'Lirio entre espinas', la Biblia del Oso danza en Santiponce

El Festival de Itálica lleva al convento de San Isidoro de Sevilla (Santiponce), cuna del protestantismo español, la traducción de los españoles Reina y Valera, en coreografía y danza de Weickert.

SEVILLA · 07 DE JULIO DE 2013 · 22:00

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El bailarín, director y coreógrafo Guillermo Weickert estrenó este lunes su último espectáculo 'Lirio entre espinas', una de las tres producciones propias del Festival Internacional de Danza de Itálica 2013, y lo hizo con un lleno. La Compañía de Guillermo Weickert puso en escena esta obra en un enclave muy especial: el monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce, escenario que se ha incorporado en esta edición al Festival Internacional de Danza de Itálica, junto al Teatro Romano. Dada la importancia patrimonial y la rica historia del conjunto histórico, la compañía se planteó desde un primer momento elaborar una producción relacionada con el mismo y que dialogara con él. En palabras de Guillermo Weickert: "Era un espacio tan potente y tan fuerte que nos parecía absurdo meter allí un espectáculo que no tuviera pensado y creado para ser representado en él". SAN ISIDORO DEL CAMPO En pleno siglo XVI, cuando media Europa se encontraba inmersa en luchas intestinas, un grupo de nobles, eruditos y monjes en la cosmopolita y enriquecida Sevilla adoptaron una forma de pensar y vivir el cristianismo muy influida por los diferentes movimientos reformistas, que ya hacía algunos años habían cuajado en el centro del viejo continente. Muchos los que se sumergieron de lleno en las refrescantes corrientes del protestantismo, gran parte de los cuales eran influyentes personajes de la sociedad hispalense. Es el caso, por ejemplo, de Constantino Ponce de la Fuente, canónigo de la catedral de Sevilla y confesor de Carlos V. Uno de los puntos de Sevilla donde arraigó la fe protestante fue en el convento de San Isidoro, siendo por ello un lugar emblemático para la Reforma protestante española que surgió con enorme fuerza en su interior (aplacada luego por la Inquisición). Entre las paredes de este convento no pocos monjes –entre ellos Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera- abrazaron la fe en el Jesús que anunciaba el movimiento de “Sólo fe, sólo gracia, sólo Escritura”. 'Lirio entre espinas' surge de la intención del Festival Internacional de Danza de Itálica de rescatar el espacio de San Isidoro del Campo para su presente edición, Para ello se eligió realizar una versión con danza y coreografía del 'Cantar de los cantares' que recoge el texto de la primera Biblia traducida desde los textos originales al castellano, conocida como 'Biblia del Oso', traducción que llevaron a cabo Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, tras huir del convento de San isidoro y de España ante la amenaza para su vida de la Inquisición. La danza y coreografía intenta además, a través del Cantar de los Cantares recrear la historia del convento. LA “BIBLIA DEL OSO” La Biblia del Oso se imprimió por primera vez en 1569, y fue la primera Biblia en castellano que fue traducida directamente de los originales hebreo y griego por Casiodoro de Reina (1569) y revisada por Cipriano de Valera (1602), ambos protestantes españoles en el exilio. A poco de comenzar la Reforma, esta traducción fue uno de los primeros ejemplos de cómo poner a disposición de los creyentes las Escrituras en lenguaje popular. Su aparición coincidió con la época más brillante de la cultura y las letras Españolas, por lo que es a la literatura religiosa del Siglo de Oro, lo que “El Quijote” es a la novela. La traducción Reina-Valera comenzó a publicarse en el continente americano a partir del año 1845 (en Nueva York) por la Sociedad Bíblica Americana. Así pues, no debe sorprendernos que haya muchos escritores hispanoamericanos que en sus creaciones literarias inserten textos de esta Biblia o hagan mención de ella. Podemos citar algunos de Argentina, como Arturo Capdevila, Jorge Luis Borges y Arnoldo Canclini; de Colombia, como Jorge Isaac, Laura Victoria y Aristómano Porras (Luis D. Salem); de México, como Luis Cabrera, Carlos Monsiváis, Amado Nervo y José Emilio Pacheco; o de Venezuela, como Andrés Bello. La chilena Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura, empezó a leer la Biblia Reina-Valera en su niñez. En el ejemplar que manejó, y que se conserva en su país natal, dejó escrito: «Los sabios te parten con torpes instrumentos de lógica para negarte; yo me he sentado a amarte para siempre y apacentar con tus acentos mi corazón por todos los días que me deje mi dueño mirar su luz (…) Siempre seré demasiado niña para que me parezcas ingenua; siempre me bastarás hasta colmar mi vaso hambriento de Dios».

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