C.S. Lewis, intelectual cristiano sin etiquetas... salvo Jesús

¿Es posible ‘etiquetar’ a uno de los pensadores más brillantes de la fe cristiana? Pablo de Felipe opina que no, aunque esto no debería ser un problema.

BELFAST · 20 DE NOVIEMBRE DE 2013 · 23:00

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Hace exactamente 50 años, el 22 de noviembre de 1963, moría Clive Staples Lewis. Medio siglo después, su figura y su pensamiento siguen alimentando debates, ya que el escritor norirlandés no se alineó claramente con ningún bando teológico. Mientras muchos jóvenes descubren el mundo de Narnia a través de nuevas producciones cinematográficas y la reedición de las “Crónicas”, muchos otros cristianos y no creyentes vuelven a encontrarse con su brillante apologética. “Claramente Lewis no es un pensador que podamos tener metido en una de las cajas ideológicas tradicionales, bien clasificado, sino que puede sorprendernos a la vuelta de cualquiera de sus páginas”, explica Pablo de Felipe, Doctor en Ciencias Químicas y que ha escrito la biografía de bolsillo “C.S Lewis. El autor de las Crónicas de Narnia” (Andamio, 2006). @MULT#IZQ#63735@Nacido en el Ulster (Irlanda del Norte), Lewis conoció desde pequeño el choque entre cosmovisiones. Académico reconocido desde su juventud, fue profesor tanto en Oxford como en Cambridge y vivió un momento peculiar de la historia moderna del protestantismo: “Es a principios del siglo XX cuando, especialmente en EE.UU., se da la ruptura entre fundamentalistas y liberales. Él defendió un cristianismo ‘tradicional’ que se enfrentó a ambos”. La afiliación religiosa de Lewis queda clara en Mero Cristianismo, uno de los libros que más definen su fe: “Soy un laico ordinario de la Iglesia de Inglaterra”, lo que se conoce por iglesia anglicana o episcopal. Su identificación era con el protestantismo y más profundamente con Jesucristo como Dios, al que veía como figura central de la Biblia y su salvador personal. AUTOR INCÓMODO PARA MUCHOS EVANGÉLICOS… Aún así, Lewis a menudo creó confusión entre muchos evangélicos. “No usaba términos ‘evangélicos’ como la ‘inerrancia’ aplicado a la Biblia”, explica Pablo De Felipe. Desde su posición de experto en Historia y Literatura Antigua, Lewis no se identificaba con las interpretaciones literalistas de algunos libros de la Biblia. “Lewis no tenía inconveniente en considerar que los textos bíblicos del Antiguo Testamento con un sustento más claramente histórico empezaban realmente en la época de la monarquía de Israel”, explica De Felipe. “Es más, su aprecio por la Biblia no se vio afectado por su aceptación de que libros como Job, Ester o Jonás pudieran ser relatos no históricos, con resonancias míticas o semejantes a las parábolas”. @MULT#DER#63806@Lewis también se enfrentó a lo que consideraba el “antiintelectualismo” de muchos cristianos de su época a la hora de hablar de Ciencia. En Apologética cristiana Lewis afirmaba que “una ciencia retorcida en interés de la apologética sería un pecado y una locura”. El autor “llegó a manifestarse dispuesto a aceptar la evolución humana, que el ser humano ‘desciende físicamente del animal’ (en El problema del dolor), aunque eso no impidió que fuese un crítico implacable de los intentos tan corrientes en su época por ‘mitificar’ la evolución convirtiendo algo científico en una filosofía o incluso una especie de religión a la que, enLa última noche del mundo,llamaba ‘el mito moderno del evolucionismo o el progreso en general’”. Otros aspectos más personales de la vida de Lewis también costaban de aceptar en el contexto evangélico de la época. Se casó con Joy Davidman, comunista de origen judío y previamente divorciada. “Si a eso sumamos la imagen de un Lewis con una pipa en una mano y un vaso de licor en la otra… la imagen era chocante para cualquier evangélico, ¡especialmente en los años cincuenta!”, resume De Felipe. … A LA VEZ QUE ENEMIGO DEL CRISTIANISMO LIBERAL @MULT#IZQ#63688@Si definirlo como un evangélico conservador sería un error, mucho más lo sería definir su pensamiento como liberal. Su apologética apuntaba contínuamente a Jesús como Dios. “Si hay algo central en la apologética de Lewis, ésa es su afirmación de la Deidad de Cristo”, explica José de Segovia en un artículo sobre su teología. “Lewis defendió con entusiasmo la historicidad de los relatos neotestamentarios sobre Jesús, incluyendo sus milagros y su resurrección”, apunta De Felipe. “También se hizo conocido por sus ácidas críticas a la teología ‘liberal’, que llamaba ‘teología con agua’ porque consideraba que pretendía rebajar las pretensiones del Nuevo Testamento en cuanto a lo sobrenatural (en Mero Cristianismo)”. “En su novelaEl gran divorcioLewis llegó a colocar en el infierno a uno de sus personajes, que es un teólogo liberal que ha perdido la fe”. Su choque fue frontal con estos enfoques y argumentó que nadie se ha convertido nunca a un “cristianismo liberal” o “desmitologizado” (en Cartas a Malcolm). ¿Y EL CATOLICISMO? Otra de las polémicas recurrentes alrededor de Lewis, ya después de su muerte, ha sido la de algunos sectores católicos que han querido presentar al autor en su línea doctrinal. Como se ha citado, no hay duda de que Lewis se consideraba a sí mismo protestante. “Aclarado esto”, sigue De Felipe, “hay muchas personas de otras tradiciones cristianas que se han interesado por su obra y se han identificado con él, y por lo tanto, han usado con provecho sus obras, lo cual creo que alegraba mucho al propio Lewis”. “Otra cosa es tratar ya de ‘acaparar’ al autor de maneras un tanto inapropiadas. Eso ha ocurrido en muchos campos y, como vimos antes, hay evangélicos mucho más conservadores de lo que sería el propio Lewis que lo consideran uno de ellos, al igual que católicos que hacen lo mismo”. Sin embargo, “el interés que despierta Lewis en el mundo católico es un fenómeno interesante porque tiene pocos paralelos para un autor protestante”, cree De Felipe. “Por un lado Lewis defendió una presentación del cristianismo no sectaria que pudiese ser útil a cualquier denominación protestante y, crucialmente, también a los católicos. Es por ello que evitó en lo posible entrar en temas doctrinales divisivos y, menos todavía, en disputas históricas. De hecho, antes de publicar Mero Cristianismo, consultó a cuatro clérigos sobre el manuscrito: un anglicano, un católico, un metodista y un presbiteriano”. Otro factor que ha ayudado a que muchos creyentes católicos se acerquen a su pensamiento es el hecho que Lewis “no se dedicó a realizar una apologética de lo protestante contra lo católico, y por lo tanto, no es un autor que se pueda percibir como ‘anti-católico’”. Y además estaba su gran interés por la Historia de la Iglesia. “Daba gran importancia a la tradición cristiana y por ello no es difícil encontrar referencias a autores cristianos antiguos (o a sus ideas). Lewis se mueve a gusto no sólo en el mundo de la Reforma y siglos posteriores, sino igualmente (y a veces casi parece más confortable) en el mundo del cristianismo antiguo y medieval”, describe De Felipe. EL RIESGO DE “CANONIZAR” A LEWIS En estos 50 años desde su muerte, ¿se ha tendido a mitificar a C. S. Lewis? Probablemente sí, cree Pablo de Felipe. “Por un lado está la recepción acrítica de su obra. C.S. Lewis cubrió un gran campo. Él mismo era consciente de sus limitaciones, así que evitó entrar en algunos campos, por ejemplo dijo muy poco sobre Ciencia, consciente de sus limitaciones ahí, que él mismo reconoció. También era consciente de no ser un teólogo profesional y no dejó de decirlo públicamente. Es por ello que hay que ser consciente de que Lewis tiene sus limitaciones debido a su formación (como cualquier persona) y no se puede construir un pensamiento en base a tal o cual cita de Lewis”. Por otra parte se puede observar hoy también cierta mezcla de “ignorancia de su obra junto a un abuso de la figura histórica”. “Llega un momento que Lewis se convierte en un icono conveniente. Alguien a quien conviene citar, venga al caso o no, fuera de contexto o incluso en contra de su propio pensamiento”, cree De Felipe. “Eso ocurre con muchos autores famosos y suele ser una indicación clara de su éxito y popularidad así como su popularización”. Ahí es donde aparecería el peligro de presentar “hagiografías segadas de su vida” y apropiaciones de su persona y obra. “Están las biografías que evitan contar ciertos aspectos de su vida que pueden parecer poco comprensibles según a qué público, o que implican ideas teológicas que en determinados ‘consumidores’ de su biografía se consideran inaceptables. Por ejemplo, un Lewis que cree en el purgatorio no es lo más atractivo para un evangélico. Tampoco resulta muy popular, según para qué público, la postura negativa de Lewis hacia la ordenación de las mujeres o su defensa de la pena de muerte. Otros sectores sí se interesan por rescatar esos textos, ya sea por ofrecer una imagen completa del personaje o por afinidades ideológicas…” A Lewis muchos contemporáneos le consideraban un “erudito excéntrico” que en doctrinas no centrales descolocaba a menudo a sus lectores habituales. Así que cuando “cuando existe el consenso en un sector cristiano de que es conveniente que Lewis sea incorporado en esa ‘tradición’ cristiana”, se han dado procesos de “canonización” para presentar “un perfil aceptable y muy marcado del personaje, que acaba inevitablemente por promocionar en exceso una parte de la obra y de la vida, y enterrar otras. Lo mismo lo hemos visto con otros autores”, cree De Felipe. IDEAS QUE MARCAN EN PLENO SIGLO XXI @MULT#DER#63904@Más allá de la inmensa influencia de Lewis sobre toda la apologética cristiana actual, Lewis también ayudó a construir bases para la cobeligerancia entre diferentes tipos de cristianos. “Creo que una de sus influencias ha sido ofrecer campos donde protestantes y católicos puedan colaborar en una defensa intelectual de la fe cristiana, más allá de los ámbitos más institucionales que buscaban un entendimiento ecuménico a nivel de organizaciones”, concluye De Felipe. “Por otro lado, su influencia sigue viva en ese interés entre los protestantes y específicamente los evangélicos por la apologética y, más generalmente, por la articulación intelectual del cristianismo. Y, sin embargo, eso no quiere decir que haya ciertos aspectos de su apologética que tengan que revisarse. Por ejemplo, el teólogo anglicano N.T. Wright ha hecho un análisis muy crítico del famoso argumento del trilema que Lewis utilizó para defender la divinidad de Cristo y del que se han hecho eco muchas obras apologéticas populares”. CONECTAR EVANGELIO Y CULTURA Por último, la incursión del autor norirlandés en la literatura “ha inspirado a muchos a ver tanto la literatura de ficción como, más en general, el arte, de manera mucho más positiva de lo que solía ser tradicional en el contexto evangélico. Lewis significa una potenciación no sólo de la apologética explícita, sino de actividades intelectuales, culturales, artísticas, etc., que puedan promocionar una imagen positiva y atractiva del cristianismo y que engrosan lo que se puede denominar como ‘pre-apologética’”. “Creo en el cristianismo como creo que ha salido el sol: no sólo porque lo veo, sino porque gracias a él veo todo lo demás”, decía Lewis. Por ello, trabajó para demostrar que el cristiano debe interactuar con la cultura de su entorno para presentar un evangelio que, consideraba, debía impactar al conjunto de la sociedad. Pablo de Felipe es autor, entre otros textos, de ‘C.S. Lewis. El autor de las Crónicas de Narnia’, publicado por Publicaciones Andamio. Puede leer más sobre la figura de Lewis y su pensamiento en la reciente serie de artículos “Medio siglo sin C.S. Lewis”, de José de Segovia. Además, el teólogo y periodista explica el pensamiento del autor en tres entrevistas de Audio: “C.S. Lewis y su cristianismo”,“C.S. Lewis: de ateo a cristiano”y "C.S. Lewis, intelectual del Jesús sobrenatural".

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