mi defensa se haya pospuesto tanto tiempo; sencillamente no me parecía justo desaparecer durante meses de la vida cotidiana de mis hijos y no estar ahí cuando lo necesitaran realmente. No ha sido fácil, pero ha merecido la pena.

 

P. ¿Por qué elegiste el tema del protestantismo en Galicia?

 

Eva Sierra.

R. Un día, durante un campamento de GBU, José de Segovia, que lideraba el grupo profesional al que me había apuntado, lanzó un reto y preguntó: ¿Y para cuándo una historia del protestantismo en Galicia? Me dejó pensando en el tema y a mi vuelta a Galicia hablé con uno de mis profesores en la facultad. Resultó estar interesado en dirigirme y así fue como comencé esta aventura.

 

P. ¿Había una metodología específica diseñada para tu objeto de estudio?

R. En absoluto. Al principio fue muy frustrante descubrir que no había una metodología con la que pudiera abordar el tema teniendo en cuenta los aspectos que quería desarrollar. Enseguida entendí que esa ausencia de escuela y la dificultad para encontrar documentación eran las causas por las que esta investigación permanecía todavía sin abordar entre los historiadores contemporaneístas.

 

P. ¿Y cómo lo resolviste?

R. Tuve que desarrollar una metodología propia; busqué también alternativas en la historiografía francesa: en el país vecino llevan más de un siglo estudiando el protestantismo desde diversas perspectivas y han desarrollado de manera excelente formas de acercarse a este tema y analizarlo.

 

P. ¿Por qué limitaste tu objeto de estudio al período entre 1868 y 1931? ¿Por qué no entraste en guerra civil y franquismo?

R. Por las misma razón: comprobé que no existían monografías que explicaran de forma seria las razones por las que se empezó a implantar el protestantismo en Galicia desde 1868 y, sobre todo, que profundizasen en el impacto social y emocional que esta opción de fe supuso en el contexto gallego del siglo XIX; por eso decidí acotar temporalmente entre el inicio de la Edad Contemporánea española y la breve pero intensa ventana de libertades que supuso la II República, y escalar el lado más difícil de esta "escarpada montaña".

La II República, la guerra civil y el largo periodo de la dictadura franquista son etapas de nuestra historia muy analizadas por los expertos, pero a menudo se perpetúan los tópicos o sencillamente se minimiza el protagonismo de las minorías que, como la protestante, son menos conocidas. Por eso creo que haber dado a conocer a la comunidad evangélica gallega de los periodos previos a 1931 permitirá revisar y desmontar algunos de esos tópicos y ayudará también a poner en su justo lugar el protagonismo que nuestros hermanos tuvieron, especialmente en logros democráticos como la libertad de conciencia.

 

P. Dedicas una parte de tu tesis a revisar los antecedentes de la Edad Moderna; ¿por qué?

R. La división que hacemos en períodos históricos es simplemente una herramienta para permitirnos a los historiadores abordar el trabajo, pero es únicamente eso, una herramienta; no quiere decir que los hombres y mujeres medievales se levantaron una mañana pensando y percibiendo el mundo como personas del Antiguo Régimen. Quiero decir con esto que muchos elementos característicos de una época perviven y se mantienen mientras otros elementos cambian; esto es lo que hace tan complicado el oficio del historiador.

Pues bien, entre las cosas que más se han anclado en las mentalidades y perpetuado en el tiempo destaca la preocupación de los seres humanos por la muerte y el más allá, por hacer el paso a la otra vida de forma correcta, según las normas establecidas. Este aspecto, en mi opinión, está presente y es clave en los duros conflictos por la libertad de culto y conciencia que se libraron durante el periodo de mi estudio; sin embargo, analizar lo sucedido sin adentrarse a describir cómo se forma y establece la ortodoxia impuesta en España durante siglos limita drásticamente la profundidad del análisis. Por ello me adentré en ciertos aspectos que se desarrollaron en España en la Edad Moderna y que tienen todo que ver con la identidad española asociada a la fe católica de forma excluyente y a la beligerancia antiprotestante, beligerancia que se volvió a desatar una vez los evangélicos tuvieron la cobertura legal para establecerse a partir de 1868.

 

P. ¿Qué implicaciones tuvo la conversión al Evangelio de los campesinos y pescadores gallegos?

R. Supuso una gran conmoción para el entorno, las familias, los vecinos, etc.; la conversión a una fe proscrita y perseguida durante siglos no pasó desapercibida. Además, a causa de la confesionalidad del Estado, la vida cotidiana de estas personas se complicó de una manera durísima, en especial a la hora de morir y ser enterrado.

 

P. ¿Por qué dedicas tanto espacio a la cuestión de la muerte?

R. Para mí es la clave de mi investigación: por un lado, el cambio de mentalidad que se produjo en los convertidos respecto a la muerte, al más allá y a la posibilidad de hacer algo desde este mundo para aliviar los sufrimientos de los seres queridos fallecidos, supuso un impacto fortísimo en un contexto cultural como el gallego, que cree en el vagar de las almas, en las interacciones entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos (la creencia en la Santa Compaña lo demuestra), sumado al dogma del Purgatorio.

Por otro lado, la lucha brutal y despiadada que se ejerció por parte de la Iglesia Católica decimonónica para mantener el control de los cementerios y la legitimidad para dar o negar sepultura provocó que fueran los evangélicos gallegos los que cotidianamente se enfrentaran a la presión y los que con su objeción de conciencia y su resistencia elevaran la cuestión de los cementerios a la opinión pública. En un contexto en el que morir de forma ortodoxa todavía era una cuestión fundamental, estos héroes anónimos fueron los que lograron que la II República proclamase la laicidad de los cementerios y decretase la inmediata demolición de los muros de separación entre los camposantos y los cementerios civiles.

 

P. Estudias los elementos de sociabilidad del grupo de evangélicos, lo que llamas “la familia de la fe”; ¿qué es lo que más destacarías?

R. Hay varios aspectos de la sociabilidad protestante muy interesantes, pero quizá destacaría las estrategias de ayuda mutua que se desarrollaron y que fueron muy eficaces, teniendo en cuenta que era una minoría acorralada y estigmatizada socialmente y eso se traducía en infinidad de situaciones de hostilidad en la vida cotidiana; de ahí que el apoyo mutuo, por ejemplo organizando turnos para cuidar enfermos, o las ofrendas para ayudar con los gastos de entierro de un ser querido, eran muestras muy prácticas del amor de Dios en los creyentes.

 

P. Resaltas la labor de algunos evangélicos poco conocidos, principalmente autóctonos; ¿por qué?

R. He querido resaltar las voces de aquellos que no han tenido voz hasta ahora, pero que padecieron en primera persona las consecuencias, a veces tremendas, de su conversión. Habitualmente es más fácil fijarse en personajes más instruidos, más visibles –misioneros, maestros de las escuelas evangélicas, etc.–probablemente porque existen más documentos a través de los cuales reconstruir sus historias; pero en mi opinión los anónimos creyentes, de extracción social muy humilde, son los que tuvieron que ejercer la auténtica resistencia por motivos de conciencia en miles de situaciones cotidianas. Es contra ellos contra quienes el entorno se cebó en infinidad de ocasiones.

 

P. ¿Cuál crees que fue la mejor aportación que los protestantes hicieron a la historia de su país?

R. De manera indirecta, pero tremendamente práctica, fueron el ejemplo al que los políticos, periodistas y líderes de opinión de aquel momento, tanto conservadores como liberales, hacían referencia para defender sus posturas frente a la modernización o al inmovilismo del país: muchos de estos debates giraban sobre nuestras escuelas, lugares de culto, lugares de enterramiento, conflictos y denuncias por visibilización pública del protestantismo (al negarse a descubrirse al paso del viático, al llevar a un fallecido a enterrar, etc.). Han sido mucho más protagonistas de lo que la historia les ha querido reconocer. Creo que ya es momento de colocar ese protagonismo en su justo lugar, especialmente teniendo en cuenta que a partir de 1931 no pocos de esos anónimos creyentes saltaron a una fase más activa en la construcción de la España contemporánea y la consecución de libertades y derechos.

 

P. ¿Qué elementos del catolicismo tridentino perviven en la sociedad actual?

R. Sin ninguna duda, la incapacidad que presentamos los españoles para respetar los derechos de las minorías, para respetar las opiniones de otros que no se ajustan a las nuestras, la tendencia a ofendernos y tomar como un ataque personal cualquier opinión diferente a la nuestra, la tendencia a dogmatizarlo todo...

 

P. ¿Prevés que tendremos que volver a luchar por la libertad de conciencia?

R. ¡Desde luego! Eso está ya aquí mismo pero no sé si somos del todo conscientes de que se nos está viniendo encima.

 

P. Para enfrentarnos a esa posible situación, ¿qué podemos aprender de tu tesis?

R. Hay varios aspectos que se repiten a lo largo de la historia del protestantismo y que se manifiestan también en este estudio, pero destaco la capacidad de resistencia por motivos de conciencia, una conciencia que está ligada a la Palabra de Dios de manera inseparable; eso es nuestra fuerza y eso es lo que impide nuestra aniquilación. Así ha sido a lo largo de la historia y así será en los tiempos que se avecinan… hasta que el Señor venga a recogernos.

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