Noé, el fascinante superviviente al diluvio

Su historia sigue atrayendo la atención del mundo. Shai Shemer reflexiona sobre este hombre justo en medio de un mundo volcado a la injusticia y la violencia.

MADRID · 20 DE NOVIEMBRE DE 2011 · 23:00

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Hace pocos días conocíamos que Holywood se ha fijado una vez más en una historia bíblica para inspirar una superproducción. Se trata de Noé, quien según cuenta la Biblia construyó un arca en la que, junto a su familia y la compañía de muchos animales, evitó la extinción sobreviviendo a un diluvio enviado por Dios como juicio. Pero a pesar de que su historia es muy conocida, el mismo Noé pasa muchas veces desapercibido. “Es un desconocido, se le trata con escasa profundidad”, considera Shai Shemer, pastor de una iglesia en Madrid y experto en hebreo, Biblia y judaísmo, en una entrevista concedida a Protestante Digital. “El hombre estaba pervirtiendo su humanidad en la tierra. Dios decide destruirlo al completo para generar una raza más humana”, explica Shemer. Así, “Elohim se presenta en su aspecto de justicia y habla de una reestructuración del comportamiento humano. El elegido para encabezar esto es Noah, cuyo nombre significa cómodo o fácil de llevar”. El relato del diluvio puede encontrarse en muchísimas tradiciones antiguas, desde Mesopotamia a Filipinas, pasando por las tribus indígenas americanas. Shemer destaca que aunque “hay elementos que coinciden”, como en la epopeya de Gilgamesh, “hay matices y tonos distintos”. “Cambian las motivaciones y las finalidades (...) Parece que es un capricho de los dioses, que hacen o deshacen según su voluntad; en el relato de Noé, en cambio, hay una razón”. ¿POR QUÉ ERA DISTINTO? Este Noé era distinto a los que le rodeaban, ya que halló “gracia ante los ojos de Dios”. “Noé tiene una descendencia, era íntegro en sus generaciones, un hombre justo, lo que quiere decir que iba por los caminos de Dios”, explica Shemer. En el contexto del libro de Génesis se detecta la necesidad de que “toda alma sea redimida” para que luego cada persona “pueda así redimir al prójimo”, consiguiendo la convivencia que sustenta la sociedad. “Noé exhortaba a los suyos a seguir el sendero de Dios, que no quiere decir estar a solas con Dios, sino preparar al hombre para que vayan juntos preocupándose por el prójimo. No es alejándose del mundo que el hombre se aproxima más a lo divino”, afirma Shemer. En Noé encontramos además una vida que tiene propósito. “Dice que procreó hijos justo después de contarnos que camina con Dios, es decir, procrea cuando camina con Dios”, explica Shai Shemer. “Uno de los objetivos de Dios en el 'Oye Israel' es transmitir el caminar con Dios a los hijos. La procreación fuera de Dios ¿qué objetivos persigue? Sólo carnal”. Además agrega el relato que era justo e íntegro, dos palabras que no significan lo mismo. “Justo se refiere a sus acciones, es decir, que vive en justicia”, añade Shemer. “Pero debe ser con un corazón íntegro, porque con el corazón íntegro se cree para fe en justicia. Este hombre era justo en acciones e íntegro en corazón, lo que le llevó a recibir la gracia de Dios”. EL DILUVIO: CASTIGO A LA INJUSTICIA La Biblia explica las razones de esta destrucción decretada por Dios. “Noé elige ser distinto en medio de una generación perversa dedicada a la corrupción”, explica Shemer, que conoce la lengua hebrea en profundidad. Las palabras usadas en el relato para describir a la sociedad señalan que se trataba de una generación “arrastrada por el vicio y la injusticia”, llena de “rapiña”. Si bien el “vicio” se puede entender “como prostitución”, el problema mayor de la sociedad está en la “injusticia”, que según Shemer “es el caos moral absoluto y es el elemento decisivo para este castigo”. “Dios tiene muchas formas de tener paciencia. Pero cuando aparece la rapiña, que es el expolio, el derramamiento de sangre, el poco valor de la vida ajena... Su juicio se revela. El hombre está en una situación de castigo y por eso va venir el diluvio”. Estableciendo las diferencias, Shemer comenta que, por ejemplo, la posterior generación de Babel es “mala” pero no es exterminada porque “no practica la injusticia, ya que estaban en paz entre ellos”. Por eso el juicio del diluvio es muy específico para esa generación, algo que “se puede entender con los matices escritos en la lengua antigua, que es muy rica”. Así, “la gente de Babel probablemente era atea en sus ideas. Pero en el diluvio, eran inhumanas. El pecado era contra el prójimo. No podían convivir ni dejar vivir. Esto llevó a Elohim a esta acción que no solemos entender”. SÍMBOLOS Y MENSAJE EN LA DESCENDENCIA @MULT#IZQ#47624@Noé sobrevive al diluvio junto a su familia. Sem, Cam y Jafet. Shai Shemer explica, a la luz del contexto bíblico, lo que representan cada uno de los hijos de Noé. En el caso de Sem, que significa “nombre”, Shemer indica que “es quien llevará la revelación del nombre de Dios. A Moisés se le revela como Yahveh Elohim, un Dios que se enfrenta al faraón, uno sin nombre que se considera dios en sí mismo”. Cam será el hijo de cuya descendencia procede el conflicto con el pueblo de Israel. “Hay una maquinaria puesta en funcionamiento para negar el nombre de Dios y como Dios llama a las cosas”. El contraste se establece entre los “nombrados por Dios”, cuyo camino señala a Dios, y los que “quieren desterrar el nombre para establecer un número, colocando algo impersonal. Olvidar el nombre -explica Shemer- es olvidar que eres una persona escogida de Dios”. A lo largo de todo el relato bíblico se pueden percibir rasgos de este conflicto. En el Salmo 83 “se hace referencia a los que quieren borrar el nombre de Israel de la faz de la tierra”. Más adelante, Zacarías 13:9 se hace énfasis en la recuperación del nombre, algo que también se encuentra en Apocalipsis, donde “el jinete que tiene tantos atributos posee un nombre que nadie conoce”. Por su parte, Jafet tiene que ver con la palabra “pozo”. Para Shemer, es una referencia a la civilización griega y todo lo que procede de ella, tanto lo “lo artístico, la filosofía, como una degradación social, un politeísmo” que indicará que “la belleza exterior es vana”. En todo caso, apunta Shemer, esta “lucha entre hermanos” contiene un mensaje profundo y relevante. “El antagonismo es una forma de revelación que Dios usa para que el hombre se conduzca a Dios. Como lo dijo José, al descubrir que “para bien Dios dio todo el mal que vino a mi vida”. NOÉ Y LOS POSTREROS TIEMPOS Jesús advirtió que, cuando se acercase el fin, sería como en días de Noé (Mateo 24:47). Para el experto en Biblia la referencia no sólo es negativa, sino que también esperamos “lo positivo, es decir, gente como Noé que caminará en justicia. Esos 'Noés' aparecerán en los momentos críticos”. Mientras no llega “el advenimiento del mesías”, explica Shemer, las tres líneas trabajan en la historia. Unos buscan caminar en justicia con Dios, otros buscan exterminar la memoria de Dios y sus seguidores, y otros se pierden en distracciones y placer. “La tierra gime como con dolores de parto” por esta lucha, hasta que “Jesús, la raíz de Isaí, se manifieste en gloria”. Noé, por su parte, supo agarrarse a la gracia. “Dios no tiene transformaciones, sino revelaciones. El camino, el andar con el Padre, con Jesús, es seguir la escuela de Noé, en un camino marcado en el nombre del Mesías -dice Shemer-. Los tiempos de Noé serán violentos en su aspecto negativo, pero habrá muchos 'Noés' que brillarán”. El desconocido Noé “marcó a una generación”. Y sigue sorprendiendo su actitud. “En Génesis 7:1 se le dice que entre en el arca. Pero se detuvo. ¿Acaso dudó? Tal vez quiso esperar a ver si alguno se acercaba. Él esperó al movimiento de las aguas. Noé es un hombre que ve a toda la humanidad sucumbir y se pregunta ¿Por qué he sido yo el escogido y no otro?” Una historia fascinante que sigue dejando preguntas en las que reflexionar.

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