Iglesia de Hermanos del Paral·lel anuncia su cierre

La Iglesia Evangélica de Hermanos de Paral·lel ha comunicado de forma oficial el cierre de su histórico local así como el cese de toda actividad.

Redacción PD

BARCELONA · 15 DE NOVIEMBRE DE 2016 · 17:37

Local de la iglesia de Hermanos de Paral.lel.,paralel
Local de la iglesia de Hermanos de Paral.lel.

La Iglesia Evangélica de Hermanos de Paral·lel ha comunicado de forma oficial el cierre de su histórico local situado en Barcelona (Av. Paral.lel 167) así como el cese de toda actividad.

El último culto de comunión tendrá lugar el domingo 11 de diciembre. 

La iglesia ha sido conocida durante sus casi 83 años de existencia por el impulso del ministerio divulgativo de revistas cristianas como El Embajador Cristiano o los cuadernos Koinonía.

Reproducimos a continuación un artículo de despedida, firmado por Francesc Closa, del Consejo de la Iglesia:

 

BREVE HISTORIA DE LA IGLESIA EVANGÉLICA DE HERMANOS DEL PARAL·LEL

El Consejo de la Iglesia Evangélica de Hermanos del Paral·lel desea comunicar, de manera oficial, el cese definitivo de toda actividad evangelística y espiritual en nuestro histórico local situado en la Av. Paral.lel 167, de Barcelona.

Nuestro último culto de comunión tendrá lugar el domingo 11 de diciembre de 2016, a las 11,- h, que celebraremos conjuntamente con nuestra iglesia hermana de Mistral, de la que procedemos históricamente y con la que hemos mantenido entrañables lazos de compañerismo, a lo largo de casi 83 años. Os invitamos a compartir con nosotros ese doloroso acto, y damos un último abrazo a todas las iglesias con las que hemos mantenido una intensa comunión a lo largo de tanto tiempo. A los que podáis asistir, queremos obsequiaros con nuestro último Cuaderno Koinonia, dedicado al precioso tema de la Preeminencia de Cristo, con algunas imágenes y recuerdos de nuestra larga historia, y que también podéis solicitarnos en formato pdf, a nuestro correo electrónico de contacto.

El testimonio de nuestra iglesia dio comienzo el domingo 4 marzo 1934, y es bien conocido de nuestro pueblo evangélico, en lo que un día fue la avenida Francesc Layret, después del Marqués del Duero, y actualmente del Paral·lel. La abnegada influencia de dos grandes misioneros y maestros, como fueron D. Benjamín White y D. Ernesto Trenchard, bajo la guía poderosa del Espíritu Santo, casi a mediados del siglo pasado, dio lugar a una espléndida cosecha en ese local tan bendecido por su situación estratégica, como se puede apreciar en muchas fotografías de tiempos pasados, y al establecimiento de otros puntos de testimonio, como han sido Font Canyelles (1957), La Florida (1958), Hierbabuena, en L’Hospitalet de Llobregat (1967), Bellvitge (1978), L’Onze de Setembre (1981), Esplugues de Llobregat (1987) y Sant Celoni (1989).

Un rasgo muy destacable en el testimonio de esta iglesia local, además de innumerables cultos especiales, de relevantes estudios bíblicos, o multitudinarios campamentos que aglutinaron a diversas iglesias y consolidaron amplios lazos de amistad, ha sido su firme vocación en el testimonio literario cristiano. Fue muy relevante, a mediados del siglo pasado (marcado por una aguda escasez de editoriales y libros cristianos), el ministerio escrito que desempeñó nuestra revista “El Embajador Cristiano”, cuyo primer número se publicó en septiembre de 1948, y cerró su primera etapa en agosto de 1953. La segunda etapa se reanudó, al parecer (por una defectuosa costumbre de aquellos tiempos, las revistas no incorporaban ninguna fecha de publicación), en 1969 (al menos esta fue la fecha del depósito legal), o poco más tarde. Por la misma razón, desconocemos la fecha de su desaparición, pero sí sabemos que se publicaron 24 números, lo que en aquellos tiempos representaba un dilatado período de años. En su último número actuó como director Juan Federico; como artista gráfico (y genial) nuestro entrañable Joan Cots; como secretario de redacción Antonio Sierra y como redactores Andrés Edo y un servidor, Francesc Closa.

Además de las magníficas ilustraciones de Joan Cots, dotadas de una delicadeza exquisita, encontramos artículos y trabajos de gran calidad espiritual, firmados por Benjamín White, Ernesto Trenchard, Joan Galcerá, Antonio Herrera, Rafael Serrano, Josué González, Eric Bermejo, Mariano San León, José Grau, Pedro Puigvert, Ramón Vega, Pedro Gelabert, Miguel Valbuena, Joaquín Guerola, J. Mª González Campa, Juan Federico, Celestino Puente, Juan Gili, Clara de Gili, Andrés Edo, Fernando Vangioni, Virgilio Vangioni, Francesc Closa, Pablo Whickam, Pedro Inglés, Francisco Martín, Francisco Lacueva, Federico Sancho, Pablo Enrique Le More, Jaime Stunt, John C. Lennox, Luis Carballosa (quien deberá perdonar nuestra torpeza, porque lo mencionamos como Carvallosa), Ginés Andreu, Cecilia T. de Molins, Pablo Reid, Jaime Triginé y unos cuantos más. Si a alguien no le suenan estos nombres es porque, sencillamente, no conoce la historia del pueblo evangélico español del siglo XX.

Pero este fértil ministerio escrito no se extinguió totalmente, como los fósiles aplastados en los sedimentos del Diluvio, sino que pervivió y se canalizó de muchas formas en actos de servicio al pueblo de Dios. La redacción de El Embajador Cristiano siempre mantuvo unos estrechos lazos de comunión y afecto con nuestra publicación hermana Edificación Cristiana, que ha mantenido un ministerio más vigoroso y duradero que el nuestro. Aún así pervivió una actividad literaria destacada, a través de colaboraciones con otras revistas cristianas, pero plasmada las más de las veces en “boletines de iglesia”, de ámbito local, que han perdurado hasta el día de hoy, con notables muestras de brillantez en su larga trayectoria.

No termina aquí nuestra persistente vocación por el ministerio escrito. Durante mucho tiempo he sentido que me faltaba aire en el estrecho marco comunicativo de nuestro boletín dominical, de menor duración que los lirios del campo, y me propuse nuevas metas con más amplias miras, sin límites restrictivos, y con el firme propósito de servir a cualquier hermano en la fe, a cualquier iglesia, a cualquier denominación, pero manteniendo con convicción una línea doctrinal conservadora, fiel al inconmovible mensaje de las Escrituras, y con una decidida proyección Cristocéntrica, a pesar de que siempre habrán algunos matices diferenciales en nuestros perfiles teológicos, que nos reconocemos y respetamos mutuamente, aunque cada uno defienda sus creencias cristianas “plenamente convencido en su propia mente” (Rom. 14:5). De ahí surgió y fue desarrollándose con vigor creciente el proyecto de Cuadernos Koinonía, cuyo último número, dedicado al precioso tema de la Preeminencia de Cristo, será ofrecido como un último recuerdo de nuestra iglesia, en el culto de despedida del 11 de diciembre de 2016. Cualquier lector interesado, tanto en este número extraordinario como en los anteriores publicados, podrá solicitarlo, sin coste o compromiso alguno y en formato pdf, a través de nuestro correo electrónico de contacto que indicamos más abajo.

 

Iglesia de Hermanos del Paral·lel anuncia su cierre

La lista de grandes maestros que nos han ministrado presencialmente la Palabra de Dios no es menos extensa, casi como una prolongación de Hebreos 11. Lamentablemente, muchos nombres lejanos se nos extravían por los frágiles vericuetos de la memoria, pero entre los que podemos recordar figuran Juan Solé, Juan Gili, Miguel Valbuena, David Morse, John C. Whitcomb, José María Martínez, Pablo Martínez, Samuel Vila, Francisco Martín, David Gooding, Eric Bermejo, J. Dwight Pentecost, Luis Carballosa, David Burt, Francisco Mira, y muchos más que se nos escapan (a buen seguro, la lista de omisiones sería más extensa que la de las menciones). A todos ellos, sin excepción, presentes o presentes al Señor, solo nos resta decirles una última palabra: gracias.

El declive de nuestra iglesia empezó hace ya bastante tiempo, y sus causas son innegablemente espirituales, aunque tengan derivaciones económicas, legales, sociales o cualquier otro ingrediente posible. Con toda seguridad, somos tardos de corazón y no hemos entendido bien las claras advertencias del Señor a las siete Iglesias del Asia Menor. Hemos perdido de vista la inminencia de su Venida, la fuerza del primer amor se fue debilitando imperceptiblemente y han caído en el olvido conceptos tan fundamentales como la santidad y la gloria de Dios, el sentido de iglesia como casa y cuerpo del Señor, nuestra verdadera Cabeza, y en definitiva, en lugar de llenar de aceite nuestras lámparas de luz mortecina, hemos llenado nuestro corazón con los rudimentos y filosofías del mundo, instalándonos en una cómoda mundanalidad o en un frenético activismo, para experimentar la originalidad de nuestras ideas novedosas. Hemos perdido de vista el crucial detalle de que la iglesia, en todas sus dimensiones, es “del Señor”. Hemos desoído el imperioso “¡arrepiéntete!” del Señor, por lo que no debe sorprendernos que lo que fuera un luminoso candelero del siglo XX, y humeante pábilo en el último lustro, nos haya sido finalmente quitado.

Podría decirse que solo se cierra un local, que solo se rescinde un alquiler, pero si en ese empobrecido remanente disperso de lo que un día fue nuestra iglesia, no hay un nuevo y genuino avivamiento, esa misma historia se repetirá en cualquier otro lugar donde podamos arraigar.

Agradecemos vuestro amor y comprensión en estas difíciles circunstancias y rogamos que la memoria de esta iglesia sea evocada con honor y gratitud, cubriendo y perdonando las numerosas faltas que hemos cometido en esos largos casi 83 años. Y a todos los que nos han conocido, amado y soportado (incluso a pesar de ser catalanes), un último abrazo y bendición eterna.

Francesc Closa. Consejo de la Iglesia Evangélica del Paral.lel. Barcelona, a 13 de noviembre 2016.

P.D. Para cualquier petición o mensaje, nuestro correo electrónico será: [email protected].

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