"Un crecimiento sobrenatural aún en medio de la crisis"

Hace 30 años que Miguel Díez fundó Remar, una Asociación presente hoy en 17 países y que acoge a 32.000 personas en necesidad.

ESPAÑA · 29 DE MARZO DE 2012 · 22:00

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A principios del verano de 1982 Dios tocó el corazón de una familia. Miguel Díez, su esposa María Carmen Jiménez y sus hermanos, Javier y Ángel, comenzaron a acoger a personas marginadas en su propia casa. Movidos por la compasión cristiana, siguieron adelante con la labor hasta abrir el primer centro de rehabilitación en Vitoria. Treinta años después podemos hablar de Remar, un movimiento que engloba a 17 asociaciones en España y un número superior a 40 en diferentes países, que abarcan toda la obra social que Remar tiene en el mundo. Miguel Díez, a pesar del tiempo pasado, mantiene la misma pasión con la que inició esta obra. Así lo expresa en la entrevista concedida a Protestante Digital con motivo del 30 aniversario. “Celebramos 30 años de peregrinación para el Señor; no cabe duda de que es una etapa que culmina, pero como cualquier tiempo es importante, en la base de Dios nos hace participar de su gloriosa obra”, explica Díez. ORACIÓN Y ACCIÓN La obra de Remar se sustenta en unos sólidos principios cristianos. Así ha sido desde su fundación. “El lema más sencillo era ora y trabaja. Ora y entrégate, da tu vida por completo. Al principio del ministerio Dios me desafió con Josué 1:9: Dios es quien nos pide esfuerzo y a la vez es el Dios que nos da fuerza”, comparte Díez recordando su llamado. Obra y fe, palabra y acción, son conceptos que desde Remar tienen muy claros, siempre buscando la voluntad de Dios. “Orar es clave”, dice Díez. “El Señor me permitió escribir un libro, Orar es como respirar. Creo que será mi mejor legado (...) Tenemos que ser más Marías y menos Marta, necesitamos ejercitarnos en la oración. El que aprende a orar aprende lo más importante en la vida”. La acción viene unida a la oración para Díez. Porque “la teoría sin la práctica no sirve. Tenemos mucha religión, mucha palabra, pero hechos sin amor no sirve. Hay que darse como Dios se dio por nosotros. Y dar también al pobre, porque este es el verdadero evangelio: dar al que no tiene”. UN DIOS SIN CRISIS @MULT#IZQ#50228@El fundador de Remar explica que estos principios “son los que han sostenido este ministerio. Remar sigue creciendo y extendiéndose de forma sobrenatural aún en medio de la crisis, porque Él no tiene problemas en darnos bendiciones. Vivimos en austeridad, pero no tenemos falta de nada. No nos permite vivir en lujos o en caprichos que nos lleven al pecado, en cambio, siempre nos cubre. El provee para los que son fieles”. Ante la crisis económica, Díez tiene claro que “la crisis es causa del hombre, pero Dios nunca tiene crisis. Y quiere que participemos de esa forma de vida absolutamente segura y bendita. Y la mejor forma de hacerlo es orar”. Porque además considera que la crisis es una oportunidad de testimonio para la iglesia. “Es una oportunidad histórica para dar a conocer a Cristo”, dice Díez. PROFECÍA HOY En la entrevista Miguel Díez hace referencia a una profecía que recibió hace cinco años con respecto a la difícil situación que atraviesa el mundo actualmente. Reconoce que “la profecía no va a favor de la corriente, sino en contra. Cuando el Señor revela es sorprendente. Casi nadie hace caso. Yo no me considero profeta, pero tengo tanto interés en pedirle a Dios que me hable, porque Dios me ha dado una responsabilidad grande. Un pueblo en 70 países con más de 32.000 personas viviendo en Remar. Eso me lleva a clamar y orar para que no me pille por sorpresa”. Así, Díez considera que “si se hundiera Remar, más de 20.000 personas morirían en 3 meses. Huérfanos que recogemos en África, en Sudamérica, en Filipinas... Tenemos que agarrarnos al Señor y yo espero en él. Estamos acabando la quinta vaca flaca en septiembre. Pero vienen más guerras. Dios avisa y el espíritu profético se va a manifestar más”. DESAFÍOS PARA LA IGLESIA Para Miguel Díez estamos en un tiempo en el que la iglesia puede hacerse fuerte proclamando a Jesús. “La iglesia ha perdido autoridad porque no se predica a Jesús. Pisotea la sal, aún la evangélica, por aquellos que arruinan familias, o que aquellos que se dicen evangélicos sean más amantes del dinero que de Dios”. “Ya está bien de predicar religión – expresa Díez -, debemos predicar el reino de Dios, sin ser esclavos de ninguna religión”. Asimismo Díez criticó que la iglesia evangélica ande “en diplomacia religiosa” así como “el humanismo religioso evangélico que intenta sacar al Espíritu Santo de su papel”. Para los tiempos difíciles que augura, Díez trazó algunas de las claves que considera importantes para la iglesia. En su opinión, es importante “bendecir a Israel. Lo siento por los que se dejan engañar por la mentira del mundo árabe y del petróleo, que compra conciencias y gobiernos (…) que tiene engañados a multitudes. No digo que Israel sea perfecto, pero sin duda el que lo bendiga será bendito y quien lo maldiga será maldito (…) Israel merece que se le ame, porque sigue en el corazón de Dios a pesar de su rebeldía”. Además animó a la iglesia a predicar “el evangelio de reino de Dios”. “Soy fiel a la bandera de Cristo. Todos los nacionalismos me parecen una esclavitud”. De igual forma criticó a la Teología de la Prosperidad, porque “nosotros decimos: orar, trabajar, dar al pobre. Dar al pobre y al necesitado, no al predicador de turno para que se compre un Mercedes”. Miguel Díez animó a la iglesia a volver a una vida de austeridad. “Dios pedirá cuentas de los bienes que nos cede: nuestros recursos, nuestro dinero, nuestro tiempo, nuestra inteligencia. Tenemos que dar cuenta si lo usamos para Dios o para nuestro beneficio. No podemos despilfarrar y tenemos que acostumbrarnos a vivir dignamente y con una mayordomía que se ajuste a lo que es propio del reino de Dios”. La última clave que declara Díez es la “unidad” de la iglesia. “Un problema es que queremos extender la marca, hacer prosélitos, en lugar de extender el reino de Dios. Si lo buscamos primero, todo será añadido. Si la iglesia busca unidad encontrará la fuerza. Estamos obcecados en seguir según nuestro criterio o nuestra denominación, a veces con barreras tremendas, infranqueables y posesivas. Libertad es lo que quiere el Espíritu Santo”.

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