Valor de Ley, sorprendente western sobre la Gracia

Los hermanos Coen dirigen una película que desde lo clásico del género apunta a la gracia divina, según el crítico José de Segovia

MADRID · 10 DE MARZO DE 2011 · 23:00

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Aunque algunos la consideren la gran derrotada en los Oscar, Valor de ley emerge como una fantástica película, con personajes y situaciones memorables dentro de un género casi abandonado por Hollywood. Los hermanos Coen afrontan el western renunciando a la incorrección que les caracteriza para contar una historia desgarradora que se abre con una cita bíblica, del libro de Proverbios: “Huye el impío sin que nadie le persiga”. El crítico de cine habitual de esta revista, José de Segovia, explica en una entrevista cómo encontramos un western con reminiscencias a los de finales de los 60, pero desde la perspectiva actual que dibuja un lugar espectral, crepuscular, “comunicado con una extraordinaria fuerza”. Es curioso encontrar en esta obra, de directores judíos, tantas referencias a la gracia. Para José de Segovia, esto se debe a que “Valor de ley se basa en una novela original publicada en el año 1968 en donde la fe de la protagonista está muy patente”. La niña que busca venganza “interpreta su propia experiencia y este viaje de iniciación de la infancia a la madurez como una experiencia de gracia”, añade el crítico. Así que la película “esta sorbida por la Biblia”. Citas literales, himnos tradicionales que acompañan constantemente la historia, pero también un espíritu de gracia pocas veces reflejado en la gran pantalla. “Es un tema sobresaliente en la película”, explica De Segovia. “Hay una frase interesante en boca de la protagonista: uno tiene que pagar por todo en esta vida, excepto por la gracia de Dios”. Resulta “sorprendente” que una historia de venganza termine apuntando a la gracia. Valor de ley es una película oscura, en la que se muestra “un mundo cruel, un oscuro viaje por un oeste sombrío y espectral. En este mundo del bienestar resurge los sombrío del interior del ser humano, como una realidad que nadie puede enterrar”, avisa De Segovia. Algo similar ocurre en otras de las películas destacadas este año. “En Cisne Negro aparece la lucha con nuestro lado oscuro, lo mismo en Biutiful -destaca De Segovia-. Vivimos en un mundo en el que el mal es muy real. Se destaca el conflicto personal, la lucha con el mal interior, con lo que subyace en las sombras de uno mismo”. Pero la misma película termina apuntando a un descanso eterno, basado en la gracia de Dios que otorga esperanza. La conclusión es que en esta vida “el tiempo se escapa de las manos. Queda esta experiencia de la gracia como la que da sentido a la vida”, concluye el crítico. BIUTIFUL Y LA REALIDAD DE LA MUERTE La vida no es <em>biutiful</em>Otra de las películas destacadas este año ha sido Biutiful, dirigida por el mexicano Iñárritu y protagonizada por Javier Bardem. Una película que también apunta al problema del mal del que no se es posible escapar. “Somos responsables del mundo en el que vivimos. No somos ajenos a la realidad de este mal. El personaje tiene esta culpa, este dolor. Nos muestra el lado oscuro de la vida”, explica José de Segovia. El problema se agrava cuando la realidad de la muerte se hace presente y nos asaltan las dudas. Este tema, recurrente en Iñárritu, vuelve a tener protagonismo en su última película. Para José de Segovia, “se pregunta si la muerte es algo que se puede experimentar, o es una mera disolución en la nada. Si nunca vamos a vivir al mismo tiempo que la muerte, sino que es una preocupación de algo de lo que no seremos conscientes, sería inútil preocuparnos. Pero si es una realidad consciente, surge la gran cuestión”. Para el cristiano, “Jesús nos da certeza y tranquilidad ante la muerte. Todo lo demás es incertidumbre”. El personaje que encarna Bardem desea una recuperación del paraíso de la infancia. En los ojos de un niño busca ese momento perdido. “Hay un sentimiento de orfandad espiritual sugerente”, explica De Segovia, que lo relaciona con la necesidad humana de tener una relación con Dios. Dios quiere ser nuestro padre y entrar en una relación como hijos. Esto implica la necesidad del nuevo nacimiento. Lleva a no aferrarnos a la vida aquí, sino dejar la vida de lado y aferrarnos a la vida eterna”, explica. “El amor del Padre nos hace descubrir la verdadera vida, la paz que buscamos una y otra vez en un mundo lleno de inquietud. Este es el evangelio”, añade De Segovia, que concluye explicando los paralelismos entre Valor de ley y Biutiful. “El descanso que la niña de Valor de ley busca, o el personaje de Bardem, es un eco del descanso que Dios nos ofrece en Jesucristo. Son anhelos y deseos que están en él. No hay nada en esta vida que nos pueda saciar, sino es él. Estas historias te dejan sin respuesta. Porque esta no está en el cine, sino en el Jesús que se ha revelado la Biblia”. MULTIMEDIA

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