El autismo, otra manera de estar en el mundo

Los autores ha unido razón y corazón y el resultado ha sido cuatro relatos bellísimos. Han escrito letra por letra el mundo propio de los niños autistas, “un mundo sin sutilezas, sin dobles sentidos”, aclaran los autores.

Juan Antonio Monroy

02 DE ABRIL DE 2016 · 14:44

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Detalle de la portada del libro.

Dice el filósofo francés Michel Butor en sus estudios sobre literatura (787 páginas en dos tomos), que en el relato como género literario conviene distinguir dos aspectos distintos: el relato fantástico y el de narración literaria de corta extensión, en ocasiones basada en hechos reales. A esta segunda categoría pertenece el breve volumen que comento.

Son cuatro historias escritas para reivindicar una comprensión mucho más real y actualizada del autismo. Tengo ante mí un estudio reciente del departamento de Ciencias de Salud Pública de la Universidad de California en el que se reconoce que “los casos de Trastorno del Espectro Autista (TEA) han aumentado en la última década a nivel mundial.

Ahora, uno de cada 110 menores estadounidenses padece autismo. El estudio relaciona el autismo con la edad de la mujer: “Las embarazadas de 40 años tienen un 50% más de probabilidades que las de 25 a 29 de que su hijo sea autista”. Por otro lado, “los niños de padres de más de 40 años y madres de menos de 25 tienen dos veces más posibilidades de ser autistas”.

 

El autismo, otra manera de estar en el mundo

EL NIÑO CON AUTISMO ha sido escrito por dos jóvenes profesionales muy metidos en el tema. Isabel Paula es doctora en psicología, profesora titular en la Universidad de Barcelona y directora del postgrado en Diagnóstico e Intervención en los Trastornos del Espectro Autista en la misma Universidad. Es autora de varios libros, entre ellos uno sobre la sintomatología depresiva en docentes.

Jordi Torrents posee dos licenciaturas, una en pedagogía y otra en periodismo. Ha trabajado durante siete años en el campo de la educación especial. Ahora cultiva la literatura, escribiendo en varios medios de prensa y colaborando en radio.

La pareja de autores ha unido razón y corazón y el resultado ha sido cuatro relatos bellísimos. Han escrito letra por letra el mundo propio de los niños autistas, “un mundo sin sutilezas, sin dobles sentidos”, aclaran los autores. Lo han hecho empleando una escritura fluida, narrando con vocablos precisos, utilizando frases brillantes.

Emplean un lenguaje, en este caso, el esencial al tema elegido. EL NIÑO CON AUTISMO contiene en sus páginas cuatro historias, protagonizadas por otros tantos niños: Abel, Jan, Elena y Mario.

Abel tiene sólo 18 meses cuando el médico dice a la madre que “el niño va más lento que los otros a causa de su personalidad o su poca sociabilidad, o de retraso mental”.

Jan permanecía “sentado en su taburete, pequeña cárcel, rodeado de una mirada azul, fija, triste, truncada por algo, según el médico, sin forma, sin libro de soluciones”. Silvia, durante su etapa de maestra, había conocido a niños con trastornos autistas. Ahora, cuando su hija

Elena tiene tres años, ni ella ni su esposo Eric son capaces de aceptar el trastorno de la niña, “una verdad a la que se fueron acercando a pasos agigantados”. Esto afecta la convivencia entre los dos. La felicidad rebosante de la pareja se ha convertido en un duelo sobre cómo afrontar la relación con Elena y entre ellos mismos”.

Eva, madre de Mario, “suele explicar que el autismo lo fue invadiendo, casi sin darse cuenta, lentamente”. Una nota de la Editorial en la contraportada del libro aclara que “los cuatro relatos están basados en casos y datos reales. Aunque con nombres falsos”.

Isabel y Jordi enriquecen el libro con cuatro epílogos, uno al final de cada historia. En realidad son cuatro breves ensayos, informativos y de carácter científico, sobre los trastornos del autismo. Presentan hipótesis, discuten teorías, se remontan a los orígenes de la enfermedad, aducen ejemplos, como el personaje de la famosa película RAIN MAN, autista que conoce dos mil años de fecha de calendario, todos los códigos telefónicos y la red de autopistas de Estados Unidos, pero no puede freír un huevo o vestirse.

Los cuatro relatos del libro encierran en sí una fuerza de expansión que quiere golpear nuestras mentes despreocupadas para que lleguemos a conocer el alcance y el drama que padecen las personas autistas.

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