“Podemos fiarnos de lo que los evangelios narran sobre Jesús”

El historiador Mario Escobar describe aspectos históricos de la semana clave en la vida de Jesús, cuya historicidad a veces es cuestionada en base a prejuicios.

Daniel Hofkamp

MADRID · 27 DE MARZO DE 2018 · 16:47

Jerusalén es el escenario de la semana que cambió la historia. / Pixabay ,
Jerusalén es el escenario de la semana que cambió la historia. / Pixabay

Como en cada Semana Santa, se multiplican los reportajes y programas en televisión de diversa índole sobre Jesús. A pesar de vivir hace casi 2.000 años, su persona y su obra siguen despertando un gran interés.

El historiador y escritor Mario Escobar nos aclara algunas de las cuestiones que se presentan sobre Jesús, los evangelios y su historicidad.

 

P. Sabemos que no hay muchas fuentes escritas sobre que sucedía en Israel en el primer siglo. Pero aparte de los evangelios, ¿cuáles son los relatos más fiables?

R. Es cierto que no había tanta documentación como podemos tener hoy de lo que sucede. Hay que tener en cuenta que Israel, Palestina, esta zona conquistada por los romanos, era una parte secundaria de su imperio. Por eso no tenemos tantos datos de los acontecimientos históricos. Sin embargo encontramos algunos. Flavio Josefo es uno de los historiadores que mejor y más hablaron de Jesús. En su obra menciona que fue un maestro que enseñó la verdad e incluso detalla su muerte y cómo desde el principio sus seguidores hablaban de su resurrección. Flavio Josefo cuenta que desde entonces surgió una secta que recibía el nombre de cristianos.

En el Talmud, uno de los libros sagrados de los judíos donde se refleja toda su tradición, en el primer libro del texto de Mishá se habla de esta época, y cómo hubo alguien que ellos llaman “falso profeta”, que se levantó. En un diálogo posterior con San Justino se habla de Jesús y se dan datos históricos.

Aparte de estas fuentes que provienen de la zona de Israel, hay otros historiadores paganos, como Tácito, que en su historia de Roma, escrita en el 116, habla sobre cómo surgieron los cristianos. Lo hace en el contexto de un suceso, el incendio de la ciudad de Roma, que significó una de las grandes persecuciones contra los cristianos que desplegó Nerón. Hay más: Plinio el Joven, Suetonio, y otros historiadores que mencionan cosas sobre los primeros cristianos y sobre Jesús.

 

P. Los cuatro evangelios son descartados por algunos historiadores porque son un “relato de fe”, pero ¿hay aspectos históricos que podemos considerar fidedignos en los relatos de los evangelistas?

R. Se puede enfocar de dos formas. Por una parte está la fiabilidad de los textos. Si quisiéramos saber si los evangelios se escribieron cercanos a la época, y si los textos que nos han llegado son los mismos. Luego hay que ver si lo que narran es fiable.

 

Se han encontrado miles de fragmentos antiguos de los evangelios, como este del relato de la última cena de Mateo./ The Trustees of the Chester Beatty Library, Dublin

Se ha investigado mucho sobre el origen de estos textos. A lo largo de la historia, sobre todo con las nuevas técnicas de manuscritos, se ha comprobado que los fragmentos más antiguos son del siglo II y III. Hay papiros que provienen de mediados del siglo II del evangelio de Mateo. Tenemos textos de Lucas, de Juan y Marcos del siglo II y III. Recordemos que dos de los evangelios fueron escritos por testigos presenciales (Mateo y Juan) y los otros dos tomaron testimonio de personas que habían estado con él, lo cual es otro aval importante. Lo cierto es que nos han llegado a la actualidad de forma muy precisa.

Tengamos en cuenta que hay textos de los que nadie duda de su veracidad o fiabilidad, como los Diálogos de Platón o tratados de Aristóteles, los cuales no tenemos textos completos hasta el siglo VII o VIII, y a veces sólo un puñado de manuscritos. En cambio, del Nuevo Testamento tenemos muchísimos: evangelios completos, fragmentos, libros... En esta época histórica, cien años de diferencia con los hechos es muy poco. La permanencia de la fiabilidad de estos documentos es muy alta.

 

P. A grandes rasgos, ¿cuáles son los conflictos sociales y políticos que se dan en la zona de Palestina durante los años del ministerio de Jesús?

R. Era un momento turbulento en lo político y en lo social. El imperio romano se había consolidado, había dejado atrás la República. Estaba en expansión, pero empezaba a haber una ruptura entre los patricios, los plebeyos, se debatía además si extender la ciudadanía romana a las provincias, y poco a poco se permitía que estas personas adquirieran la nacionalidad. El área de Israel estaba dividida en territorios diferenciados, pero todo estaba bajo el imperio romano. Había además tres grupos principales en Israel que intentaban dominar el terreno político y religioso. Por un lado estaban los fariseos, una de las sectas más grandes, la cual recibió al principio el mensaje de Jesús con cierto optimismo, porque coincidían en algunas doctrinas, como la inmortalidad del alma. En aquel momento quienes tenían más poder político eran los saduceos, que eran más elitistas, más minoritarios, pero de esta secta eran los últimos sumo sacerdotes, la figura religiosa más importante de la época. Luego estaban los esenios, un grupo no tan conocido, que vivía alejado de Jerusalén, y estaban en contra de la forma en que saduceos y fariseos se habían dejado someter por los romanos y se habían “prostituido” al dejar que los invasores dominaran la escena religiosa y política de Israel.

Había varios grupos que intentaban luchar contra el poder establecido, por medio de guerra de guerrillas, procuraban desestabilizar políticamente al imperio romano, en contra de la monarquía herodiana que había sido impuesta.

Así que era una época muy turbulenta y violenta. Cuando se levanta un movimiento tan multitudinario como el de Jesús, tanto el poder político romano como el poder religioso judío se inquietó, no sólo por si fuera verdadero o falso como mesías, sino también por el temor a que los romanos pudieran reprimir esta revuelta y les pudiera afectar en sus intereses.

 

P. Estamos en Semana Santa, y vemos muchas figuras del crucificado. ¿Era habitual que los romanos crucificaran a los condenados?

R. La crucifixión no era algo exclusivo de los romanos. Se cree que las primeras crucifixiones se dieron en el imperio asirio y que otros reyes de la historia, como Alejandro Magno, la adoptaron como uno de los castigos más crueles y denigrantes. Era una condena a muerte inmediata. A veces se crucificaba a multitudes enteras tras la conquista de una ciudad. El imperio romano lo había usado en varios contextos, no sólo como castigo de guerra, sino también como sentencia judicial. Los juicios civiles en los que se condenaba por traición o asesinato se podía aplicar esta sentencia, aunque no era tan habitual que se le aplicase a alguien como Jesús, que había sido acusado de blasfemia por parte del Sanedrín. Indirectamente, se le acusó también de rebelión por autoproclamarse rey de los judíos.

 

Mario Escobar.

La crucifixión de Jesús fue injusta e injustificable. Se incumplieron las garantías que tenían los judíos ante un tribunal.

Por otra parte, la crucifixión probablemente no haya sido como nos muestra la iconografía. Normalmente se les crucificaba en forma de X. Además no se les solía clavar, aunque a Jesús sí se le clavó, pero no en las palmas de las manos, sino en las muñecas, como forma de sujeción. Era una forma cruel y lenta de matar.

 

P. Algunos consideran que el proyecto de Jesús era político, y por lo tanto su historia es como la de otros líderes judíos que intentaron una revuelta contra Roma. ¿Qué tuvo de diferente Jesús para que la historia le recuerde?

R. Es curioso porque hubo muchos que se levantaron contra el imperio romano. Los judíos llevaban cientos de años esperando la venida del Mesías y es normal que hubiera personas que intentaran aprovecharse de esa expectativa para progresar económicamente o ganar fama. Pero Jesús tuvo un carácter totalmente distinto. Él nunca intentó llegar al poder político, ni dar un golpe de estado o un intento de dominar esta esfera. Él siempre fue un maestro de la ley, así le identificaban seguidores y adversarios. Además desde el principio se le atribuyeron milagros y la multitud, sobre todo en su primer año de ministerio, le seguía en masa. Al principio sobre todo para aprovecharse de alguno de estos milagros físicos, pero también porque su mensaje era muy fresco y diferente a lo que habían escuchado hasta entonces.

Jesús, sin contradecir la Ley, la interpretó de una forma distinta. Por ejemplo cuando interpreta el Día de Reposo y dice que éste se hizo para el hombre, y no al contrario. Ponía la Ley, que los judíos habían multiplicado con miles de reglamentos más, como una ayuda para acercarnos a Dios, para conocerle, para darnos cuenta de nuestras limitaciones y nuestros pecados. Ese mensaje renovador, aún después de su muerte y resurrección, hizo que muchos siguieran propagando el mensaje por el mundo y lo extendieran.

Ese mensaje era muy profundo y muchos creyeron de forma sincera que Jesús no era un simple hombre, un profeta más perseguido, sino que era Dios hecho hombre, resucitado, dando esperanza a las personas que creen en él. Ese mensaje cautivó a la sociedad de su época. Se extendió de forma rapidísima, aun en una sociedad pagana, llena de dioses y en la que empezaban a practicarse las religiones mistéricas, en pleno cambio religioso. El cristianismo logró no sólo prevalecer sino sobresalir. Hoy el cristianismo es la práctica religiosa más extendida del mundo y sigue cautivando a millones de personas.

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