V. Rossato: "Mi historia es sólo una de miles, y puedo contarla"

Primera de una serie de conversaciones con los miembros del equipo de redacción de Protestante Digital. Los rostros que están tras las noticias que publicamos.

CÓRDOBA (ARGENTINA) · 12 DE SEPTIEMBRE DE 2012 · 22:00

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¿Qué personas hay detrás de las noticias de este diario? Empezamos una serie de entrevistas que nos llevarán a conocer mejor a las personas que forman el equipo de redacción de Protestante Digital. Verónica Rossato es probablemente la redactora con más historias que contar, de su propia vida. Ha residido en 3 continentes diferentes, ha conocido de cerca diferentes formas de acción política e incluso puede explicar de primera mano cómo es la experiencia de vivir un secuestro. Escribir ha sido su forma de narrar lo que pasaba a su alrededor. A lo mejor por ello, cree que el periodismo debe servir a la transformación de la sociedad.
P.- Antes que nada hay que aclarar que aunque escribes para este medio español, eres argentina y ahora mismo vives en la ciudad de Córdoba. ¿Qué cosas frescas puedes aportar escribiendo desde allí?
R.- Como editora de noticias, hago un trabajo muy relacionado a la información disponible en Internet. En cuanto a los reportajes propios, intento revelar lo más sobresaliente de Argentina y, en alguna medida, de otros países Latinoamericanos.
De entre todo lo que pasa por tus manos, ¿qué tipo de reportajes te ilusionan más, con qué temas te sientes especialmente a gusto?
En el ejercicio de mi profesión siempre he trabajado temas relacionados a las Ciencias Sociales, en revistas dominicales o suplementos especiales de diferentes periódicos. No he sido una periodista que va detrás de la noticia diaria. Más bien me he dedicado a hacer entrevista y elaborar reportajes que tienen que ver con el ser humano en su contexto sociocultural. Me interesan también temas relacionados a la salud integral, la psicología, el arte.
En tu vida has viajado mucho y has vivido en varios países, ¿pudiste siempre encontrar alguna forma de poner en práctica el periodismo?
Mi vida itinerante comenzó por causas de fuerza mayor, como suele decirse. Tuve que salir de Argentina siendo joven, como exiliada política, cuando era estudiante de Ciencias de la Comunicación. Comencé a trabajar en periodismo desde ese momento y lo he seguido haciendo, aunque desde que conocí al Señor el ejercicio ha sido de otra manera.
Participas en un programa cristiano de “familias cuidadoras” y convives muchas horas con dos niños que son de unas calles más allá de donde tú vives. Explícanos algo sobre estos dos chavalines.
Nuestra iglesia, situada en el barrio Alberdi, ha aceptado el desafío de desarrollar el programa “MANA”, financiado por iglesias bautistas alemanas, que se fundamenta en la defensas de los derechos del niño. Por medio de “familias cuidadoras” son beneficiarios del programa niños que están en riesgo social. En la iglesia tenemos un “merendero” al que llegan cada tarde unos 35 niños de “Villa Páez”, zona vecina que antiguamente era de chabolas y, si bien ahora ha cambiado su aspecto, sigue siendo una zona marginal, con mucha delincuencia y drogadicción. El programa cubre los gastos de educación de los niños que ingresan al programa (hasta ahora son 7) y la idea es que ellos tengan la experiencia de convivir varias horas a la semana con una familia cristiana, reciban la contención emocional que en sus hogares no tienen y sean evangelizados de un modo natural. Ante la falta de más familias, yo he asumido este rol con un niño y una niña de 9 y 10 años respectivamente, y la verdad es que está resultando un gran desafío. No soy docente y debo guiarlos las tareas escolares, no entiendo de fútbol y debo acompañar al niño en su entusiasmo y práctica deportiva, tengo un presupuesto muy ajustado y debo preparar para ellos comidas ricas y nutritivas. No imaginé estar en esta situación, pero es la tarea que Dios me ha encomendado para este tiempo y él me da las fuerzas para continuar. De momento, mi compromiso es hasta fin de año.
Habrás visto muchos diferentes tipos de iglesia, en todos los sitios donde has estado… ¿Cómo te sientes en la que estás ahora? ¿Cómo sería tu modelo de iglesia ideal?
Al regresar del campo misionero visité varias iglesias y no me sentí a gusto en ninguna. Llegué a pensar que no existía la comunidad de fe que yo estaba buscando, sin estructuras religiosas que ahogan la fe genuina y la gracia de Dios. El mensaje de Jesús, el evangelio, es simple y es un llamado a la acción. Creo que muchas iglesias han “perdido el Norte”, se han convertido en empresas más o menos prósperas, no influyen en la sociedad y no ven más allá de las cuatro paredes de sus templos. Me quedé en esta comunidad de fe porque su pastor, Rubén Amestoy, entiende que el evangelio es integral y los cristianos tenemos una responsabilidad social. Coincido con esta visión.
Argentina ha reiniciado una etapa de democracia en 1983. Desde Europa oímos muchas opiniones sobre la situación política allá. De forma muy concisa, ¿cómo describirías la sociedad argentina actual? ¿Es una democracia estable y que crece, según tu opinión?
América Latina en general tiene una historia de violencia, desde los procesos violentos de colonización, luego centralización del poder, represión, obstáculos a la participación política. Vivimos en democracia pero con fantasmas de formas represivas del pasado. El gobierno actual en Argentina tiene una visión de país auténticamente democrático pero se enfrenta a la resistencia a cambios efectivos, ya que los sectores dominantes no quieren “perder tajadas de la torta”. Lamentablemente, percibo cada vez más oposición al gobierno de Cristina Fernández, tanto de parte de aquellos sectores que entienden lo que está pasando (y ofrecen resistencia) como de una mayoría mal informada, víctima de la campaña de desinformación orquestada por medios en manos de sectores que ostentan el poder económico y quieren perpetuar el escenario de desigualdades.
Cuando estudiabas en la Universidad entraste a formar parte de un partido comunista maoísta. Eso llevó a que incluso fueras secuestrada por las fuerzas paramilitares que actuaron durante la dictadura militar (1976-1983) porque estabas en las listas de estudiantes militantes de extrema izquierda. Estuviste 45 días en un centro de detención clandestino, ¿cómo fue aquello?
¡Qué difícil de resumir en pocas líneas! Creo que es un tema que da para una entrevista completa, pero puedo expresar algo con total convencimiento: Aunque no conocía a Dios, él me guardó, me protegió, me sostuvo. Tardé muchos años en poder elaborar esa experiencia traumática, pero no dejo de considerar que también para mi familia fue terrible, ya que hasta el día en que me dejaron en libertad ellos no sabían si continuaba con vida. Mi historia es sólo una de miles, y puedo contarla. Hay 30.000 argentinos desaparecidos, y otros miles en países hermanos. No quiero mirar atrás sino vivir el hoy en defensa del mañana.
Te convertiste a la fe cristiana ya de adulta, en Paraguay. ¿Cómo decidiste seguir a Jesús, y por qué?
Oh, oh… Otra pregunta difícil de resumir, pero voy a intentarlo. Luego de 20 años de búsqueda espiritual por caminos errados, habiendo llegado a un punto de angustia y destrucción psicofísica que me hacía desear la muerte, alguien a quien pedí ayuda me invitó a ir a una iglesia evangélica. El cristianismo estaba fuera de toda consideración para mí porque lo identificaba con lo que había conocido de niña y en la adolescencia dentro del Catolicismo. Sin embargo, accedí a ir “para ver qué pasaba”. Al abrir la puerta de aquel moderno edificio donde había personas alabando a Dios, sentí algo muy especial, como un baño de paz, y me dije: “Por fin he llegado”. Con esa convicción entré y le pedí a Dios que se hiciera cargo de mi vida. Pasé al frente cuando hicieron un llamado a la oración y en cuanto el pastor oró por mí, sentí que las rodillas se me aflojaban y el deseo de entregar a Dios todo peso fue tan grande como la confianza que me envolvía. Caí al piso y quien me ayudó a levantarme luego resultó ser una conocida a quien yo intentaba siempre venderle la revista que hacíamos con una amiga, dirigidas por un chino taoísta. Hasta hoy somos amigas.
Más adelante decidiste que querías formarte en teología y después viniste para España. ¿Cómo definirías tu relación con nuestro país?
En efecto, inmediatamente comencé a participar en las clases bíblicas para nuevos convertidos y al comenzar el nuevo año ingresé en el Instituto Teológico de las Asambleas de Dios. Aunque no pude continuar los estudios allí porque los horarios de clase se superponían con mi trabajo como periodista, seguí haciendo cursos en el centro de estudios bíblicos de la iglesia. Al cabo de unos años, cuando ya Dios había hecho una obra de “recomposición” en mí, quise dedicarme por entero a servirle e ingresé a un centro de capacitación misionera transcultural, con la visión de trabajar entre musulmanes. Luego de un viaje exploratorio a España y Marruecos, decidimos con mis líderes locales establecerme en España para trabajar con una iglesia local. Inicié un ministerio con árabes en una iglesia que había solicitado colaboración, pero resultó que si bien el pastor tenía carga por los musulmanes que llegaban a la obra social, la congregación no estaba preparada para dar un paso más. Mi experiencia misionera comenzó con un fracaso y continuó con muchas dificultades. Realmente los cinco años pasados en España fueron difíciles, sobre todo por falta de apoyo económico, pero aprendí mucho, sirvió de preparación para la obra en Marruecos. En Málaga pude integrarme a una pequeña comunidad que lideraba el pastor Miguel Rueda, un siervo íntegro, un ejemplo de vida que no olvidaré. Él y su esposa Encarni fueron una preciosa provisión de Dios en aquel tiempo. Con su apoyo y cobertura espiritual inicié luego la etapa en el norte de África. Miguel falleció a poco de regresar yo a Argentina.
Has estado en Marruecos y en el Sahara Occidental. ¿Qué te ha marcado de esa experiencia?
He quedado ligada a estos pueblos tan hospitalarios. Se trata de sitios donde prevalece la injusticia. Se hace palpable la evidencia de que el Islam no da respuestas válidas para la vida de las personas sino que las esclaviza y hunde en el temor y la superstición. Por otra parte, la riqueza cultural me ha impactado y sigo reflejando esto en algunos escritos. Tal como estamos haciendo con estos niños beneficiarios del programa MANA, la mejor manera de llegar con el mensaje del evangelio a estas personas es dar un testimonio de vida. Al ver ellos cómo se desarrollan las relaciones familiares y entre los miembros del equipo, se dan cuenta de que hay algo especial en los cristianos. Y Dios hace la obra.
Aparte del trabajo con niños, tu otra gran pasión es la creación literaria. De hecho, está a punto de salir tu primera novela, “Marruecos, amor y canela” (Ed. Logos). ¿De qué va?
No diría que el trabajo con niños es mi gran pasión sino lo que Dios me ha dado para hacer en este momento. De hecho, dedicarme a ellos me resta tiempo y energías para otras tareas, lo cual me ha ocasionado algunos problemas. Es cierto, no puedo dejar de escribir. Sea periodismo o literatura, siempre surge algo. “Marruecos, amor y canela” trata de la vida de Gabriella, una joven periodista que lleva años buscando la plenitud espiritual. Cree poder encontrarla en Marruecos, donde es enviada por una revista italiana. Allí vivirá días embriagadores, plenos de sensualidad, sonidos y sabores exóticos y también conocerá a Youssef, en quien percibe la paz que ella tanto anhela... Agradezco a Editorial Logos, de Alicante, su interés por publicarla.
También has escrito un libro de recetas entremezcladas con historias, que ha sido presentado en la Feria del Libro de Córdoba… Suena bien, ¿cómo funciona eso?
“Historias con sabor” es una recopilación de textos –varios de ellos disponibles en mi blog, veronicarossato.blogspot.com- y recetas de cocina del norte de África. Lo ha publicado la editorial Diosmío, de la ciudad de Córdoba, que hace libros artesanales, uno por uno, como objetos en sí. La tirada es de 300 ejemplares numerados y confío en que habrá que reeditar. Este sistema de trabajo es una buena alternativa para publicar al margen de las grandes editoriales que difícilmente se interesan por escritores noveles. Además es una manera de revalorizar el libro como producto cultural.
Ya acabando, explícanos cómo llegaste a entrar en contacto con Protestante Digital para acabar siendo redactora y miembro del Consejo de Redacción de este diario.
Justo antes de trasladarme a Marruecos conocí a Luis Ruiz en un encuentro de ALEC, la Asociación Latinoamericana de Escritores Cristianos, realizado en Pinos Reales, Madrid. Luego él me invitó a participar en ADECE, Alianza de Escritores y Comunicadores Evangélicos y de esta forma seguimos relacionados. Cuando en el verano de 2009 Pedro Tarquis le comentó que necesitaban el aporte de un periodista profesional, Luis me recomendó.
Y por último, mirando al futuro, ¿cómo te imaginas P+D en cinco años?
Aunque resulta aventurado imaginar el futuro de algún proyecto en España, veo de qué manera P+D crece al margen de la crisis, se posiciona como medio, tiene cada vez más visitantes, de modo que Dios está detrás – o delante- de esto y seguirá permitiendo su desarrollo.

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