La peculiar despedida de Bowie

Jordi Torrents y Daniel Jándula explican el fenómeno alrededor de un artista diferente y su relación con la espiritualidad. Su último disco, “con la muerte como tema central” es “puro epitafio musical”.

Daniel Hofkamp , Joel Forster

ESPAÑA · 14 DE ENERO DE 2016 · 19:55

David Bowie publicó su 25º disco tres días antes de su muerte.,bowie
David Bowie publicó su 25º disco tres días antes de su muerte.

Mucho más que música. Un icono que marcó a varias generaciones. Un símbolo que dejó una obra en la que se acercaba, como nunca antes, al tema de la muerte, algo que hoy todos entienden como su despedida.

A su fallecimiento, este pasado lunes sólo unos días después de cumplir 69 años, no han faltado reacciones en el mundo del arte, el periodismo, la política, e incluso en la esfera religiosa. Para Jordi Torrents, periodista, crítico musical y colaborador de Protestante Digital, David Bowie “fue capaz de mezclar todos los elementos: carisma, imagen (cuidada, variada), música (25 discos, la mayoría buenos), reinvención constante, unas giras espectaculares”. En definitiva un “personaje muy transversal artísticamente, capaz de gustar a los amantes del pop, rock, jazz, rock duro, gospel, soul, electrónica, sabiendo catar de cada estilo”. 

 

MUCHOS PERSONAJES EN UNA SOLA PERSONA

El escritor y crítico musical Daniel Jándula comparte admiración por Bowie. “Lo que le ha convertido en icono ha sido su capacidad de absorber todo lo posible de sus músicos favoritos, y devolver lo tomado prestado a través de su filtro teatral (o como mínimo de profundo dramatismo), con una habilidad impresionante para aplicar el objetivo de lo extravagante a todo (sacándonos del mortal aburrimiento de nuestra época), reinventando así el rock, luego el soul, y casi el grunge”. Era un “artista completo”, camaleónico, capaz de reinventarse. “Su hambre creativa era realmente incontenible”, destaca Jándula.

Para Jordi Torrents, por lo tanto, no es extraño que levantase tanta admiración y hubiese una reacción tan global a su fallecimiento. “Bowie estaría en el Top5 en la iconografía musical del siglo XX”, apunta.

 

Dentro del laberinto, una película de fantasía donde se trata el tema del paso de la niñez a la edad adulta.

Ese afán creativo le llevó a desarrollar una peculiar carrera en el cine, plagada de rarezas. La mayoría de treintañeros de hoy le recuerdan por su papel en la icónica Dentro del laberinto, pero sus fans le han seguido en otras producciones (como en El truco final de Nolan o El hombre elefante o en la polémica La última tentación de Cristo, donde interpretaba el papel de Pilato).

En los últimos años sus apariciones eran contadas. “La última época de Bowie contrasta mucho con la etapa de Ziggy Stardust, por ejemplo, en la que contaba absolutamente todo”, explica Daniel Jándula. “Los últimos 11 o 12 años han sido de absoluto secretismo en lo personal y en sus proyectos”, por lo que no era conocida su enfermedad. “Sorprende – añade Jordi Torrents- que en plena era de internet consiguiera esconder al mundo sus 18 meses de lucha” contra el cáncer, una decisión que seguramente le ayudó “a alejarse del morbo mediático”. Lo que queda como “epitafio final”, comenta Torrents, es su último disco, Black Star, “disco identificado con una estrella negra y un par de vídeos con la muerte como tema central, premonitorios, puro epitafio musical”.

 

SU MÚSICA

Bowie tuvo una carrera extensa. 25 discos en total. Con algunos tuvo un gran éxito, otros fueron dilapidados inicialmente por la crítica, para ser luego apreciados y muy valorados. Casi siempre estuvo un paso por delante en un afán artístico que suele caracterizar a los genios.

 

La etapa de Ziggy Stardust convirtió a Bowie en un icono pop.

“Si tuviera que destacar dos discos -comenta Jándula- señalaría Aladdin Sane, que lo consagró como estrella del glam y del pop, continuando la estela de Ziggy Stardust; y Station To Station”, aunque “mi favorito es Lodger que fue un fracaso comercial. En él se concentra todas las características musicales del inglés”.

“Tengo una debilidad especial por el disco con el que descubrí a Bowie”, añade Jordi Torrents. “El Let's dance de 1983, todo un ejercicio de pop ochentero, vitalista”. “Después llegó la etapa de descubrir qué había hecho antes (y qué hizo después) ese marciano y, claro, descubrí al genio, al mago, al inventor y reinventor”. De ellos, destaca The rise and fall of Ziggy Stardust and the spiders from Mars (1972), “pura estridencia emocional, épica” y Low (1977), “quizá el mejor de la trilogía de Berlín, esa zambullida en la electrónica, el krautrock y la experimentación”.

 

LA ENIGMÁTICA ESPIRITUALIDAD

Como todos los artistas, Bowie hace referencia a los grandes temas del ser humano. La vida, la muerte, el ocio, el paso del tiempo, la sexualidad, y también la espiritualidad.

“Es conocida su experiencia (a finales de los 60) como monje budista; en Escocia, pasó unas semanas con la cabeza rapada, después de pasar una adolescencia leyendo libros sobre budismo y visitando a menudo la Tibet House de Londres”, cuenta Jordi Torrents.

En un artículo sobre la “espiritualidad camaleónica” de David Bowie, Daniel Jándula aborda las primeras etapas que el artista atravesó, analizando su relación con lo divino. “De Bowie pocas cosas pueden señalarse como absolutas”, explica el autor, que trata “algo que siempre ha formado parte de la anécdota, generada o robada, y sin embargo forma parte esencial de la búsqueda estética de Bowie, tanto como de la parte intelectual de su trabajo y del ya mencionado “centro creador”: su peregrinaje espiritual”.

Ese peregrinaje parece tener una conclusión en su último disco. “Black Star es un disco sobre la (su) muerte”, explica Jordi Torrents. “En el último single, Lazarus (precioso tema que combina jazz y pop), hace mención a su pasado de excesos, pero se refiere a su llegada al Cielo. De hecho, es un tema que aglutina el nacimiento, la vida y la muerte. Las imágenes son angustiantes y su voz es quebradiza y preciosa”.

 

Lazarus, su último videoclip: vida, muerte y ¿resurrección?

“En los últimos tiempos, podría haberse convertido (o re-convertido) al cristianismo. Imán (su mujer durante los últimos 24 años), de hecho, poco antes de morir David colgó un tweet diciendo: La lucha es real, pero también lo es Dios”, cuenta Torrents. Su relación con el cristianismo parece que fue similar a la de muchos artistas, de un cierto desencanto. “En una entrevista hará diez o doce años, Bowie explicó que sentía que el cristianismo era una "imposición" y que él ya no se sentía cristiano. Eso implica que en algún momento sí se había sentido como tal. De hecho, en esa entrevista venía a decir que el cristianismo había tergiversado la esencia de sus inicios. O sea, tampoco era una negación, más una crítica”.

Las referencias a Dios aparecen también en una de sus canciones más conocidas, Space Oddity, cuando dice ‘Ground Control to Major Tom, Commencing countdown, engines on check ignition and may God's love be with you’. “Creo, opinión personal, que siempre ha creido en Dios, pero con una visión muy crítica del cristianismo. Hay rumores de un posible acercamiento a Dios en sus momentos finales, de su evolución y un reencuentro con su espiritualidad”, concluye Torrents.

Quizá, como recordaba Jaime Fernández en un artículo en Protestante Digital, Bowie encontró fe y esperanza al final. “Una cosa son las creencias o las cosas que decimos en algún momento de nuestra vida y otra muy diferente es encontrarse cara a cara con la muerte. Eso – concluye Jaime Fernández- lo cambia todo”.

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